Alcalde y concejal de Juan Lacaze buscan opciones laborales. <br>

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Zona de riesgo

El cierre de Fanapel en Juan Lacaze deja en evidencia el deterioro económico de una zona de Colonia que supo disfrutar de las industrias y ahora padece su falta
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19 de febrero de 2017 a las 05:00
Amaneció ansioso porque estaba a punto de vivir un momento clave en su vida. Aunque apenas tenía 16 años, la hora de salir a trabajar le había llegado.

Mientras caminaba hacia la textil Campomar, una vecina que se había enterado de la noticia, lo felicitó con entusiasmo. "Arturito, entraste a la fábrica. Te salvaste para toda la vida", le dijo mientras barría la vereda de su casa.

Esa veterana, que a lo largo de los años había visto progresar a decenas de jóvenes gracias a las oportunidades laborales que la fábrica otorgaba, estaba orgullosa de su vecino.

Su comentario revelaba el sentir histórico de un pueblo como Juan Lacaze, una zona industrial del departamento de Colonia que ha disfrutado y sufrido los avatares de los negocios. En un mundo que no cambiaba, comenzar a trabajar en la fábrica era garantizarse un buen pasar equiparable, por ejemplo, a la estabilidad que otorga el Estado. Pero el mundo cambió y aquella tranquilidad que supo tener el pueblo se transformó en una insoportable incertidumbre.

Aquel aliento de la vecina ocurrió en 1967. Pasaron 50 años y al por entonces joven de 16 años ya nadie le dice "Arturito". Se llama Arturo Bentancor y hoy es uno de los concejales de la alcaldía de Juan Lacaze por el Frente Amplio.

A él nadie le va a contar la historia industrial de la localidad que ahora gobierna. Trabajó 12 años en Campomar y otros 27 en Fanapel.

Eran 1.200 las personas que directa o indirectamente trabajaban en Fanapel en 2005. Luego, la empresa fue reduciendo la planilla paulatinamente y a fines del año pasado eran casi 300

Campomar, dedicada a la industria textil cerró en 1993, dejando a 800 obreros sin trabajo. Fanapel
está ahora en el ojo de la tormenta, porque esa firma dedicada a la producción de papel acaba de detener su producción y es muy difícil que vuelva a abrir sus puertas. La noticia no solo tiene angustiadas a las familias de los casi 300 obreros que trabajaban allí, sino también a todo un pueblo que vivía de lo que la fábrica derramaba.

¿Cómo se prepara Juan Lacaze para renacer y evitar una emigración masiva hacia otras zonas del país en busca de trabajo? El panorama es muy complejo, pero el pueblo ya atravesó momentos peores. Las autoridades del municipio repiten una y otra vez que la única salida es que Juan Lacaze tome la decisión de refundarse.

Se trata de una zona industrialmente dependiente, donde no hay turismo ni actividades agropecuarias.
Por eso, la única alternativa es comenzar ya a prepararse para el día después de Fanapel. Luego de décadas de depender de pocas industrias que generaban mucho empleo, con todos los riesgos que eso implica, los jerarcas dicen que llegó la hora de tener un plan B.

Con entusiasmo, el alcalde y el concejal hablan de poner en marcha un parque industrial y aprovechar al máximo la estratégica ubicación del puerto de Juan Lacaze para trasladar carga a Buenos Aires. El intendente de Colonia, el nacionalista Carlos Moreira, también ha enfatizado en la necesidad de avanzar en esa dirección.

Pero más allá de lo atractivo que puede resultar la idea, lo cierto es que ninguno de esos planes logra ni siquiera atenuar la terrible incertidumbre que se respira en las calles de la ciudad.

La deprimente imagen de la enorme fábrica cerrada es un continuo recordatorio de que el panorama es muy crítico. A pocas cuadras de esos portones repletos de candados, varios de los integrantes del sindicato de Fanapel conversaban debajo de unos árboles, intentando eludir el intenso calor del jueves pasado a la tarde.

"Hay una emergencia social que se viene", aseguró Alberto Grimoldi, secretario general del gremio. Ramón Pérez, otro integrante de la agrupación, agregó que a medida que pasan las horas sin una solución a la vista, la angustia crece. "Hay mucha gente con buena disposición, pero hay poca gente con decisión. A nosotros los días se nos van", aseguró.

El drama de Nueva Helvecia

Mientras todos los flashes recaen sobre Juan Lacaze, a tan solo 30 kilómetros hay otro escenario dramático.

Hace dos años, en febrero de 2015, la planta de elaboración de productos lácteos Ecolat bajó la cortina. Era el gran emblema del trabajo de la zona. Entre los 300 obreros que trabajaban allí y los empleos indirectos, en total fueron unos 1.000 los hogares afectados, informó la alcaldesa de Nueva Helvecia, María de Lima (Partido Nacional).

