OMEU tiene tres programas insignia. Entre Todas, que es un programa donde introducimos a las mujeres en el emprendedurismo y se desarrolla principalmente en el interior del país. Trabajamos mucho algunos conceptos generales del emprendedurismo, pero también temas de autoestima o a desarrollar actividades que les permitan empezar a tener su propia autonomía económica.
Otro programa que es el Más Emprendedoras, un paso más avanzado para mujeres que ya tienen una idea o incluso que ya están emprendiendo. Las acompañamos en el desarrollo de su emprendimiento y tenemos desde capacitaciones en temas como marca personal, finanzas, modelo de negocio, en definición de mercado, que después termina en un pitch, o en el mercado donde ellas presentan sus productos. En este sentido estamos desarrollando una landing llamada Trama de las emprendedores e impulsada por OMEU donde van a poder comercializar a gran escala, con impacto, a empresas desde la venta online.
Tenemos un un tercer programa que es el Más Ejecutivas, que trabaja en el desarrollo del liderazgo de las mujeres que lo desarrollamos en diferentes organizaciones, cámaras, y también en empresas, es una manera de ir generando la capacidad de liderazgo femenino, con lente de género, que es lo que permite justamente ese crecimiento.
Nuestro objetivo es la autonomía económica y el desarrollo del liderazgo de las mujeres. Y esas mujeres después contagian y que promueven la equidad dentro de sus organizaciones y en su trabajo. Todo esto se hace con mentoras honorarias, la base fundamental de la existencia de OMEU son las mentoras que dedican su tiempo para acompañar a estas mujeres en cualquiera de los programas, en cualquiera de las instancias para desarrollarse y crecer. Es la confianza de una mujer sobre otra.
El mayor valor que tiene OMEU es su comunidad de mujeres que siempre están ahí sosteniendo, acompañando y mostrando que sí se puede.
¿Qué tan lejos o tan cerca están las mujeres uruguayas hoy en día de los puestos de poder?
Si bien ha habido avances en los últimos años, estamos lejos todavía. Hoy un 5 % de las mujeres están ocupando cargos de poder, si hablamos de directorios o CEO de empresas.
Hay mucho camino por andar. Eso implica, primero, generar las oportunidades dentro de las organizaciones para que eso ocurra y, por otro lado, también animas a las mujeres para que se postulen a esos cargos.
Otro elemento que es un freno para el crecimiento de la mujer y para asumir esos roles es el sistema de cuidados. Hoy el 75 % de los trabajos en cuidados son no remunerados y ejercidos por mujeres. Esto afecta la posibilidad de que las mujeres puedan seguir creciendo en sus carreras, en su liderazgo, para poder ocupar cargos de decisión en las organizaciones.
¿Cómo se logra?
Hay que hacer espacio. A veces es muy difícil porque cuando uno está en una organización a la que todos vemos como la famosa foto donde hay mayoría hombres y hay una mujer obviamente implica que hay que hacer espacio para más mujeres. Entonces, eso tiene que ser una política que venga del liderazgo de la organización. Y tiene que haber una voluntad clara y expresa de que esos roles sean ocupados por más mujeres. Y está demostrado, más allá de toda la parte moral, que hay una ecuación económica que demuestra que en las organizaciones donde hay más mujeres sentadas en los directorios en la toma de decisión, hay beneficios económicos para las organizaciones porque traen miradas diversas y, además, el 50 % del mercado es femenino.
Y si nos salimos del mundo empresarial y nos vamos a otros espacios de toma de decisión, como puede ser el mundo político, sí será importante que esté la mirada de la mujer en la toma de decisión política, porque las decisiones y las leyes que se establecen a nivel político hacen a la vida de la sociedad.
En este sentido, es necesario que las empresas empiecen a concebir desde su ADN a la igualdad en el liderazgo de las organizaciones. ¿Qué tan avanzado ves a Uruguay en ese sentido? ¿hay mayor toma de conciencia sobre esto?
