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Winona Ryder, rareza de la realeza de Hollywood

Stranger Things, de Netflix, ofrece doble dosis de nostalgia con el regreso de Winona Ryder
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15 de julio de 2016 a las 05:00

El negocio de la nostalgia dista de ser nuevo. La cantidad de reboots, remakes y secuelas que pueblan el cine (e incluso la televisión) gritan sobre una época que, al mismo tiempo que se enorgullece de su evolución, no puede dejar de capitalizar la eterna mirada hacia atrás, melancólica. No puede evitar hundirse en el lugar común de que "todo tiempo pasado fue mejor", y sacar provecho de él.

Ahora, la misma generación que reclama éxitos pasados le da un nuevo fulgor a una estrella que, con solo 44 años, es una eterna evocación al pasado. Luego de aparecer en la miniserie de HBO Show me a hero como personaje secundario, la actriz Winona Ryder llegará al streaming de la mano de Stranger Things, disponible a partir de hoy en Netflix.

Como una suerte de cápsula del tiempo, el programa está ambientado en un pueblo de Indiana, Estados Unidos, en 1983, en el que la desaparición misteriosa de un jovencito desata una búsqueda en la que toman parte familia, policía y amigos. Esto comienza a revelar secretos del gobierno, fuerzas paranormales y "una niña muy especial". El filme fue especialmente diseñado como "una carta de amor a las películas de los 80", explicó Ryder, ella misma un elemento clave de esa oda que se nutre del Steven Spielberg de esa época, con E.T., Poltergeist y The Goonies, y Cuenta conmigo, dirigida por Rob Reiner y escrita por Stephen King.

En la serie, Ryder interpreta a la madre del niño desaparecido con un rol que, aunque importante, parece palidecer ante la chispa del grupo de amigos del jovencito, según algunas reseñas tempranas. Tras más de una década de interpretar a novias o esposas y ahora madres, Ryder parece sumergirse cada vez más en el lugar que Hollywood reserva para cualquier mujer de más de 40 años salvo claras excepciones: el accesorio.

No obstante, lo que definió a Ryder a lo largo de su temprana y memorable carrera fue, justamente, lo contrario. Hija de una productora audiovisual y un editor y autor, Ryder comenzó a tomar clases de actuación a los 12 años y su primer rol llegó en 1986 como uno de los vértices del cuadrado romántico que definía al filme Lucas. Square dance (1987) siguió y, aunque ninguno de los dos fue un éxito comercial, ambas actuaciones le aseguraron el interés de Tim Burton, que la convirtió en uno de sus personajes más recordados, la oscura adolescente Lydia Deetz en Beetlejuice (1988).

Más allá de la atención que despertaba con su estrafalario vestuario y peinado negros, Lydia era puro cinismo, madurez y pesimismo, y construyó casi al instante el nicho en el que Ryder logró instalarse cómodamente: el de la chica extraña, inteligente y para nada pasiva. Como señala Soraya Roberts en su perfil sobre la actriz, Winona, Forever, el rol se ubicaba en el extremo diametralmente opuesto de otra adolescente de la época, inadaptada pero dulce: Molly Ringwald (Sixteen Candles, Pretty in Pink). "Esas películas son tan cursis", dijo Ryder sobre los filmes dirigidos por John Hughes. "Hay muchos adolescentes inteligentes que no quieren ser insultados por Hughes", enfatizó.


Variaciones sobre un tema

Heathers, el filme que siguió, aunque fue poco taquillero en su momento, hoy es elevado al estatus de película de culto gracias a sus inteligentes diálogos, frases pegadizas y su melodramática pero a la vez precisa representación del complicado universo de la Secundaria. Haciendo las veces de una Verónica un tanto peculiar en un universo de populares y perfectas Heathers, Ryder continuó explorando las posibilidades de una adolescente con la que se identificaban aquellas jóvenes perdidas que no encontraban espejos en los que mirarse.

Otro tipo de muchacha, Kim, de El joven manos de tijera (1990), le dio a Ryder la versatilidad que precisaba su incipiente pero firme carrera al ubicarla en la posición de la chica rubia y popular que tiene todo lo que necesita. Sin embargo, era Johnny Depp, el elemento extraño del filme, el que le revelaba a su personaje la vacuidad de esa perfección. Pareja en la vida real, Ryder y Depp fueron uno de los dúos más populares de la época en la que florecieron las revistas adolescentes, y fue el actor mismo el que, al tatuarse "Winona Forever" ("Winona por siempre") en el brazo, contribuyó al mito.

La progresiva salida de la franja adolescente ocurrió con filmes como Drácula, de Bram Stoker, La edad de la inocencia, Mujercitas y La casa de los espíritus, que incluso demostraron más el rango de Ryder y le dejaron explorar a mujeres que, aunque determinadas, no compartían las rarezas de las otras. El papel que la consolidó como representante de su era, sin embargo, fue el de Lelaina Pierce en Generación X. Lanzada en 1994, la película buscaba sintetizar el ánimo de un grupo etario recién salido de la universidad, sin trabajo y distanciado del éxito de los yuppies. Ryder, entre los gritos del grunge, se convirtió en la reina de un nuevo tipo de ser cool, dentro y fuera de la pantalla. Como recuerda Roberts, sus grandes ojos y su pelo corto también guardaban la promesa de que sería la Audrey Hepburn de su tiempo.

La problematizada Susanna de Inocencia interrumpida y la mítica Abigail Williams de Las brujas de Salem auguraban el inicio de una etapa de mayor complejidad psicológica, pero un incidente en 2001, en el que Ryder robó US$ 5.500 en prendas de Saks Fifth Avenue, quebró las expectativas. El inesperado rol en las transmisiones por internet de su propio juicio fue el punto de inflexión. Después llegaron roles secundarios como en La herencia del Sr. Deeds, o fracasos de taquilla al estilo de Sex and death 101, y las películas se espaciaban cada vez más. "Me tomé algunos años y no me di cuenta de que eso era algo muy peligroso para mi carrera (...). Mis treintas fueron un poco difíciles (...), la gente me consideraba como la ingénue, pero ya era demasiado vieja para eso", comentó Ryder en una entrevista reciente con la revista Time.

El intermedio incómodo tuvo un empujón con su breve pero intensa participación en Cisne negro (2010), como una bailarina reemplazada por una colega más joven. La ironía de aquel rol se repite ahora, y quizá quede en manos de Stranger Things lograr que "Winona" vuelva a ser "Forever".

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