Arquitectura patrimonial de la Rambla

Hay que viajar en el tiempo hasta 1923, año en que se inició la construcción de la Rambla Sur, para comprender lo colosal de la obra, por donde se la mire; por las dimensiones, la calidad, el diseño y sobre todo, por el esfuerzo aunado de una sociedad pujante y optimista que se proyectaba con confianza hacia el futuro. Es una obra ejemplar: 4.000 metros de largo, 50 de ancho, construidos en piedra granítica rosada nacional, con una estética despojada y racional muy vanguardista, en temprana sintonía con el incipiente Movimiento Moderno.

En la primera mitad del siglo XX en Montevideo se construían en simultáneo otras obras magnas como el Estadio Centenario, la Intendencia de Montevideo, el Hospital de Clínicas, el Palacio Legislativo, el Hotel Casino Carrasco y el Palacio Salvo. La canción Adiós mi barrio, de Víctor Soliño y Ramón Collazo, reza: "La piqueta fatal del progreso arrancó mil recuerdos queridos", y es una manera de nombrar la profunda alteración que experimentó la costa montevideana con la construcción de la Rambla Sur.

"Se trata de un tramo que tiene todo el catálogo morfológico de la arquitectura del siglo XX, fue una apuesta descomunal para dar vuelta la ciudad hacia el mar, que tuvo una gran incidencia en la vida de la gente", resume Ernesto Spósito, director de la Unidad de Protección del Patrimonio de la Intendencia de Montevideo. La ciudad de cara a la costa del proyecto batllista fue adoptada con entusiasmo por los montevideanos, que la fueron conquistando a lo largo de más de 20 kilómetros. de paseo público. Una tras otra se suceden las puntas con sus respectivas bahías, las playas y los barrios. En los diferentes tramos la rambla cambia su materialidad y hasta tiene distintos nombres, sin embargo, a modo de sinécdoque, la rambla es todas, es la misma, es una.

Desde la Unidad de Protección del Patrimonio de la Intendencia, Spósito plantea el siguiente concepto de patrimonio: "Es una herencia con la que nos identificamos, pero que es un elemento vivo, que tiene que mantener su uso y las condiciones necesarias para eso. Una ecuación difícil de resolver, pero la concepción de patrimonio no puede ser convertir la ciudad en un museo".

En ese aspecto, resulta especialmente representativo el caso del edificio El Yacht, protegido patrimonialmente por pertenecer al conjunto del Parque Rodó. La construcción, un exquisito ejemplar de la vanguardia arquitectónica del art déco con rasgos streamline, experimentó una reforma durante la década de 1980 que lo convirtió en local bailable (W Lounge) y bastardeó su arquitectura original. "El edificio se había destruido y cuando se venció la concesión se recuperó. En la licitación, insólitamente, apareció un proyecto que no solo no construía más, sino que además demolía la reforma que se había hecho y devolvía el edificio a su estado casi original, con un trabajo de restauración increíble", detalla Spósito a propósito del local de comida rápida que se instaló en el lugar.

"América se funda con una intención de olvidar el pasado, es el nuevo mundo —el problema es filosófico—, acá todos refundan, lo anterior no sirve y no es así, siempre hay algo para rescatar", esgrime Alfredo Ghierra, artista visual y militante por el patrimonio edilicio de Montevideo. "Las casas que desaparecieron en la rambla de Pocitos pertenecían a una forma de vida que terminó, pero se podrían haber mantenido los volúmenes y adaptado el interior a las nuevas condiciones de vida, eran construcciones bellísimas y de muy buena calidad", agrega, mientras contempla una fotografía tomada desde la punta de Trouville, de espaldas a la costa, donde se muestran un par de piscinas públicas y un conjunto de casonas de las que ya no sobrevive ninguna. "Lo único que queda es el castillo Pittamiglio, porque el dueño lo donó al Estado con la condición de que nunca se demoliera", comenta Ghierra.

