Ahí iba a bailar: los grandes boliches que ya no están

Las cuatro paredes de un boliche pueden encerrar mucho más que un espacio donde se reúne gente a divertirse. Una noche inolvidable, una de excesos con final nauseabundo, el comienzo de una historia de amor, una ruptura o una aventura de una noche. Las discotecas pueden ser el escenario de experiencias que dejan recuerdos, buenos y malos. Por eso, repasar nombres de esas discotecas que ya no están a veces desencadena charlas interminables, y mucho más en la previa de la Noche de la Nostalgia.

Una realidad es que hoy la tendencia de público y empresarios va hacia lugares más pequeños con formato de pub bailable, donde se puede comer, tomar y a determinada hora se corren las mesas para dar lugar al baile. Las grandes discotecas, donde se paga una entrada para ir a bailar en masa, parecen un fenómeno en vías de extinción.

La oferta se muda y la gente la sigue. En las décadas de 1980, 1990, y principios del 2000, una de las zonas elegidas fue en torno al puente Carrasco, con boliches como Complejo Bordeaux (antes Ton Ton) o Ciudad Boliche. Otro Planeta y Estaciones en las inmediaciones de Jackson y Canelones fueron precursores de la popularidad que luego adquirirían Cordón y Parque Rodó. También hubo un importante eje en Punta Gorda con Tarot/Luna Gaucha, el Complejo Oceanía con New York New York y Kool Kat/Ecology/Zoo/LeCirque/Vantix/Fabric en General Paz y Caramurú, donde era el cine Punta Gorda.

Justamente por haber sido un cine, esa discoteca fue de las más grandes de la ciudad durante casi 20 años. Tenía tres pisos y podía albergar a casi 2.000 personas. Después de su cierre, cuando se llamaba Area BA en 2013, quedó como gran discoteca W Lounge, donde podían ir a bailar casi 6.000 personas en sus múltiples espacios. Hasta 2015, cuando cerró por el fin de la concesión de la Intendencia de Montevideo, fue una de las últimas grandes superficies dedicadas al entretenimiento nocturno.

Kozub vivió el proceso de cambio cuando se le hacía difícil llenar la discoteca de Punta Gorda. "Antes se trabajaba tres días a la semana: jueves, viernes y sábado. Después se volvió viernes y sábado. Y se ponía difícil. Lo llenabas un día y no lo llenabas dos", explicó. El empresario, que está en el negocio desde los 14 años cuando empezó como dj, dice que las grandes convocatorias ahora no son en espacios fijos. "La tendencia de lo mega está en las fiestas", dijo Kozub en referencia a eventos puntuales que a veces surgen.

El encargado del pub Volvé Mi Negra, Alfonso Ponte coincide con Kozub: "Ya no existen megaboliches porque la gente no va a un solo lugar. Se distribuye entre bares más chicos".

Josacho Sassón (57), que integró el grupo que gestionó W Lounge durante 15 años, defiende la teoría de que aún hay público para las grandes superficies y por eso proyecta un boliche de tres pisos justo enfrente a su antiguo emprendimiento, donde antiguamente funcionaba el Forte Di Makale.

"Es mejor porque un boliche grande concentra a la mayoría de la juventud y evita muchos problemas por las poluciones sonoras", dijo Sassón en referencia a la explosión en popularidad de Cordón y las quejas de los vecinos.

"Los boliches son como modas, van abriendo unos, cerrando otros. Es muy dinámico el mercado", explicó el empresario, que lleva 35 años en la noche. Sassón coincide con Kozub en que hay un público que busca salir a comer, tomar algo y quedarse a bailar, pero asegura que los menores de 30 siguen interesados en las discotecas.

"Al público más joven le gusta ir a los lugares más grandes para concentrarse, y la gente más grande, cuando tiene novia o cuando va creciendo, ya no", dijo.

Otra historia es la de Ton Ton, antes Complejo Bordeaux y Montevideo News. Hoy el lugar es un salón de eventos que mantiene todo lo que identificaba al boliche: el jardín a la entrada, los distintos espacios y la piscina en el medio con vista al lago. Su propietario hace casi medio siglo, José Fernández, dijo que ya no es discoteca porque "la juventud ha cambiado mucho" y se cansó de las peleas que se generaban entre los asistentes.

Sea por el cambio en la oferta o el público, la mayoría de las grandes discotecas fueron demolidas o sustituidas para dar paso a una nueva noche, la de las pequeñas multitudes en espacios más simples de llenar y controlar.

Es una de las últimas discotecas sobrevivientes del pasado dorado de la Ciudad Vieja como centro de la movida bailable. Abrió en 2006 y sigue convocando los sábados. Tiene capacidad para unas 1.200 personas.

En el centro del Parque Batlle, es una de las pocas discotecas que sobreviven desde hace 21 años. Su propietario, Rodolfo Apardian, dijo a El Observador que la concurrencia descendió por el crecimiento de la competencia. Sin embargo, apuesta a seguir explotando el establecimiento. La concesión expiró –Azabache sigue abierto de todas formas– y la Intendencia hizo un nuevo llamado, al que Apardian se presentó.

Conocido por su nombre original Ton Ton, el establecimiento que llegó a albergar 4.000 personas por noche es hoy el salón de eventos La Maison du Luc. Su dueño desde los años de 1970, José Fernández, descarta que vuelva a ser una discoteca.

El local del cine Punta Gorda albergó a Kool Kat, la primera discoteca electrónica en los años de 1990, para luego pasar a manos de Johan Kozub por 19 años. Cerró en 2013 y ahora funciona allí una sucursal de la Asociación Española.

Punta Gorda fue una de las zonas que concentró la movida nocturna en la década de 1990. Uno de los primeros boliches en ese nodo fue Tarot, que luego pasó a llamarse Luna Gaucha. Ahora hay un edificio de apartamentos.

Abrió en diciembre de 1999. Por su localización accesible y su propuesta multiespacio fue un templo de la noche montevideana hasta 2015, cuando finalizó la concesión. Ahora funciona allí un local de McDonald's.

Bajo el lema "Enjoy compadre", Coyote atrajo a miles de jóvenes con un enorme local ubicado en Colorado y San Martín durante más de 10 años. Luego de que un joven fuera asesinado a la salida del boliche en 2016 debió cerrar.

Fue uno de los epicentros de la movida en Punta Gorda durante las décadas de 1980 y 1990 con las discotecas New York New York y el Salón Makao del exhotel Oceanía. Hoy el edificio alberga apartamentos residenciales.

Fue una de las grandes apuestas del grupo que integra Josacho Sassón cuando la movida estaba alrededor del Puente de las Américas. Sus responsables dejaron el local cuando abrieron W Lounge. Hoy busca un nuevo destino.

Mariachi. Gabriel Pereira y Gestido / Uruguay y Rondeau.