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Zannini, un auditor de Cristina como vicepresidente de Scioli

Un probable gobierno del gobernador de Buenos Aires asegura continuidad kirchnerista
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18 de junio de 2015 a las 05:00
Daniel Scioli debe tener muchas, pero muchas ganas de ser el presidente de la nación. Porque ha demostrado disposición para pagar el precio que sea necesario con tal de llegar a ese objetivo.

Ha debido soportar, con su mejor cara de póker, que Cristina Fernández de Kirchner lo atacara directamente o a través de sus voceros. Como, por ejemplo, cuando la presidenta lo acusó de "hacerse el idiota" tras las inundaciones de La Plata de 2013.

O que lo asfixiara financieramente a la hora del reparto de recaudación impositiva, lo que lo forzó a subir impuestos para poder pagar el aguinaldo de empleados municipales y, al año siguiente, lo llevó a una huelga docente que retrasó un mes el inicio de clases.

Sin olvidar, claro, que la presidenta le impusiera a vicegobernador de la provincia, a Gabriel Mariotto, quien durante toda su gestión cumplió un rol más de "auditor" de Scioli que de acompañante en la tarea gubernamental.

Scioli no solo soportó estoico los ataques, sino que no tuvo problemas en sobreactuar su "fe kirchnerista" en los últimos meses, haciendo una poco creíble defensa del cepo cambiario y de la confrontación con los "fondos buitre".

Pero todos sabían que faltaba pagar el precio mayor: el de darle a Cristina una garantía de que, ante su eventual llegada al poder, su gobierno no se diluiría ni perdería la lealtad.

De hecho, no pocos analistas ponían en duda que, a último momento, Cristina no pudiera con su genio e ideara una jugada para impedirle a Scioli ser candidato por el Frente para la Victoria. Tan es así que en el sciolismo tenían preparados, por las dudas, otros nombres partidarios para inscribir la candidatura por fuera del oficialismo.

El precio de la candidatura y de la bendición de Cristina se conoció en la noche del lunes: Carlos Zannini será el compañero en la fórmula, como candidato a vicepresidente.

El dudoso aporte

Pese a ser muy conocido para el mundillo de la política, Zannini es un perfecto ignoto para el gran público. Y quienes lo conocen, no tienen de él una buena imagen.

A lo largo de los 12 años de kirchnerismo, el secretario legal y técnico de la presidencia se ha forjado una fama de "monje negro" del gobierno. Esto se acrecentó tras la muerte de Néstor Kirchner, cuando Zannini pasó a integrar el selecto grupo de quienes tienen acceso a la intimidad de la presidenta.

Es conocido que suele cenar con Cristina, para repasar la actualidad nacional. Todo el ámbito político presume que en esas cenas se decide buena parte de la estrategia de gobierno. Es lo que ha llevado a que un analista como Jorge Asís lo bautizara "el Cenador".

Lo cierto es que varias de las iniciativas más polémicas de la década K, como la "democratización" del poder judicial, llevan su sello. Y se lo considera, además, uno de los promotores del ascenso de La Cámpora en el esquema de poder kirchnerista.

El apodo de "El Chino" no obedece, como algunos pueden suponer, al hecho de que Zannini tenga los ojos algo rasgados, sino a su pasado en Vanguardia Comunista, un grupo de izquierda maoísta en los años de 1970.

Con semejantes antecedentes, Zannini puede aportarle a Scioli un efecto entre neutro y negativo. Era el perfil de vicepresidente que muchos politólogos creían que Scioli tendería a evitar.

Sergio Berensztein, pocas horas antes del anuncio, había considerado que lo más probable fuera un gobernador de una provincia peronista. Una opción clásica para atenuar un perfil excesivamente K.

En cambio, consideraba improbable una candidatura de Máximo Kirchner o de Axel Kicillof, por considerarlas claramente "piantavotos". Dicho en otras palabras, se privilegió una señal para "la interna", aún a costa de pagar un precio en las elecciones de octubre.

La prueba de ello es la "aprobación" oficial por parte de Eduardo De Pedro, secretario de la presidencia y uno de los principales dirigentes de La Cámpora, quien escribió en Twitter: "Siempre acompañó a la juventud en este proceso de 'puente generacional' que impulsó @CFKArgentina".

También la diputada "ultra K" Diana Conti afirmó que "el proyecto está consolidado con esta dupla".

Ahora, con la confirmación de Zannini, todo indica que se privilegió zanjar la interna, dejar conforme a La Cámpora y a la propia Cristina, a costa de impulsar una fórmula que puede tener dificultades para ser asimilada por el electorado "neutral".

Scioli y su equipo de campaña saben perfectamente que el padrón electoral es mucho más grande que el "núcleo duro" kirchnerista y los intelectuales de Carta Abierta.

No sería de extrañar que el lugar donde más se haya festejado este nombramiento haya sido en el bunker de Mauricio Macri, para quienes la polarización frente al kirchnerismo ha resultado el mejor negocio.

Al aceptar a Zannini, el gobernador bonaerense está dándole a Cristina la certeza final que ella necesitaba para dar su aprobación.

"No creo que Scioli haya elegido, sino que cedió su vicepresidencia a que se lo elija la presidenta. Es decir, "kirchnerizaron" la lista de Scioli, no hay nadie más K que Zanini. Es una señal de continuidad muy fuerte de la actual gestión", comentó Berensztein luego de conocida la noticia.

Mientras que los más críticos hacia la política económica kirchnerista creen que la designación de Zannini termina de desinflar las expectativas de un cambio en el corto plazo.

"Es una noticia difícil para Scioli porque refuerza la imagen de continuidad, sin ningún tipo de cambio. E indirectamente también implica un respaldo hacia la política de Kicillof", aseguró el influyente economista Orlando Ferreres.

¿Se baja Randazzo?

Scioli tiene garantizada la paz hasta las internas de agosto. Es más, la especulación más fuerte de estas horas es si sigue teniendo sentido una interna frente a Florencio Randazzo o si éste terminará declinando su candidatura.

Se hará difícil hacer campaña y sostener el nivel de crítica que Randazzo ha tenido con Scioli cuando su compañero de fórmula es un "alter ego" de la presidenta.

El tema es lo que ocurra luego de las primarias. A partir de allí habrá que disputar un votante no-kirchnerista, y probablemente no-peronista. Zannini no parece ser la mejor compañía para ello.

Scioli se verá obligado a responder preguntas incómodas, como por ejemplo cuánta injerencia tendrá "El Chino" en el diseño de las políticas de su eventual gobierno.

La legendaria capacidad de "incombustible" de Scioli será puesta a prueba como nunca antes.

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