Las construcciones del pasado que sobreviven interrumpen el monótono skyline de la bahía de Pocitos y se cuentan con los dedos de la mano. En la esquina de Francisco Vidal y la rambla, ubicado en una proa que no hace más que destacar las líneas náuticas de su arquitectura, sobrevive como por arte de magia un edificio que carece de afectación patrimonial alguna. "Se trata de un edificio muy modesto, que ha quedado fuera de contexto, como el castillo Pittamiglio y la casa del doctor Bauzá, obra del arquitecto Julio Vilamajó, que tampoco está protegida porque no es un ejemplo relevante de su trabajo y funciona como una caries", opina Spósito, sobre la casa que resiste en la primera línea de la rambla entre Buxareo y Pereira de la Luz.

Uno de los problemas más urgentes en materia de arquitectura patrimonial radica en la desvalorización que significa para una propiedad el hecho de estar protegida. Al respecto, Ghierra es contundente: "Estar en esas listas es un problema, son bienes complicados de mantener, de reformar, de vender, nadie quiere ser patrimonial, cuando debería ser un honor". Esas circunstancias disminuyen el valor de estos bienes en el mercado y Spósito anuncia que se está trabajando para generar un balance económico en esos casos, por ejemplo, transfiriendo la edificabilidad. "Los metros cuadrados que se podrían construir en una propiedad si no estuviese protegida, se transforman en un papel y se venden a alguien para que los incorpore a una construcción en un lugar de la ciudad donde se admita ese plus, de esa forma, protegemos por un lado y densificamos por otro", explica.

El hotel Riviera, también conocido como exhotel Bristol, de clara inspiración art déco con líneas náuticas, fue construido en 1925 y es otro de los ejemplos que sobreviven sin protección patrimonial. En el edificio se proyectan viviendas y oficinas, mientras que la oficina de venta se instalará en la propiedad lindera, de vertiente mediterránea, que junto a su jardín ornamental sí fueron contemplados en el inventario realizado en el año 2006, donde se les asignó un grado 3 de protección patrimonial.

Como una declaración de principios, la foto de portada del libro Rambla muestra una franja de agua verde, luego otra de agua marrón, luego el horizonte, el cielo y las nubes. La imagen ilustra con precisión lo que es exactamente aquello que muchos montevideanos llaman mar y algunos pocos escépticos llaman río: un estuario donde las aguas color de león de Cortázar y las verdes del océano Atlántico se juntan. Al hojear la publicación de la editorial Aguaclara, la sensación es que la rambla, ese paseo, ese rasgo de identidad inevitable de Montevideo, tiene el libro que se merece, en un amigable formato de 23 x 23 cm, con 350 páginas, fotografías de Diego Velazco y Santiago Epstein, y textos de Marcello Figueredo.

A esas características se suman las del papel y el tratamiento de la imagen. "Las fotos fueron preparadas para ser impresas en el tipo de papel que usamos, liviano y opaco, algo nuevo para Uruguay, donde generalmente se usan papeles coteados brillantes. Trabajamos mucho en el detalle, desde el momento de la toma, cuidando siempre de obtener la máxima definición posible a nivel óptico", detalla Velazco.