Yo creo que Uruguay viene haciendo su camino. Hay conciencia. Se percibe que la igualdad es un tema importante. La inclusión es más compleja.
Hay una diferencia entre igualdad e inclusión. Y creo que la dificultad mayor es cómo transitar ese camino. Hay más sensibilización, pero la pregunta es cómo porque no pasa solamente por sensibilizar, para que esto ocurra se tiene que tomar como una política, trabajar de forma ordenada, con planes y pasos como si fuera un proyecto a desarrollar dentro de la organización.
Para eso están justamente herramientas como por ejemplo el sello de calidad con equidad que da a las empresas herramientas prácticas concretas de las Naciones Unidas con las que uno puede ver cómo está como empresa y donde tiene que trabajar para mejorar en ese sentido.
OMEU participa en el Consejo Nacional de Género. ¿En dónde se enfoca su aporte?
Estamos en el Consejo Nacional de Género ya hace varios años. Estuvimos trabajando para definir el sello de calidad con equidad. Ese fue el principal objetivo. También traemos diferentes propuestas vinculadas con el monotributo social aplicado a género, en este caso a las mujeres. Las compras públicas, para que también se contemple la situación de las mujeres. Y bueno, seguir trabajando en desarrollar políticas vinculadas justamente a promover la autonomía económica de la mujer y facilitando herramientas como puede ser el acceso al crédito.
¿Cuánto afecta la falta de financiamiento a las empresas lideradas por mujeres que quieren escalar?
Cuando la mujer empieza a emprender hay un punto de crecimiento donde se estanca. Ese estancamiento tiene que ver con todas las cargas tributarias que surgen a partir del momento en que tiene que dar el salto, por ejemplo, si quiere vender sus productos a otras empresas o aumentar su producción. Pueden mantenerse cuando están en menor escala.
¿Es necesario que existan instrumentos de financiamiento exclusivos para ellas?
Nosotros tenemos un programa de mujeres inversoras donde justamente trabajamos sobre eso. Pensemos que las mujeres no hemos sido educadas en finanzas. Las mujeres no hablan de plata, no saben gestionar las finanzas y eso es lo que hace que les cueste muchas veces acceder al crédito porque no saben cómo gestionar sus negocios, cómo manejar su economía.
Esto es un tema cultural que nace históricamente, que nace desde la familia y desde la escuela. Es estructural.
¿Cuáles son las principales desigualdades que persisten en el ámbito corporativo?
Hay mucha variedad dependiendo de los sectores, de las empresas y demás, pero si vamos a grandes titulares, la brecha salarial sigue siendo un tema. Después el tipo de tareas, determinar algunas "más masculinas" y otras "más femeninas". Ahora se están rompiendo de a poco las barreras, ves mujeres haciendo tareas más masculinas, pero es otra brecha.
El famoso techo de cristal que sigue estando presente, no se ha roto todavía o se empezó a rajar. Yo siempre digo, no alcanza con rajar el techo de cristal, hay que romperlo del todo.
¿Qué tan comprometidos están los hombres con este tema y con ceder ese espacio que deberían tomar las mujeres en los puestos de liderazgo?
La diversidad y la inclusión tienen que ver con el diálogo, si encaramos esto desde un lugar de los buenos y los malos es muy difícil que pueda seguir funcionando y que esto crezca. Es un tema cultural y todos perdemos en este proceso.
No es la mujer la que pierde sola, es también el hombre que pierde en este proceso. Hombres que no tienen autorizado, culturalmente, a la emocionalidad, que son censurados porque no van a una reunión porque tienen que ir a la escuela a ir a buscar a los chicos, o porque tienen que acompañar a sus hijos al médico. Esto es un cambio de sistema, es un cambio estructural. Está empezando a entenderse de que esto es algo en conjunto, que esto no es algo unos contra otros, es algo en conjunto