El presidente islandés Guðni Johannesson aseguró que no prohibiría la pizza hawaiana, como había sugerido, constatando que, en cualquier caso, no tenía capacidad de hacerlo.
El caso surgió de una broma, difundida por los medios nacionales, durante una visita del jefe de Estado a mediados de mes a un centro de secundaria de Akureyri, en el norte de la isla.
Cuando un alumno le preguntó qué pensaba de que las pizzas llevaran ananá, el presidente respondió que odiaba eso y que, si podía, prohibiría la receta.
El martes, cuando el caso rebasó las fronteras del pequeño país a través de las redes sociales, el presidente volvió a mencionar el tema en
Facebook, pero más seriamente.
"No tengo el poder de hacer leyes que prohíban a la gente poner ananá en su pizza. Estoy feliz de no detentar ese poder. Los presidentes no deben tener un poder ilimitado", explicó.
"Para las pizzas, recomiendo el marisco", concluyó.
Elegido en 2016 por los islandeses, que querían renovar su clase política, Johannesson, de 48 años, se había presentado con un estilo desenfadado y sobrio que gustó a sus conciudadanos.
Según la última encuesta sobre su gestión, del 24 de enero, el 81,4% de opiniones eran favorables.