A la espera del gobierno

Aunque los poco dignos chisporroteos entre el presidente Tabaré Vázquez y un grupo de manifestantes acapararon el impacto público el lunes, más grave fue el descontento de los dirigentes del agro con el gobierno luego de su primera reunión para tratar los reclamos rurales. Vázquez concurrió sorpresivamente al encuentro para anunciar una ampliación, a las empresas ganaderas de hasta 1.000 hectáreas, de las parciales medidas de alivio tributario y en combustibles previamente resueltas para la lechería, la hortofruticultura y los arroceros. Informó también de un fondo de ayuda a los productores rurales más afectados por la sequía.

Pero quedaron en el tintero reclamos básicos de la proclama del movimiento Un solo Uruguay en Durazno. El principal es la demanda de una reducción del peso del Estado, que afecta la rentabilidad no solo del agro sino también de las demás ramas de actividad productiva, así como al bienestar de los hogares. La proclama insistió en mayor prudencia en el gasto público, especialmente en su calidad, así como en bajar gradualmente la plantilla de casi 300 mil funcionarios públicos, entre otras medidas para aligerar la estructura estatal. El Poder Ejecutivo se limitó a pedir unos días más de plazo para responder a todos los puntos de la proclama. Vázquez aseguró que esa respuesta será antes de fin de febrero por cadena nacional.

Los dirigentes del agro que asistieron a la reunión se mostraron desilusionados con sus resultados, aunque accedieron al plazo pedido por el gobierno. Señalaron que habían concurrido con la esperanza de recibir del gobierno un cronograma preciso y metodología de trabajo para tratar todos los temas, lo cual no ocurrió, recibiendo en cambio solo las medidas puntuales anunciadas por Vázquez y su compromiso de una próxima evaluación global de los planteos. De todos modos lo que ha quedado como valiosa evidencia es que, aunque tardíamente, el gobierno ha reconocido la gravedad de una vasta protesta social ante los desbordes tributarios del sector público contra el privado, para financiar su adiposidad tanto en el ámbito nacional como en muchas intendencias. Fue desatada desde el sector rural el mes pasado pero se ha generalizado a todas las áreas de actividad productiva y las familias.

Esta crítica realidad, que el gobierno se dejó venir encima por imprevisión y excesos extractivos, tuvo su expresión en los desórdenes que se desataron cuando Vázquez salió de la reunión y se embarcó en un mano a mano con un grupo de manifestantes. Lo había hecho exitosamente en otras oportunidades. Pero ahora le salió mal. Fue insultado con todo tipo de improperios hasta que se retiró, dejando atrás la poco edificante imagen de un presidente sometido a la furia de algunos ciudadanos. Fueron unos pocos pero sirvieron de muestra del notorio ambiente de creciente intolerancia popular con los errores que han ido acumulando los gobiernos del Frente Amplio y también intendencias, con poca visión y menos capacidad previsora. El resultado es enfrentar ahora una crisis de latente rebeldía ciudadana de proporciones, que se agravará a menos que la administración Vázquez sea capaz de atender aunque sea las exigencias más razonables contenidas en la proclama de Durazno.