Cumberbatch como Sherlock Holmes en la serie <i>Sherlock</i>
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > Cine y series

Benedict Cumberbatch, el más extraño del mundo

El actor combina facetas profesionales y personales antagónicas que lo convierten en un personaje único en la industria del espectáculo
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09 de julio de 2018 a las 05:00
A Benedict Cumberbatch una rueda pinchada casi le cuesta la vida. El desperfecto lo forzó a frenar en el camino de regreso al hotel en Sudáfrica, donde estaba rodando una miniserie televisiva. Lo acompañaba su colega Denisse Black y un amigo locatario. El trío intentaba cambiar la llanta cuando una camioneta frenó al costado. No era ayuda, eran seis secuestradores que –a punta de pistola– metieron a los accidentados en su vehículo, los ataron y se los llevaron.

Horas después, uno de los criminales le dijo al actor que se metiera en la valija de la camioneta. "Si me dejás ahí, el problema no es la falta de aire, es el espacio pequeño. Tengo un problema cardíaco y cerebral. Me voy a morir, me va a dar un ataque, y te genero un problema. Tenés un inglés muerto en la valija. No es bueno", le dijo Cumberbatch al secuestrador. Bajaron a las tres víctimas y las dejaron en el medio de la nada, pero vivas y sin daños.

"(Esa situación) Me enseñó que venimos a este mundo y nos vamos de la misma forma. Por tu cuenta. Me hizo querer vivir una vida menos ordinaria", reflexionó Cumberbatch años después. Y la verdad es que ni su vida, ni su carrera, ni su estatus como estrella son ordinarios.

Porque Benedict Cumberbatch es un actor clásico, formado a base de Shakespeare y de academia, y con un gusto por los personajes de esa escuela, así como por las figuras históricas, entre las que ha interpretado al matemático Alan Turing, al fundador de Wikileaks Julian Assange y al científico Stephen Hawking. Pero es a la par un ícono nerd, gracias a sus papeles como Khan en Star Trek, el dragón Smaug en El Hobbit, la versión moderna, hiperactiva y maniática de Sherlock Holmes y el mago superhéroe Doctor Strange en el universo cinematográfico de Marvel.


Es considerado uno de los actores más atractivos sin tener una belleza más tradicional (en comparación con sus colegas, como Brad Pitt, por nombrar a uno). Trabaja frecuentemente en Hollywood pero la mayor parte de su obra la desarrolló en el Reino Unido. Es un aristócrata ricachón, pero parece un tipo común, amigable y simpático. Es activista por diversas causas progresistas, es budista, vegano y espiritualista.

Benedict Timothy Carlton Cumberbatch es hijo de actores. Es nieto de un oficial de la marina que condujo submarinos en las dos guerras mundiales, su bisabuelo fue cónsul en Turquía y el Líbano en la era victoriana, y es primo lejano de Ricardo III, el monarca que Shakespeare hizo célebre, y al que representó en el teatro.

Teatro, cine, televisión, radio. Cumberbatch pasó por todos los medios y parece ser capaz de brillar en cualquier papel que interprete, mezclando soberbia, altanería, humanidad, poder, tragedia y una dosis de humor, según lo requiera la situación. Es un actor camaleónico pero es imposible despegarlo de sus roles. Siempre vemos a Benedict Cumberbatch, pero a la vez no es él.

Eso es visible con la primera aparición de su futuro personaje en la serie Brexit, que contará el proceso y la campaña que llevó a que los británicos optaran por retirarse de la Unión Europea. Allí aparece semicalvo y avejentado, pero se siguen viendo esos ojos reptilianos y heterocrómicos y los pómulos altísimos que son seña de identidad de la casa.

Y lo mismo pasa con Patrick Melrose, uno de los roles más destacados de la carrera de Cumberbatch en la miniserie del mismo nombre. Canoso, hinchado, arrugado; el camuflaje es mayor, pero el actor está ahí abajo.


Basada en las novelas de Edward St Aubyn, un hombre de la clase acomodada británica, descendiente de nobles que –a lo largo de cinco libros– relató de forma semiautobiográfica su vida de excesos, descontrol y lujo, pero también de tragedia, conflictos familiares (incluidos abusos sexuales de parte de su padre durante su infancia) y recuperación de etapas de adicción. Todo narrado con el barniz de sátira y estilo que demanda la idiosincrasia británica.

Cumberbatch vuela altísimo en esta miniserie, encarnando a un hombre que trata de salir de su propio pozo, tropieza, cae de nuevo, pero sigue intentando. Para el actor, este trabajo era una misión personal. Lo consideraba uno de sus papeles soñados, junto a Hamlet. Y se mete en él de forma absoluta.

Quizás su britanidad le haya jugado en contra, o el hecho de tener muchos papeles excelentes pero no magistrales, pero aún no ha tenido demasiado reconocimiento a nivel de premios, ni por su labor cinematográfica ni por la televisiva. En su casa solo ostenta un premio Emmy por su trabajo en Sherlock. Pero los galardones no determinan el talento. Y, aunque no haya hombrecitos de oro en sus estanterías, Cumberbatch es uno de los actores más talentosos de la actualidad; también uno de los más extraños.

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