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Uruguay recibe a venezolanos que aseguran ser "perseguidos"

Jóvenes de Venezuela eligen Uruguay para escapar de la crisis de ese país
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08 de noviembre de 2016 a las 05:00
Gregory Chirinos y Jesús Guillén nacieron en Venezuela hace 25 y 23 años respectivamente, pero por su forma de hablar y sus experiencias parece como si ya hubieran vivido varias vidas.

Se conocieron en la Universidad de los Andes, ciudad de Mérida, a donde ingresaron para estudiar Ciencias Políticas. Pero cuando Chirinos y Guillén se encontraron por primera vez no imaginaban que el tiempo y la política los habría de colocar como inseparables compañeros de ruta. Tampoco imaginaban en ese momento que llegaría el día en el que se verían obligados a dejar atrás a sus familiares y amigos para emigrar a otro país.

Ese día fue el 7 de enero de 2015, recuerda Guillén, quien parece tener la fecha viva en su memoria. Pocas semanas antes él y su amigo Chirinos habían decidido abandonar Venezuela porque sentían que su situación en ese país era insostenible.

Además de estudiantes universitarios, los dos venezolanos hacían militancia política y ocupaban posiciones de relativa importancia en la alcaldía de Mérida, que estaba en manos de la oposición. Guillén era presidente del Instituto Municipal de Deporte y secretario juvenil de su partido, mientras que Chirinos era el encargado de prensa del alcalde.

En 2014 la situación "se puso muy grave", afirma Guillén, y la represión contra los estudiantes fue subiendo de nivel.

"Más que pensar al país a donde llegás, estás pensando que saliste de Venezuela", Gregory Chirinos, venezolano que reside en Uruguay

"Nuestros amigos terminaban en la cárcel o eran torturados y escuchábamos de casos de conocidos que aparecían muertos", narró Chirinos. "Era despertarnos y preguntarnos si nos iba a tocar a nosotros porque ayer la inteligencia se había metido en la casa de un compañero de clase", agregó.

Las amenazas se volvieron constantes entre febrero y abril de 2014, cuando Venezuela tuvo el mayor ciclo de protestas ciudadanas. Eran intimidados en la universidad, en el trabajo o incluso en su propia casa, aseguran. Durante algunos meses estuvieron en la clandestinidad. Pero la situación permanecía inmutable.

Así fue como, durante los últimos meses de 2014, los dos amigos entendieron que debían abandonar el país. "¿Qué estamos consiguiendo?", se preguntaron. Y su análisis no dejaba escapatoria: no podían combatir ni estaban a un "nivel tan alto" como para que el gobierno no los tocara. Pensaron que en Venezuela había dos caminos para ellos: terminar presos o desaparecidos. El resultado de la ecuación marcaba la puerta de salida.

La residencia mercosureña facilitó su decisión de a donde ir. Y dentro de las opciones que el bloque les ofertaba no dudaron en elegir Uruguay. "La democracia y las instituciones uruguayas nos daban mucho más confianza que el resto de los países", explicó Chirino.

Ninguno de los dos se considera inmigrante ya que entienden que su salida de Venezuela se dio contra su voluntad y disposición. "La principal razón por la que salimos es porque hacíamos vida política, sobre todo en la universidad", explican a dos voces.

En los casi dos años que llevan en Uruguay se han encontrado una y otra vez con la misma pregunta: "¿Qué impresión se llevaron del país?". Y ellos explican que el primer pensamiento que tuvieron es que habían salido del "calvario" que vivían. "Más que pensar al país a donde llegás estás pensando que saliste de Venezuela. Llegamos. Salimos. Se acabó. Somos libres", dijo Chirinos.

Guillén complementa la respuesta: "Lo primero que vi es que había comida en el supermercado, que la góndola de champú estaba llena".

"No hay fotos del presidente en cada pared, en cada casa, en cada ministerio. No está Chávez o Maduro mirándote a los ojos en cada esquina", comparó Chirinos.

Los dos venezolanos empezaron una nueva vida en Uruguay. Tuvieron que dar algunas materias para revalidar el liceo y, tras explicar que salieron de su país "por persecución política", fueron aceptados en la Universidad de la República para continuar sus estudios en Ciencias Políticas. En la universidad conocieron a otros venezolanos que están en su misma situación. "Si hoy voy a Venezuela a buscar a mis amigos o compañeros de clase no encontraré a ninguno", afirma Chirinos.

En la actualidad los dos trabajan a tiempo completo mientras que estudian y están involucrados en un programa de formación política para jóvenes sin ningún interés partidario, algo que dicen que hacen para "devolverle al país" lo que hizo por ellos.

En Uruguay encontraron las condiciones para establecerse, según dicen, pero afirman que desde que se fueron de Venezuela se transformaron en dos "espíritus libres".

El dolor y el enojo se manifiestan de manera profunda cuando recuerdan lo que vivieron o cuando piensan que tuvieron que interrumpir sus estudios. Y por eso también se frustran cuando escuchan discursos políticos "falsos y sesgados" sobre lo que ocurre en Venezuela. Pero aquí dicen que encontraron paz. Un exilio que se parece mucho al purgatorio.

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