Opinión > Editorial
Agudizada miseria venezolana
Al borde de la hiperinflación, Venezuela enfrenta un futuro cada vez más negro
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20 de noviembre de 2017 a las 08:54
El limitado respiro financiero que le dio Rusia no altera la caída de Venezuela en cesación de pagos, último eslabón en el desquicio institucional, y la miseria popular en que la dictadura chavista ha precipitado al país caribeño. Standard&Poor's y Fitch, dos de las principales calificadoras mundiales de riesgo, declararon a Venezuela en default técnico después que en los últimos días dejó impagos vencimientos de deuda pública por casi US$ 300 millones, en su mayoría de la deteriorada petrolera estatal Pdvsa. Al mismo tiempo el riesgo país trepó a 5.305 puntos, el más alto jamás registrado en un país emergente y que refleja la perspectiva de que el régimen de Nicolás Maduro no pueda pagar los vencimientos de deuda pública de casi US$ 10.000 millones entre este año y el próximo.
China y Rusia son los acreedores principales. Moscú accedió a reestructurar parcialmente sus créditos, con pagos mínimos durante los próximos seis años de un tercio de la deuda de US$ 9.000 millones, contraída por el chavismo para la compra de armamentos con los que reprime a sangre y fuego a su población. Por su parte China, a la que Venezuela le debe US$ 28.000 millones, se limitó a estimar que Maduro podrá eventualmente salir del atolladero. Pero el tibio respaldo de ambas potencias al chavismo se mantiene solo por razones de presencia regional y de coyuntural cálculo político, como pieza en sus juegos de tira y afloja con Estados Unidos, cuyo presidente Donald Trump es acérrimo enemigo de Maduro. El alivio que le puedan dar Rusia y eventualmente China, sin embargo, poco incidirá en los compromisos que enfrenta el chavismo por vencimientos de su gigantesca deuda pública de US$ 150.000 millones.
Al caer en default, se le cierra el acceso al crédito en los mercados financieros o solo lo obtiene pagando altas tasas de interés, a lo que se agregan posibles embargos de bienes venezolanos en el exterior y juicios de acreedores por incumplimiento de pagos. La cesación de pagos profundizará inevitablemente las sanciones económicas que ya le han impuesto Estados Unidos y la Unión Europea. Son especialmente gravosas las dispuestas por Washington, principal comprador del petróleo que constituye la única fuente de ingresos de Venezuela. Ya antes del default el chavismo se había quedado sin recursos para importar alimentos, medicinas y otros muchos artículos de primera necesidad, hundiendo a los venezolanos en paupérrimas condiciones de vida. Y la cesación de pagos incluso afecta a Uruguay, al alejar la posibilidad de cobrar US$ 79 millones que el chavismo adeuda a empresas locales por suministro de lácteos.
En el plano interno la dispersión de los partidos opositores, por desavenencias en la Mesa de Unidad Democrática que integraban, le facilita a Maduro mantener por ahora el control del país. Pero las penurias en que vive la inmensa mayoría de la población, que rechaza a un represivo régimen dictatorial, se agudizarán a partir de ahora por mayor escasez de medicinas y alimentos debido al acrecido aislamiento financiero internacional. Al borde de la hiperinflación, con más de una década de inepta administración pública y los niveles de corrupción más altos de América Latina, Venezuela enfrenta un futuro cada vez más negro hasta que se produzca la inevitable caída del chavismo o su transformación en una segunda Cuba.
