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Zona de ataques, un imán turístico

Una década después de los ataques que destruyeron las Torres Gemelas, el barrio donde se erigían las dos moles atrae unos 9 millones de visitantes anuales
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05 de septiembre de 2011 a las 14:19

De las cenizas que dejaron los ataques del 11 de septiembre del 2001 ha brotado un barrio vibrante, lleno de restaurantes y hoteles nuevos, edificios residenciales y comercios, además de sitios recordatorios de la tragedia, que reflejan una increíble transformación de una zona que muchos pensaron jamás se repondría del tremendo golpe asestado por el terrorismo.

Una década después el barrio donde se erigían las dos moles atrae unos 9 millones de visitantes anuales. Cuenta con 18 hoteles y 4.000 habitaciones, comparado con los seis hoteles y 2.300 habitaciones que había antes de los ataques. Para muchos turistas, la "zona cero", como le dicen al lugar arrasado por los atentados, es una visita obligada, igual que Times Square y la Estatua de la Libertad.

"Es un barrio que funciona las 24 horas, los siete días de la semana", afirmó George Fertitta, director ejecutivo de NYC & Company, la oficina municipal encargada del turismo y la promoción de la ciudad. "El Bajo Manhattan atraviese por un gran momento".

Si bien abundan las atracciones turísticas, incluidos negocios y restaurantes, el objetivo de los visitantes es ver de primera mano el sitio que ocuparon las torres y rendirle homenaje a las casi 3.000 personas que murieron en los atentados del 11/9. Coincidiendo con el 10mo aniversario de la tragedia se inaugurará un museo y monumento debajo de un atrio de vidrio, que llevará al visitante 21 metros bajo tierra, al corazón mismo de la gran fosa dejada por los edificios.

Ans van de Pasch, una holandesa de 49 años, vino por primera vez a la "zona cero" hace tres años y espió por entre los resquicios de los cercos que rodeaban la fosa, junto a miles de curiosos. Ahora se puede ver más y trajo a su esposo y dos hijos adolescentes. "Hay otro espíritu. Uno percibe que la comunidad se repuso", comentó Pasch mientras caminaba junto a la Capilla de San Pablo, que atendió a bomberos, policías y voluntarios durante las tareas de búsqueda de víctimas en el 2001. Quería que sus hijos viesen la zona con sus propios ojos. "Es importante que en algún momento de tu vida, en tu condición de ciudadano del mundo, te detengas y momento y digas 'esto no puede volver a suceder''', expresó.

El museo de la memoria
El atractivo central de la zona, ahora que ha sido renovada, será el National September 11 Memorial and Museum, un proyecto que tomó años completar. Lo diseñó Michael Arad, ganador de una competencia, y ocupa seis hectáreas y media. El museo todavía está en construcción, lo mismo que varios edificios de oficinas y una terminal de transporte público. El 11 de septiembre se dedicará el museo, durante una ceremonia para las familias de las víctimas, y abrirá sus puertas al día siguiente. "Este monumento conmemorativo le dice al mundo todo lo que perdimos ese día y cómo nos hemos repuesto", manifestó el presidente del proyecto Joe Daniels.

En el sitio que ocuparon las torres hay dos cascadas suaves que dejan caer el agua en enormes piscinas reflectoras bordeadas por muros de bronce con los nombres de las 2.983 personas fallecidas en los ataques a las Torres, en un campo cerca de Shanksville, Pensilvania --en el sector donde cayó un avión cuyos pasajeros evitaron que fuese usado en un atentado--, y en el Pentágono, junto con los nombres de las víctimas de un ataque de 1993 contra las mismas Torres.

En los alrededores fueron plantados 225 robles blancos. En total, hay más de 400 árboles en toda la zona y crean una especie de bosque urbano. También hay un "árbol del sobreviviente", un peral rescatado de entre los escombros y plantado nuevamente en el Bronx. El año pasado fue alcanzado por un rayo, y sobrevivió otra vez. El presidente Barack Obama colocó una corona en mayo.

El acceso al lugar no es sencillo, sobre todo mientras duren las obras. El ingreso es gratis pero hay que reservar entradas con seis meses de anticipación en el sitio web del memorial. Ya se han entregado unos 250.000 pases. Se ingresa por un acceso en las calles Albany y Greenwich, una media hora antes que la hora de visita. Será posible ingresar al sitio hasta las siete de la tarde (las cinco del 9 de enero al 10 de marzo).

La Asociación de Familiares ofrece visitas guiadas encabezadas por sobrevivientes, personas que trabajaron en la zona cero y parientes de las víctimas. "Esto me ayuda a cicatrizar las heridas", expresó Tracy Gazziani, una maestra jubilada de Brooklyn que perdió a su hijo Terry, de 24 años. "Trato de ayudar a que otros cicatricen. Es importante cicatrizar las heridas".

Otros puntos muy visitados son la Capilla de San Pablo --un pequeño templo episcopal construido en 1766, ubicado al frene de donde estaban las torres y que milagrosamente sobrevivió al ataque-- y la Iglesia de la Trinidad, en el cruce de Broadway y Wall Street, donde buscaron refugio muchas de las personas que ayudaron a las tareas de rescate. Frente a la iglesia hay una estatua de un gigantesco plátano destruido durante el ataque.

Las visitas a la zona de las Torres puede ser combinada con un recorrido por Wall Street, que está pegado.

