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Investigación por policía asesinado: el foco en las balas

Luego de la liberación de los dos detenidos, la investigación volvió al principio
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15 de julio de 2017 a las 05:00

Si bien todavía no hallaron el arma homicida, las balas que mataron a Coronel fueron suficientes para que Policía Científica, a través de un sistema de identificación balística, pudiera determinar que son de la misma pistola que fue usada semanas atrás en otro homicidio, informaron a El Observador fuentes vinculadas al caso. Eso se pudo determinar porque el Ministerio del Interior tiene una base de datos en el que se escanean las vainas de los proyectiles y se comparan con los ya registrados. Hay más de 2000 registros desde 2014.

Durante 48 horas, cuatro personas estuvieron a disposición de la Justicia, dos de ellos como sospechosos de la rapiña que terminó en el homicidio del policía Wilson Coronel. Sin embargo, no hubo elementos suficientes para inculparlos y quedaron en libertad. Un joven de 19 años que era señalado como el supuesto responsable del asesinato logró demostrar que esa noche estaba trabajando en el puerto. El caso volvió a foja cero y los investigadores se centran ahora en el arma homicida.

La pizzería volvió a abrir después del drama

Una pareja toma una cerveza, el delivery se sube apurado a su moto para entregar un pedido y las mozas aguardan que más clientes entren. Es viernes, todavía no son las ocho de la noche y el dueño de la pizzería Amauri, de la calle 26 de Marzo, espera ansioso que ingresen clientes. Su ansiedad es, en realidad, duda. Porque este no era un viernes más; era el comienzo del primer fin de semana después de que el lunes 3 por la madrugada le avisaron que habían rapiñado el local. Cuando llegó vio afuera una ambulancia y patrulleros. Dentro, el policía al que contrató dos semanas atrás para realizar tareas de seguridad estaba muerto en el piso con dos disparos en la cabeza.

Para el dueño, que prefirió no dar su nombre, la noche del viernes implicaba demostrar si su negocio iba a seguir funcionando luego del crimen del que se habló toda la semana. "Y que adquirió notoriedad política", acota, sentado en una de las mesas en el exterior de la pizzería.

Tiene confianza en que no perderá clientela porque el martes, un día después de que el cabo Wilson Coronel fuera asesinado, "se trabajó muy bien". El salón estuvo prácticamente lleno y decenas de pedidos llegaban por teléfono. También fueron muchos los vecinos que se acercaron a saludarlo y aclara que no fue con la intención de saber qué había pasado, sino de expresarle "solidaridad".
Ese martes dudaron entre abrir o dejar un día más el cartel de "cerrado por duelo" que estuvo colgado durante todo el lunes en la puerta. Pero de Amauri dependen sus ingresos y tenía que trabajar.
El salón lo compró "de abajo" con su tío y él figura como el titular. Inauguraron el 11 de junio de 2016 con el miedo que implica cualquier negocio nuevo y con el agregado de que otros locales de comida ya habían fracasado en esa misma esquina. Pero los clientes respondieron y tres o cuatro meses después de aquel día de junio, Amauri empezó a dar ganancias.

Desde la primera conversación con los vecinos y comerciantes de la zona, el dueño supo que debía contar con seguridad privada. A lo largo de estos 13 meses tuvo unos 10 policías trabajando como servicio "223". Coronel había empezado hacía 15 días y trabajaba dos veces por semana, así que el día que lo mataron era la cuarta vez que entraba a Amauri como custodio.


El dueño asegura que no estaba al tanto de que los policías tienen prohibido por ley hacer esa tarea. Tampoco llegó a saber si todos los que trabajaron en su local estaban armados como Coronel, que desenfundó su arma cuando el rapiñero le apuntó con un revólver.

Es común verlo en la pizzería porque le gusta estar cuando abren y en general se queda hasta que cierran, sobre la 1 de la mañana. El lunes de madrugada, luego de un domingo de trabajo, salió de Amauri con gran parte de lo recaudado y fue a depositarlo a un banco de Pocitos. En la caja dejó unos $ 10 mil.

Hacía 15 minutos que se había ido cuando sonó su celular. Lo llamaban para avisarle lo que había pasado. Y con ese llamado vino lo demás: la jueza que se presentó en el lugar, Policía Científica, declaraciones ante la Policía, en el juzgado, cuatro personas detenidas y luego dejadas en libertad y una denuncia penal inédita presentada por el Ministerio del Interior en la que lo demandan al amparo en la ley de responsabilidad penal empresarial.

Esa demanda hizo que, de un momento al otro, el dueño de Amauri pasara de ser testigo a indagado. Se enteró en el juzgado, donde le quitaron sus pertenencias y le tomaron declaración como a un presunto responsable. A pesar de eso, destaca que tanto los policías como la jueza Marcela Vargas y el fiscal Leonardo Morales "lo trataron con mucho respeto". Ahora sigue trabajando, yendo a su pizzería, a la que define como "de barrio", cada noche al igual que antes de esa madrugada del 3 de julio.
Los dos empleados de Amauri que estaban el día del robo dejaron de ir. Uno por un tema familliar que nada tiene que ver con la rapiña. El otro estaba al lado de Coronel cuando recibió los disparos y prefirió no trabajar más allí por un tiempo.


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