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Y llegó Valentino

Nació el primer bebé concebido a partir de un tratamiento financiado por el FNR, que ya aprobó 304 solicitudes
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31 de marzo de 2016 a las 05:00

El 28 de marzo de 2015 a Karina y Eduardo les avisaron que la mutualista de la que son socios abría su policlínica de fertilidad. Tenían el primer número, de la primera consulta. "Me estaban dando la primera luz de que podían atenderme", cuenta Karina Suárez desde la habitación de un sanatorio. Karina recuerda bien la fecha: un año y un día después, llegó Valentino, el hijo que buscaron por más de dos años y para el que tuvieron que recurrir a un tratamiento de fecundación in vitro, que fue el primero financiado por el Fondo Nacional de Recursos (FNR) bajo la ley de reproducción asistida.

"¿Dónde están tus otros dos hijos? Porque vos no sos madre primeriza", le dijo su madre con ironía cuando la vio por primera vez con su bebé. A pesar de que lleva menos de dos días como mamá, Karina dice sentirse "confiada" y "segura". Valentino nació por una cesárea programada el martes pasado al mediodía, pesó 3,2 kilos y su primera noche la pasó durmiendo. "Solo lo despertamos para comer", dice su madre, mientras Eduardo vuelve a dormirlo en brazos.

Una operación de apendicitis a los 18 le obstruyó las trompas de Falopio y le impidió, con dos laparoscopías de por medio, quedar embarazada, Karina tenía 36 años cuando decidieron empezar a probar suerte. Luego de varios intentos, con médicos y medicación de por medio, la única opción era la fertilización in vitro, un tratamiento que les costaba US$ 12 mil y para el que no tenían el dinero.

Mientras la pareja y su familia veían cómo conseguirlo, y cuando estaban a punto de darse por vencidos, el FNR anunció que comenzaba a recibir solicitudes para tratamientos de alta complejidad a partir de la reglamentación de la ley de reproducción asistida.

Karina y Eduardo no solo fueron la pareja que inauguró la policlínica de fertilidad de su mutualista, sino los primeros a los que el Estado les financió parte del tratamiento. Debieron pagar $ 81 mil, que depositaron en una cuenta del Banco República en efectivo, tras haber recibido la noticia de que podían empezar a tratarse.

Valentino también se hizo desear mientras no llegaba. Una vez que quedó embarazada, debió hacer reposo absoluto por complicaciones en los primeros meses. En noviembre, el médico le permitió salir, aunque poco. Iba a la casa de sus padres, a cuatro cuadras, hacía algún mandado y alguna cosa más. "Eso por lo menos me hizo salir unas horas", recuerda.

Pero a Karina no le importó, por las ansias con las que lo esperaban ella y su familia, hasta organizaron un babyshower sorpresa para recibirlo.

Desde que a fines de mayo de 2015 presentó los formularios de solicitud, hasta enero de este año, el FNR aprobó 304 solicitudes de inicio de tratamientos y se llevan analizados, en total, 538, según datos del organismo. Aún quedan pendientes, porque se requiere información médica complementaria, 104 solicitudes de parejas, y no se autorizaron, por estar fuera de la normativa, 27.

Cómo y qué

La ley de reproducción asistida, aprobada a fines de diciembre de 2013 y reglamentada en dos etapas –primero para los tratamientos de baja complejidad y luego para las fecundaciones in vitro–, establece que podrán realizarse los tratamientos las mujeres de hasta 40 años. El Estado financia hasta tres intentos, tanto para los de alta como los de baja complejidad.

En el caso de los de baja, se realizan en la mutualista de la que es usuaria la mujer, que deberá pagar un tique. Si es usuaria de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), ese tratamiento es gratuito.

Cuando el tratamiento que debe realizar es de alta complejidad, es decir una fecundación in vitro, quien se encarga de financiarlo es el FNR. Los interesados tendrán que pagar un copago, cuyo precio dependerá de los ingresos de la pareja.

En ese caso, los tratamientos se realizan en cualquiera de las cuatro clínicas que están habilitadas por el Ministerio de Salud Pública (MSP): el Centro de Esterilidad Montevideo (CEM), Centro de Reproducción Humana del Interior (Cerhin), tanto de Salto como de Montevideo, y la Clínica Suizo Americana. Si la pareja necesita óvulos donados, el FNR también lo financia.

El primer paso para presentarse ante el FNR es consultar con el ginecólogo tratante, en el centro de salud donde la mujer se atiende. Sin esa consulta previa, y aunque ya haya un diagnóstico previo de infertilidad, el FNR no acepta solicitudes.

Todos los formularios a presentar en el organismo deben ser completados por el especialista, excepto el de declaración de ingresos de la Dirección General Impositiva (DGI), por el que se decide cuánto debe pagar la pareja. Ninguno de los exámenes que se solicitan debe tener más de seis meses y puede suceder que se requiera más exámenes de los que están incluidos en la solicitud.

Una vez que se aprobó la solicitud, se debe depositar el dinero en efectivo en una cuenta del Banco de la República. Por ahora, no está previsto que los copagos se financien.

Un ciclo completo de fertilización in vitro, con la medicación y una transferencia embrionaria (óvulo más espermatozoide fecundados en un laboratorio) incluidos, tienen un costo de
$ 205.146.

A mayor cantidad de intentos, más se tendrá que pagar. La fertilización in vitro es gratuita solamente para las parejas que ganan $ 30.530 por núcleo familiar y realizan el primer intento.

De las parejas que iniciaron el tratamiento, 77% pagó menos de la mitad del precio.

Un partido diferente

Karina y Eduardo se conocieron en un partido de fútbol. Hace casi seis años salieron por primera vez y el lugar elegido para la primera cita fue otro partido, en el estadio Saroldi, de River Plate.

Horas después de que Valentino naciera, a la habitación de Karina entraba y salía gente para visitarlos. El tercero en conocerlo fue el otro hijo de Eduardo, que tiene 13 años y pidió expresamente ser de los primeros en verlo.

Cuando las visitas terminaron, Uruguay empezaba a jugar el partido por las Eliminatorias para el Mundial de Rusia de 2018.

Karina estaba en la cama, acostada, y Eduardo sentado en el sillón. Se pusieron a mirar fútbol como en esa primera cita, pero en la habitación de un sanatorio y con Valentino dormido, en su cuna.

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