La vid es una planta luchadora, que responde cuando tiene de dónde nutrirse, pero que también se hace fuerte y deja todo para sobrevivir en condiciones adversas. Así, un viñedo crece en áreas desérticas o tropicales. El desafío para los viticultores es encontrar las zonas donde se exprese de mejor forma el terroir, ese concepto francés que incluye el suelo, el clima y el entorno.
Familia Deicas, la marca de vinos finos de alta gama del Establecimiento Juanicó, desarrolló hace años un concepto de single vineyard (vinos exclusivos de cada lugar) que llevó a los dueños a explorar lugares tan distantes como Garzón, El Carmen o Sierra de Mahoma. Ahora, los Deicas dan un paso más allá de ese concepto e incorporan viñedos en zonas extremas. La idea consiste en producir uva de calidad en condiciones hostiles, para generar una expresión única e irrepetible.
Un ejemplo de esos viñedos extremos ubicados sobre las sierras de Lavalleja, fue visitado días atrás por el asesor de la empresa, el enólogo estadounidense y mundialmente reconocido Paul Hobbs. En medio de un campo donde familias invierten en lotes para construir casas de descanso, se plantaron dos hectáreas de viñedo. Se ubican justo en la cima de un cerro, llamado Guazuvirá, donde el suelo de piedra virgen tuvo que ser dinamitado y laboreado de una forma muy intensa. El gerente agrícola de Juanicó, Gustavo Blumetto, contó que en el suelo predomina la roca volcánica cuyo origen se remonta a más de mil millones de años atrás.
Todo eso genera una demanda de nutrientes más alta para las vides. De hecho, a la hora de plantarlas tuvieron que incorporar tierra e incluso colocar un gel para que el agua no se vaya antes que las raíces puedan captarla. Eso, junto a otras condiciones poco habituales, hacen que ese viñedo sea extremo.
El nuevo concepto de los Deicas se completa con otros dos campos. Uno está en Progreso, en el predio de la familia conocido como Castellar, y de donde salen algunos de los mejores Tannat de la bodega. Allí, el experimento extremo consistió en dar vuelta la tierra e invertir el orden de las capas y nutrientes. El tercero es en Garzón (Maldonado), a una corta distancia del pueblo homónimo, donde se eligió hacer lo mismo que en Progreso, y el suelo quedó con contenidos de cal viva muy cerca de la superficie.
En el viñedo de Castellar siguen experimentando con Tannat, en tanto que en el viñedo extremo de Garzón también se cultiva Chardonnay, Pinot Noir y Merlot.
Las plantas en Lavalleja son muy jóvenes todavía. El lunes de Carnaval se cosecharon algunas variedades como Merlot y Tannat. En el predio de dos hectáreas también se plantó Viognier, Petit Verdot y Marsanne.
La uva recibe una insolación abundante, que se ve potenciada por el reflejo de la piedra del suelo. No tiene el problema habitual de acumulación de agua como sufren otros viñedos del país, debido a las pendientes y el suelo que escurre de forma rápida. A la vez, las constantes brisas aseguran una sanidad óptima.
El desafío, en todo caso, es regular el riego (algo imprescindible en esas condiciones) para evitar la deshidratación de las bayas. El día de la cosecha se observaron racimos con uvas con poca agua, lo cual aumenta la concentración de color, aroma y sabor. En ese caso la elección de tareas como deshoje o el sistema de poda son fundamentales para controlar esa exposición del racimo.
Blumetto explicó que el suelo permite tener una acidez muy elevada, y que las condiciones extremas generan un raleo natural, además del que la empresa decide aplicar. La aspiración es producir 8 mil kilos por hectárea cuando las plantas lleguen a un equilibrio, lo cual representa aproximadamente menos de la mitad del potencial. Una vez plantada, la vid da su primera cosecha en el tercer año, y llega a su potencial máximo unos años más tarde hasta encontrar un equilibrio.
Fernando Deicas, director de la bodega, aseguró que no hay experiencia suficiente en cuanto al riego en ese tipo de suelo. Además, observó que la madurez de la pulpa es mucho más acelerada que en otras zonas, y reflexionó que no es normal encontrar en Uruguay un viñedo que se riegue una semana antes de ser cosechado.
Las condiciones de la zona obligaron a los propietarios a instalar cercos eléctricos para controlar el ataque de chanchos jabalí y algunos guazubirá. Esos animales comieron brotes tiernos de las plantas en sus primeros años. Además, desde el inicio usaron una malla antipájaros, con lo cual cada racimo de uva tiene un costo elevado y completa un escenario realmente extremo.
Paul Hobbs tiene su bodega en California y en Mendoza. Es uno de los asesores más prestigiosos del mundo, tarea que lo ha llevado a zonas vitícolas muy diversas. Luego de recorrer el nuevo viñedo de los Deicas en Lavalleja dijo que nunca antes había visto un campo con vides en esa condición, sobre todo por el tipo de piedra del suelo. Consideró que en ocho años las plantas darán todo su potencial.
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