La ciudad aún no logró levantar cabeza. Cada día que pasa el problema es mayor. Al igual que sucede ahora en Juan Lacaze, cuando cerró la planta láctea de capitales peruanos, llegaron los periodistas de Montevideo para retratar el drama que asomaba en el horizonte. Pero luego Nueva Helvecia dejó de
ser noticia y la ciudad volvió a su rutina.

Nueva Helvecia
Nueva Helvecia vivió hace dos años el cierre de su principal industria y no permite ser optimista.
Nueva Helvecia vivió hace dos años el cierre de su principal industria y no permite ser optimista.

A fuerza de los seguros de paro, el primer impacto fue menor al esperado, pero una vez que los extrabajadores dejaron de recibir esos ingresos el panorama se hizo muy preocupante.

¿Cuál es el escenario actual de los habitantes de esa zona de estética típicamente europea? De acuerdo a la descripción realizada por la alcaldesa es bastante crudo. "Hay gente de trabajo que ahora está pasando hambre", dijo.

En abril del año pasado, Nueva Helvecia recibió donaciones desde varias zonas del país debido a las grandes inundaciones que había sufrido. El municipio aún tiene algunos alimentos de aquella época y de a poco los va repartiendo entre las personas que por necesidad van a pedir.

Eran, en general, familias de buen pasar. Pero el cierre de Ecolat, sumado al de otras industrias, como la imprenta Pressur que afectó a 120 obreros, complicó las cosas. En el municipio llevan la cuenta: cada semana llegan al menos 25 personas a las oficinas a pedir trabajo, pero no hay respuestas para darles.

Cada tanto aparecen opciones, pero aún no hay nada concreto. Este mes llegaron unos inversores suizos que están interesados en montar una fábrica de pinturas. Ya tienen otras en varios países.
El pueblo escuchó con entusiasmo la noticia y cada tanto alguno de los habitantes va al municipio a pedir información sobre las novedades al respecto. Con paciencia, los funcionarios deben explicarles que se trata tan solo de una posibilidad.

Otra de las preguntas frecuentes es sobre la nueva planta de celulosa que UPM evalúa instalar sobre el río Negro, posiblemente en Paso de los Toros. La alcaldesa ha tenido que alertar a varios vecinos acerca de que aún no es hora de hacer las valijas y partir hacia esa localidad del departamento de Tacuarembó.

¿Cómo salir adelante?


Nueva Helvecia
Los panaderos están desesperados porque sus ventas caen debido a los negocios clandestinos.
Los panaderos están desesperados porque sus ventas caen debido a los negocios clandestinos.

Juan Lacaze no quiere ni mirar hacia Nueva Helvecia, su vecino que supo ser rico y ahora sufre la caída industrial. Prefieren por el momento evitar imaginarse lo que ya saben que va a pasar: el aumento del trabajo informal y las changas.

Jonny Castillo, un panadero de Nueva Helvecia, ha llegado a contar 20 comercios informales dedicados a la elaboración de bizcochos y pan. Es muchísimo, teniendo en cuenta que en la ciudad viven 10.600 personas.

Puerta por puerta, ofrecen sus productos como una forma de generar el ingreso que ya no sale de las industrias de la zona.

"Es una competencia desleal. Hasta yo estoy pensando en pasarme a la informalidad porque legalmente no puedo seguir", dijo el panadero.

Ese fenómeno genera un efecto dominó negativo porque, por ejemplo, Castillo tuvo que despedir personal. Es más gente sin trabajo en la calle.

La panadería no es el único rubro donde crece el informalismo. La feria vecinal de los viernes cada vez ocupa más cuadras.

La gente lleva cualquier cosa para vender, desde artesanías hasta herramientas viejas. También abundan las personas que se ofrecen para cortar el pasto de los jardines, lavar los autos, pintar las casas o lo que sea a cambio de conseguir un ingreso.

El comercio también está en decadencia. Varios restaurantes y tiendas de la zona han cerrado debido a que indirectamente dependían de los salarios de Ecolat. Julián Mesa, el presidente del Centro Comercial de Nueva Helvecia, contó que ha visto cómo ante la desesperación de no tener trabajo,
algunas personas han recurrido al crédito para abrir minimercados.

Con bastante amargura, Mesa contó que ha visto a varios de ellos quedar muy endeudados y en una peor situación en la que estaban cuando habían perdido el trabajo. "Es muy triste", afirmó.

Mesa es fotógrafo y tiene un comercio en una esquina de la ciudad. En las últimas semanas, ha sacado varias fotos carné de habitantes de Nueva Helvecia que iban a renovar su pasaporte. "Cuando se te pone en la cabeza la idea de irte, a veces no hay vuelta atrás", dijo.

Parece que son varios los que están evaluando destinos más lejanos que Paso de los Toros para buscar trabajo.

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