La inclusión de fotografías históricas suma al viaje espacial, un viaje temporal. De la comparación de algunas fotos actuales con las del mismo lugar hace un siglo atrás surgen saldos dispares. Existen casos como el de las olvidadas terrazas de Capurro, que a principios del siglo XX eran un auténtico ejemplo de la belle époque criolla, donde los montevideanos patinaban y escuchaban conciertos al aire libre. Una situación similar surge al contemplar la silueta de la costa de Pocitos alrededor de 1930, caracterizada por la diversidad del historicismo ecléctico aplicado a mansiones particulares y petit hoteles, que tan solo un par de décadas más tarde, impulsado por la ley de propiedad horizontal de 1946, experimentó un boom inmobiliario que cambió drásticamente su aspecto por el de la impronta moderna que la caracteriza hasta hoy. "Pintos Risso, Sichero Bouret y García Pardo son algunos de los arquitectos que dejaron huellas interesantes y valiosas en la rambla de Pocitos. Y aunque es cierto que esa pantalla edilicia proyecta sombra sobre la playa, en términos generales el resultado es parejo y nada desdeñable. Pocitos es nuestra Copacabana y siempre será el niño mimado de la ciudad. Eso no quiere decir que el paso del tiempo no haya barrido también con ciertas formas de la elegancia y del refinamiento que ya no volvieron a repetirse, pero eso ocurre a lo largo y ancho de toda la ciudad", sostiene Figueredo, autor de los textos de Rambla.

El libro objeto también transmite con naturalidad las diversas maneras en las que la rambla se habita, que van desde la práctica de deportes y el disfrute de las playas, hasta las charlas con el infaltable mate. En lo que refiere a su valor patrimonial, Figueredo asegura: "Montevideo tiene sobrados motivos para sentirse orgullosa de su rambla, debemos sentirnos obligados a conocerla, respetarla y cuidarla debidamente. Creo que bien mirado y bien leído, este libro puede ayudarnos a tomar conciencia de la ciudad que tuvimos, la que tenemos y la que queremos tener".

En 2015 se incorporaron 106 nuevos casos de bienes protegidos patrimonialmente, casi todos del siglo XX, como las cabinas de vigilancia policial, proyectadas entre 1938 y 1940 por el arquitecto Carlos Costa Lemes. Fueron declaradas Bien de Interés Departamental Grado 3 (el máximo es el 4), que indica: "Protección estructural. Edificio que debe ser conservado mejorando sus condiciones de habitabilidad o uso, manteniendo su configuración, sus elementos significativos y sus características ambientales".

De indudable espíritu moderno, este edificio del arquitecto Raúl Sichero Bouret fue construido en 1952 y expresa la admiración del autor por Le Corbusier y también por el maestro japonés Kenzo Tange. Junto a su vecino y muy parecido edificio Martí, marcaron la altura de la urbanización sobre la rambla de Pocitos.

Villa Yeruá es uno de los dos primeros padrones en ser declarados Bien de Interés Municipal, una figura que se creó en 2015. "La historia, la arquitectura, el urbanismo, no son los únicos saberes capaces de valorar el patrimonio, hay bienes significativos para pequeñas comunidades, como Villa Yeruá, que si bien tiene el atractivo del vínculo con Gardel que lo hace de interés para toda la comunidad, quien tiene internalizado este tema y promovió esta valoración es la comunidad de Malvín", detalla Ernesto Spósito. La casa era del entrerriano Francisco Maschio, amigo y cuidador oficial de Lunático, el purasangre preferido de Carlos Gardel, que se alojó en la casa un par de veranos. El gobierno departamental le concedió el bien a la Asociación Uruguaya de Propietarios de Caballos de Carrera para proyectar la rehabilitación del edificio y la instalación de un museo y espacio cultural vinculado al turf y al tango.

La rambla fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1986 y en 2010 fue incluida en la lista tentativa de bienes postulados para ser nombrados Patrimonio Mundial de la Unesco. "Las principales razones de la postulación radican en los valores paisajísticos, la multiplicidad de edificios y espacios públicos de interés y en ser soporte de una enorme cantidad de actividades que hacen a la inclusión social. Tal vez lo que más claramente muestra la valoración que merece, es que se trata del espacio público por excelencia de los montevideanos", sostiene el arquitecto Francisco Bonilla, uno de los responsables de la solicitud.

El monumento recorrerá el mismo camino que hicieron el Paisaje Cultural e Industrial de Fray Bentos y el Barrio Histórico de Colonia del Sacramento, y que están transitando actualmente la obra de Eladio Dieste y la arquitectura moderna del siglo XX de Montevideo.