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"Ya me habían pegado un balazo, lo único que quedaba era matarme"

El empresario secuestrado en junio relató cómo fueron sus horas en cautiverio
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21 de agosto de 2015 a las 09:29
El empresario Mauro Kogan fue secuestrado el 11 de junio cuando bajaba de su auto hacia el local donde trabajaba, en Felipe Contucci y avenida San Martín. Al acercarse al comercio, una camioneta blanca lo interceptó. Uno de los delincuentes tiró un disparo al aire y otro de ellos, de origen dominicano, bajó del vehículo a los gritos. Así comienza el relato del empresario, que desde las 8.30 hasta las 10 de la mañana de este día quedó en manos de los delincuentes.

En entrevista con El País, Kogan contó que intentó escapar, pero uno de los captores le disparó, lo que hizo que el empresario cayera al suelo. "El tipo tenía los ojos llenos de droga. Cuando estaba en el suelo, me tiró otro tiro para matarme. Por un efecto instintivo giré la pierna y vi cómo la bala impactó en el cemento. Desde el suelo giré la cabeza y vi a los autos bajar por San Martín a 80 kilómetros por hora. Las ruedas de un auto pasaron a centímetros de mi cabeza. No me mató por poco. El auto no estacionó. El conductor no podía saber si era yo el delincuente o era el otro; si era un hurto o no. Siguió de largo", contó.

Kogan dijo que su mujer lo había advertido varias veces que debía cuidarse, pero él le contestaba que no le iba a pasar nada porque no le debía dinero a nadie. Según su versión, uno de sus empleados dominicanos estaba vinculado con delincuentes de su país y tenía una deuda con ellos, por lo que cree que el secuestro fue para pagar saldar esas deudas.

Una vez dentro de la camioneta, el empresario ya había perdido el conocimiento. Lo sentaron en la parte de atrás del vehículo y uno de ellos lo vendó. "Calculé que los secuestradores eran cinco. Yo estaba dolorido y sangrando del brazo izquierdo baleado. Pero la peor parte encima de la camioneta fue que, después de que me vendaron, los secuestradores colocaron encima mío un colchón con una sábana asquerosa, húmeda. Y escuchaba a los tipos a los gritos entre ellos. Yo no podía respirar por el colchón. Con mi mano derecha y con miedo de que cometieran una locura, levanté el colchón para respirar", relató el hombre al matutino.

Uno de los delincuentes le gritaba: "Vos tenés una deuda con el jefe y la vas a pagar". Kogan respondió que no debía nada a nadie. Como el raptor tenía acento dominicano, enseguida recordó a su empleado. "Esa persona quería que yo viajara con él a República Dominicana a vender las máquinas que importo de Austria para trabajar la madera. Yo le decía que no porque no lo conocía y me imaginé que allá sí podía pasarme algo. Ese tema me vino a la cabeza. A su vez pensé que ellos se hubieran equivocado de persona. Y también estuvo en mi cabeza que secuestraron al primero que encontraron en la calle", dijo el empresario.

Lo bajaron del vehículo y lo metieron en un rancho. Lo tiraron en una silla y ataron sus piernas y su brazo sano para que no escapara. Kogan pedía un médico porque el dolor de su herida comenzaba a profundizarse. Pero uno de los delincuentes le puso un arma en la cabeza y le dijo: "Callate, pelado, que te la vamos a dar". Según la versión de la víctima, un menor lo amenazó al decirle que lo iban a violar. "Al rato dejé de sentir el brazo y la mano. Y dentro del rancho hacía mucho frío", agregó.

Los captores reaccionaban con violencia a todos los planteos de Kogan. "Ya me habían pegado un balazo, lo único que quedaba era matarme", dijo. Él les ofreció contactos de sus familiares para que pudieran contactarse con ellos. De todos modos, el empresario estaba convencido que nadie sabía que él había sido secuestrado. Además, el hecho de que no le pidieran dinero no le permitía si quiera llegar a una negociación para que lo liberaran.

Dentro de la vivienda se dio cuenta de que sus secuestradores no eran profesionales, por lo que Kogan quiso hacer "todo perfecto" para que no "cometieran locuras". "Si ellos me pedían $ 10, yo les iba a dar $ 12 para que todo terminara bien", dijo. Finalmente le pidieron US$ 350 mil y le dijeron que les habían ofrecido US$ 100 mil para matarlo, a lo que la víctima respondió: "Primero tomen las llaves y vayan a buscar mi auto. Les doy el número del gerente del banco y le voy a decir que les entregue lo que quieran. Y llamen a mi empresa que les voy a decir que entregue todo". Pero la estrategia no funcionó.

"Me salvaron US$ 1.400 que me había entregado un cliente y yo no había tenido tiempo de depositar. Ellos estuvieron entre 15 y 20 minutos discutiendo entre los cinco cómo se repartían la plata. Ese tiempo quizás me salvó", contó Kogan.

Enseguida empezó a sentir sirenas y tiros. Luego, uno de los delincuentes grita: "Estamos rodeados por la Metro". "Viene una persona y agarra un buzo para taparme la boca para que no gritara. Sin embargo, me tapó también la nariz y yo no podía respirar. Dejé pasar unos segundos. Entonces entre morirme asfixiado y que me peguen un tiro, decidí por lo segundo. Sacudí varias veces la cabeza y el buzo se cayó y pude respirar. Yo no sabía que estaba solo en el rancho. Ese fue otro momento crítico", dijo el empresario.

Una denuncia telefónica al 911 activó el operativo policial y permitió la liberación del empresario. Un mes más tarde la Justicia procesó con prisión a un uruguayo y dos dominicanos. Uno de los procesados fue Mauricio Rodríguez, de 27 años, poseedor de un antecedente por delito de apropiación indebida en reiteración real con dos delitos de rapiña. El juez Letrado de 1ª Instancia en lo Penal de 16º Turno, decretó su procesamiento con prisión por el delito de secuestro en reiteración real y un delito de homicidio. Por otra parte, el juez también proceso con prisión a los dominicanos J.C.F de 24 años y F.M.R. de 27 años, por el delito de secuestro en calidad de co-autores. Asimismo el magistrado dispuso la solicitud de captura de otro de otra persona, quien fue identificada como D.M.M., dominicano de 34 años de edad.

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