De las cenizas que dejaron los ataques del 11 de septiembre del 2001 ha brotado un barrio vibrante, lleno de restaurantes y hoteles nuevos, edificios residenciales y comercios, además de sitios recordatorios de la tragedia, que reflejan una increíble transformación de una zona que muchos pensaron jamás se repondría del tremendo golpe asestado por el terrorismo.

Una década después de los ataques que destruyeron las Torres Gemelas, el barrio donde se erigían las dos moles atrae unos 9 millones de visitantes anuales.

Cuenta con 18 hoteles y 4.000 habitaciones, comparado con los seis hoteles y 2.300 habitaciones que había antes de los ataques. Para muchos turistas, la "zona cero", como le dicen al lugar arrasado por los atentados, es una visita obligada, igual que Times Square y la Estatua de la Libertad.

"Es un barrio que funciona las 24 horas, los siete días de la semana", afirmó George Fertitta, director ejecutivo de NYC & Company, la oficina municipal encargada del turismo y la promoción de la ciudad. "El Bajo Manhattan atraviese por un gran momento".

Si bien abundan las distracciones, incluidos negocios y restaurantes, el objetivo de los visitantes es ver de primera mano el sitio que ocuparon las torres y rendirle homenaje a las casi 3.000 personas que murieron en los atentados del 11/9. Coincidiendo con el 10mo aniversario de la tragedia se inaugurará un museo y monumento debajo de un atrio de vidrio, que llevará al visitante 21 metros (70 pies) bajo tierra, al corazón mismo de la gran fosa dejada por los edificios.

Ans van de Pasch, una holandesa de 49 años, vino por primera vez a la "zona cero" hace tres años y espió por entre los resquicios de los cercos que rodeaban la fosa, junto a miles de curiosos. Ahora se puede ver más y trajo a su esposo y dos hijos adolescentes.

"Hay otro espíritu. Uno percibe que la comunidad se repuso", comentó Pasch mientras caminaba junto a la Capilla de San Pablo, que atendió a bomberos, policías y voluntarios durante las tareas de búsqueda de víctimas en el 2001.

Queríai que sus hijos viesen la zona con sus propios ojos. "Es importante que en algún momento de tu vida, en tu condición de ciudadano del mundo, te detengas y momento y digas 'esto no puede volver a suceder''', expresó.

El atractivo central de la zona ahora que ha sido renovada será el National September 11 Memorial and Museum, un proyecto tomó años completar. Lo diseñó Michael Arad, ganador de una competencia, y ocupa seis hectáreas y media.

El museo todavía está en construcción, lo mismo que varios edificios de oficinas y una terminal de transporte público.

El museo será dedicado el 11 de septiembre, durante una ceremonia para las familias de las víctimas, y abrirá sus puertas al día siguiente.

"Este monumento conmemorativo le dice al mundo todo lo que perdimos ese día y cómo nos hemos repuesto", manifestó el presidente del proyecto Joe Daniels.

En el sitio que ocuparon las torres hay dos cascadas suaves que dejan caer el agua en enormes piscinas reflectoras bordeadas por muros de bronce con los nombres de las 2.983 personas fallecidas en los ataques a las Torres, en un campo cerca de Shanksville, Pensilvania --en el sector donde cayó un avión cuyos pasajeros evitaron que fuese usado en un atentado--, y en el Pentágono, junto con los nombres de las víctimas de un ataque de 1993 contra las mismas Torres.

En los alrededores fueron plantados 225 robles blancos. En total, hay más de 400 árboles en toda la zona y crean una especie de bosque urbano. También hay un "árbol del sobreviviente", un peral rescatado de entre los escombros y plantado nuevamente en el Bronx. El año pasado fue alcanzado por un rayo, y sobrevivió otra vez. El presidente Barack Obama colocó una corona en mayo.

El acceso al lugar no es sencillo, sobre todo mientras duren las obras. El ingreso es gratis pero hay que reservar entradas con seis meses de anticipación en http://www.911memorial.org. Ya se han entregado unos 250.000 pases. Se ingresa por un acceso en las calles Albany y Greenwich, una media hora antes que la hora de visita.

Será posible ingresar al sitio hasta las siete de la tarde (las cinco del 9 de enero al 10 de marzo).

No habrá baños hasta que abra el museo propiamente dicho en septiembre del 2012. Sí hay baños públicos en el Winter Garden y en el Burger King de las calles Liberty y Church.

La Asociación de Familiares ofrece visitas guiadas encabezadas por sobrevivientes, personas que trabajaron en la zona cero y parientes de las víctimas.

"Esto me ayuda a cicatrizar las heridas", expresó Tracy Gazziani, una maestra jubilada de Brooklyn que perdió a su hijo Terry, de 24 años. "Trato de ayudar a que otros cicatricen. Es importante cicatrizar las heridas".

Otros puntos muy visitados son la Capilla de San Pablo --un pequeño templo episcopal construido en 1766, ubicado al frene de donde estaban las torres y que milagrosamente sobrevivió al ataque-- y la Iglesia de la Trinidad, en el cruce de Broadway y Wall Street, donde buscaron refugio muchas de las personas que ayudaron a las tareas de rescate. Frente a la iglesia hay una estatua de un gigantesco plátano destruido durante el ataque.

Las visitas a la zona de las Torres puede ser combinada con un recorrido por Wall Street, que está pegado.

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