Denis Dutra

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El séptimo día > política

Vázquez no es Mujica

Como en 2009, Astori vuelve a ser la carta de garantía económica para un eventual tercer gobierno de izquierda pero sin cabildeos
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01 de junio de 2014 a las 00:00

En pleno fragor de la última campaña electoral de 2009, el candidato y expresidente nacionalista Luis Alberto Lacalle lanzó una frase –entre varias con la que intentó desacreditar al exguerrillero tupamaro José Mujica en la puja por la primera magistratura- que me vino a la memoria una y otra vez luego de haber entrevistado días atrás a Danilo Astori, vicepresidente de la República y timonel de la política económica del Frente Amplio durante los casi 10 años que la coalición de izquierda gobierna el país.

“ José Mujica no es Tabaré Vázquez” lanzó en aquel entonces Lacalle en procura de –sin decirlo expresamente- convencer a la ciudadanía de que un mandato de Mujica podría desmadrar en una suerte de desgobierno por la personalidad anárquica del mandatario y, de paso, sembrar dudas en los agentes económicos sobre el rumbo que podría tomar el país bajo la conducción del actual jefe de Estado.

Se equivocó la paloma, se equivocaba, parafraseando una de las muletillas de campaña de cabecera de Tabaré Vázquez.
A pesar de múltiples desatinos presidenciales, durante el gobierno de Mujica hubo récord de inversiones, la economía ( la producción total de bienes y servicios del país) completó el período más largo de crecimiento de la historia y los salarios de los trabajadores alcanzaron el mayor poder de compra de desde 1976 pese a la creciente inflación propiciando una reducción de la pobreza y la indigencia. Justo es decir que gran parte de esa bonanza se produjo durante una primavera de precios internacionales inédita que permitió vender mejor en el exterior los bienes que el país produce pero también de un acceso fluido a los mercados financieros internacionales propiciado no por el azar sino por un manejo profesional de la deuda pública que le permitió al país recuperar el grado inversor (algo así como un sobresaliente en la escuela) que le posibilitó financiar el creciente déficit fiscal (la diferencia entre lo que entra y sale de la caja del Estado que mantenemos todos los uruguayos) existente a pesar de que el país aumentó su riqueza, lo que, entre otras cosas, determinó que el gobierno incumpliera la única promesa electoral concreta que realizó, la de bajar 2 puntos el IVA (en realidad terminó “disfrazando” la rebaja pero solo para las compras con tarjetas de débito y crédito).

También es justo recordar que el mundo desarrollado estaba en crisis y los capitales migraron hacia mercados emergentes, entre ellos Uruguay, en busca de mayor rentabilidad

¿Se acuerdan cómo tunearon literalmente a Mujica durante aquella campaña electoral para mutar su aspecto muchas veces desalineado por uno que según las reglas no escritas debe mostrar el presidente de una nación?.

¿Recuerdan, además, quién aparecía en las fotos y propagandas de tv completando la fórmula que prometía alcanzar el estatus de “un país de primera” con la premisa de “un gobierno honrado”?

¿Ya olvidaron cuando Mujica dijo que si era necesario se tragaría “sapos y culebras”? ¿O cuando confesó, siendo ministro de Ganadería de Vázquez, que “Harvard, en alusión al astorismo que conducía la política económica, había triunfado sobre Moscú, escuela a la que supuestamente él representaba?

Como viejo sabio de la vida que es, Mujica siempre tuvo claro que la garantía de estabilidad de su gobierno radicaba en delegar el manejo de la economía a profesionales idóneos en la materia y así lo hizo: dejó en hombres de confianza de Astori la conducción económica más allá de señales para la barra de radicales militantes (comunistas y MPP) como la designación del socialista Alejandro Antonelli como viceministro de Economía por un período tan efímero como improductivo.

Además, nombró como asesor económico personal en la Torre Ejecutiva a Pedro Buonomo, un economista militante del MPP doctorado en Harvard y le dio injerencia a Gabriel Frugoni desde su despacho contiguo de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto generando cabildeos y contradicciones como ocurrió con el Impuesto a la concentración de la tierra que finalmente fue declarado inconstitucional.

Eso ocurrió con Mujica, pero Mujica no es Vázquez.
Y Vázquez ya anunció que de ser electo presidente su ministro de Economía y Finanzas será Astori con quien según me confesó este último en el reportaje citado tiene una “sintonía muy especial” que le asegura que no habrá cabildeos en la conducción económica durante un eventual tercera administración frentista.

Ergo: Astori será la voz cantante en materia económica y los de afuera son de palo.

Además de negar la probabilidad de un “ajuste fiscal” como aventuran varios analistas independientes, el vicepresidente dijo que se procurará reducir la “carga tributaria media” siguiendo la consigna con la que fue creado el actual sistema tributario de que pague más el que tiene más.

¿Eso quiere decir que habrá más impuestos para los grandes capitalistas, ganancias extraordinarias o cosas por el estilo como se reclama desde los sectores más radicales del Frente?.

No. No esperen un mazazo tributario al gran capital porque no lo habrá, según se desprende de sus propias palabras según las cuales cualquier ajuste al sistema impositivo tendrá como premisa seguir cuidando la inversión porque esa es la única forma genuina de propiciar que la economía siga creciendo y eso se traduzca en beneficios sociales para la población

No en vano voceros de dos de las principales gremiales empresariales con los que hablé se congratularon por la conducción económica astorista.

“El presidente debería seguir jugando con las reglas de Astori” declaró a El Observador en enero de 2013 el ititular de la Cámara de Industrias Javier Carrau, pocas horas antes de asumir ese cargo y cuando la actual administración daba lugar a voces divergentes en materia económica

En una línea similar, se manifestó días atrás el novel presidente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios, Carlos Perera, que pese a ser contrario a la política de relaciones laborales que promueve la izquierda,entre otras, declaró sin embages a El Observador: "El que más ha reivindicado el rol de los servicios en Uruguay, además de (el expresidente) Jorge Batlle, es el señor Danilo Astori que no es santo de mi devoción pero con él me llevo bien".

Pero no son solo los empresarios que respaldan la conducción económica.
Como era obvio, en el último acto del Día de los Trabajadores, el Pit-Cnt, pese a declararse independiente, defendió a rajatabla las gestiones de gobierno del Frente Amplio al que siempre estuvo alineado y fue crítico con sus antecesores, instando a los trabajadores a "no retroceder a épocas oscuras".

Como en 2009, y pese a cargar con la pesada mochila del caso Pluna en el que el autor intelectual fue Mujica, Astori vuelve a presentarse como la garantía de estabilidad con la que Vázquez llegará a las urnas. Y sus definiciones económicas de que no habrá giros alocados a la izquierda son por demás importantes en un contexto de eventual balotaje en noviembre con los partidos fundacionales.



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