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Al-Ula: un museo a cielo abierto

Arabia Saudita levanta el velo sobre su pasado preislámico en el noroeste del país, en las ruinas de un pueblo que dejó su estela entre el mar Rojo y el Éufrates
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22 de abril de 2018 a las 05:00
Los vestigios arqueológicos de Al-Ula, en medio del inmenso desierto del noroeste de Arabia Saudita, están sumidos en un letargo del que saldrán gracias a un megaproyecto de desarrollo.

Arabia Saudita y Francia firmaron recientemente un acuerdo para el desarrollo turístico y cultural de esta región, rica en ruinas nabateas y en paisajes de gran belleza.

Al-Ula se considera un tesoro, especialmente ahora que el reino quiere conceder, por primera vez, visados turísticos con el objetivo de aumentar considerablemente el número de visitantes extranjeros.

"Todo Al-Ula es un museo a cielo abierto", explica el guía Bandar al Anazi, durante un viaje de prensa organizado para coincidir con la visita del príncipe heredero a Francia.

"Hay tanta historia aquí esperando ser revelada", afirma mostrando tumbas talladas en la roca con nichos para los entierros.

Las tumbas, algunas de ellas con inscripciones preislámicas y dibujos como escenas de caza, son una herencia de la tradición artística nabatea.

El arte rupestre tallado podría ayudar a dilucidar los misterios de casi 4.000 años de civilización en la península arábiga.

"Un potencial infinito"

La región, del tamaño de Bélgica, fue un lugar de paso para las caravanas y de abastecimiento de agua potable en la ruta comercial entre la península arábiga, el norte de África e India.

Alberga el primer yacimiento del reino incluido en el Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco: Madain Saleh, construido hace más de 2.000 años por los nabateos, un pueblo árabe dedicado al comercio y que vivió en el sur de Jordania y al norte de la actual Arabia.

De hecho, se compara con las ruinas de Petra, en Jordania.

"Cada día descubrimos algo nuevo", afirma Jamie Quartermaine, experto del grupo británico Oxford Archaeology. "El potencial es infinito".

La zona alberga el yacimiento Madain Saleh, incluido en el Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco, construido hace más de 2.000 años

Sobrevolando la zona en helicóptero, se ve un paisaje de montes, desfiladeros, laberintos rocosos y arena hasta donde alcanza la vista.

La ciudad fortificada de Al-Ula, con sus casas de adobe y piedra, será restaurada en colaboración con Francia y se registrarán todos sus tesoros arqueológicos, declaró Amr al Madani, director general de la Comisión real saudita para Al-Ula.

El acuerdo franco-saudita, de una duración de 10 años, prevé la creación de una agencia basada en el modelo de la que dirigió la creación del Louvre Abu Dabi inaugurado en noviembre, afirmó Gérard Mestrallet, presidente del consejo de administración del grupo energético Engie y enviado especial del presidente francés Emmanuel Macron para Al-Ula.

Turismo

Según él es un acuerdo "sin precedentes", que cubre numerosos ámbitos: arqueología, oferta cultural y artística, infraestructuras, energía, transporte, formación y "todo cuanto Francia puede ofrecer en términos de valorización del patrimonio".

La agencia se financiará con capital saudita, pero se desconoce el importe.

En Al-Ula, a 1.100 km de Riad, se creará un museo, un centro de investigación histórica y arqueológica.

Un total de 150 estudiantes, la mitad de ellos mujeres, se formarán en turismo y cultura.

Los primeros turistas podrían llegar a la región "dentro de tres a cinco años", según Amr al Madani.

Una vez equipada, la región, que ya dispone de aeropuerto, debería poder recibir a entre 1,5 y 2,5 millones de visitantes por año respetando el medioambiente y las normas de desarrollo sostenible, según el responsable saudita.

El príncipe heredero saudita Mohamed bin Salmán fue fotografiado de vacaciones en Al-Ula, que forma parte de los tesoros arqueológicos casi olvidados hasta el movimiento de apertura emprendido por él.

El turismo es un eje central de un programa de reformas que aspira a reducir la dependencia saudita del petróleo.

Este programa va acompañado de una política aperturista lanzada por el príncipe, que otorga a las mujeres el derecho de conducir, autoriza los conciertos y los cines y afloja el cerco impuesto por los conservadores en numerosos aspectos de la vida cotidiana.

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