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Ya no es mágico el mundo

Al FA le espera un drástico recambio de líderes, lo que provoca rencillas y ansiedad
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23 de julio de 2016 a las 05:00
El malhumor y el desencanto muerden más que el invierno frío. Y sin embargo el Frente Amplio, la fuerza política predominante, convoca a las urnas para elegir su presidente y otras autoridades.
Es un gesto valiente. Ningún partido se atrevería a tanto en el Uruguay de hoy. Y ser gobierno ya no es glamoroso. Hay un extendido sentimiento, desde la izquierda a la derecha, de que 12 años de bonanza casi única en la historia no fueron del todo bien aprovechados, aunque tampoco se haya caído en experimentos ruinosos del tipo argentino o venezolano.

Los líderes del Frente Amplio festejarían si este domingo reunieran más de 100.000 sufragios. Su electorado potencial son las 1.134.187 personas que lo votaron en octubre de 2014, a las que se agregan los menores de 14 a 17 años, habilitados en esta ocasión, que son unos 215.000.

Las primeras elecciones internas del Frente Amplio se realizaron en 1997. Más significativas fueron las siguientes, el 26 de mayo de 2002, mientras Uruguay padecía una de las peores crisis económico-financieras de su historia. Entonces votaron casi 212.000 personas de 14 años o más. En las elecciones internas de 2006, con el Frente Amplio recién llegado al gobierno y una economía en ascenso vertical, votaron 222.795 personas. Hace cuatro años los participantes se redujeron a 170.770 (y apenas 139.477 de ellas votaron un candidato a la Presidencia de la fuerza política; otros 30.000 optaron solo por una lista partidaria).

El MPP, liderado en todo ese lapso por el carismático José Mujica, siempre fue la mayoría relativa, con un rango de 18% a 33% del total de sufragios. Su rival más fuerte fue el Partido Socialista, que osciló entre 14% y 27% de los votos. Siguieron Asamblea Uruguay (entre 10% y 14%), Partido Comunista (entre 10% y 13%), Vertiente Artiguista (7% a 8%), Alianza Progresista (7% a 10%) y sectores más pequeños.

La alianza entre astoristas y socialistas permitió el triunfo de Mónica Xavier en las últimas elecciones internas, celebradas el 27 de mayo de 2012, con el 43,1% de los votos. Se impuso al favorito inicial, Ernesto Agazzi, del MPP, quien reunió el 23% del total, en tanto Juan Castillo, del Partido Comunista, y Enrique Rubio, de la Vertiente, lograron registros menores.

De todos modos, los comunistas y sus aliados suelen ser la minoría mayor en el Plenario Nacional del Frente Amplio por su predominio absoluto entre las "bases" militantes que también tienen representación en ese órgano.

Líber Seregni presidió el Frente Amplio hasta su renuncia en 1996. Fue sustituido por Tabaré Vázquez, entonces en ascenso irresistible. Pero desde entonces no fue nada fácil introducir nuevos liderazgos. En 2004, Jorge Brovetto, exrector de la Universidad de la República, asumió la presidencia de la coalición como solución de compromiso y sin poder real. Mantuvo el cargo hasta 2012 debido a la falta de acuerdo para sustituirlo.

Es probable que quien gane mañana tampoco tenga mucho poder real. Aunque el recambio de líderes en la izquierda es inminente por el simple paso de los años, este domingo no compiten dirigentes de primera o segunda línea, como ocurrió en 2012, sino de rango aún más bajo. Quizá Alejandro Sánchez o Javier Miranda, con un poco de fortuna, tengan ciertas posibilidades de hacer despegar sus carreras políticas. Ellos son, precisamente, los favoritos para ganar la elección.

Los cuatro candidatos son profesionales y políticos experimentados, pero no tienen práctica empresarial de relevancia (con la sola excepción de Roberto Conde), una carencia demasiado común en la "vieja" izquierda enraizada en la burocracia y en el sindicalismo. Detrás de ellos se distribuyen decenas de listas con las que sectores de la coalición marcarán perfil e incidirán en la designación de candidatos para 2019 y otros asuntos de importancia.

Cuanto menor sea el número de votantes, más se beneficiarán los sectores con mayor "aparato" militante, como el Partido Comunista y el MPP. Y cuanto mayor sea el número de concurrentes, mejor resultado obtendrán los sectores con más simpatizantes en el conjunto de la población, como Asamblea Uruguay o el Partido Socialista.

A medida que el gobierno pierde popularidad y liderazgo sobre la fuerza política, más dirigentes y sectores se sienten tentados a ganar a su costa pequeños espacios de poder y aplausos. El debate ahora gira en torno a cómo cambiar y reanimar al Frente Amplio. Su dirigencia principal, a la que tanto debe, está en el ocaso. Las candidaturas para las elecciones de 2019, que podrían significar el mayor recambio generacional en la historia del Frente Amplio, están muy lejos de haberse definido, lo que agrega ansiedad e inestabilidad. l

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