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Boston, una urbe con aroma a pueblo

La seducción viene de su historia, que a su vez la hace cada vez más vital y moderna
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12 de marzo de 2017 a las 05:00
Boston es la joya de la corona de la costa este de Estados Unidos, una ciudad vibrante y vital, que sin embargo conserva en muchos de sus rincones el sabor a pueblo colonial que alguna vez fue. Encandilada tradicionalmente por las luces brillantes de la vecina Nueva York, la capital de Massachusets se deja recorrer –a diferencia de la gran manzana- con menos estrés. Cualquiera sea la ruta que elija podrá disfrutar la combinación de casas de estilo georgiano con los brillantes rascacielos que se repiten en el centro, pero también en otros barrios, como el cercano al puerto, renovados recientemente.

Boston se caracteriza también por la amabilidad de sus habitantes; casi todos ostentan con orgullo la historia que está inmersa en cada ladrillo de sus casas o adoquín de sus calles y por eso casi siempre se transforman en guías voluntarios si el turista le pregunta alguna dirección o recomendación. Si la conversación se dirige hacia política o deportes (son fanáticos del béisbol, del futbol americano y del básquetbol, con los famosos Red Sox, Patriots y Boston Celtics, respectivamente, además del hockey sobre hielo), obtendrá su completa atención.

Fundada en 1630, se recorre más como una ciudad europea, en base a sus barrios, históricos y modernos, y casi siempre a pie mejor que en cualquier medio de transporte. Como las distancias son grandes, sin embargo, el subterráneo –conocido como T, ícono que marca cada estación- es una buena manera de moverse, con excelentes conexiones y un sistema fácil de navegar.

¿Qué visitar?


No deje de caminar el Freedom Trail, una ruta realmente pintada de rojo en las calles de la ciudad; el que lo sigue podrá revivir buena parte de la historia de la revolución que concluyó con la independencia de EEUU. Se puede hacer de a tramos o completa (en total son unos 4 kilómetros), pero lo ideal es comenzarla en el mayor parque de la ciudad, el Boston Commons, que de por sí merece una tarde completa, con picnic incluido o patinaje sobre hielo, según la estación.

En la ruta se incluyen iglesias, museos y hasta cementerios, además de zonas en las que se desarrollaron grandes batallas. Es posible hacerla tan solo con un mapa, pero vale la pena contratar un tour dirigido por ciudadanos de Boston vestidos a la usanza del siglo XVIII y que adoptan una personalidad real de la época. La ruta tiene 16 sitios oficiales, incluyendo el punto de la Masacre de Boston, el cementerio de Granary, la casa de Paul Revere y hasta un barco de guerra, el USS Constitution. Los tickets se compran en el centro de visitantes del Boston Commons o previamente en la web, incluyen visita guiada (muy entretenida por que los guías son buenos actores). También se puede bajar una app o contratar un tour de audio.

No se olvide de


Boston tiene una rica vida cultural y es posible disfrutar desde una obra de teatro o musical a lo Broadway, hasta una colección de arte de nivel como la estable del Museum o Fine Arts (en sí mismo una obra de arte, en su arquitectura). Otra visita recomendada es la del Museo John F Kennedy, que recorre de forma interactiva la historia de uno de los presidentes más icónicos de EEUU, además nativo de esta zona.

Si es un fanático de los deportesvisite el Fenway Park, el estadio de los Red Soxs. Pasee por Beacon Hill, una de las zonas más clásicas de la ciudad, repleta de comercios y pequeños lugares de diseño. Recorra el North End (que en algún tramo forma parte del Freedom Trail) e instálese un mediodía a comer frente al mar en el Waterfront. Para una visión diferente de la ciudad vaya a Jamaica Plain, un barrio con aromas y sabores diferentes y un toque bohemio que lo diferencia del resto.

¿Qué comer?


Como toda ciudad cosmopolita puede elegir lo que quiera, pero no deje de probar frutos del mar, en particular el clam chowder, algo así como una espesa sopa de almejas acompañada de unas galletitas tradicionales, y el roll lobster (sándwiches de langosta). Los bares de ostras son también una tradición del lugar. Otro buen programa es comer en alguno de los muchos restaurantes de Little Italy, un barrio pintoresco repleto de comercios, entre ellos almacenes con productos típicos de Italia. De una vuelta por Faneuill Hall, donde se ubica un enorme mercado de comidas con todo lo característico de la zona.

¿Cuándo ir?


Entre mayo y setiembre es el mejor período para visitar la ciudad. Cuidado que los veranos pueden ser realmente calurosos. Los inviernos de Nueva Inglaterra suelen ser muy crudos y la nieve casi siempre acompaña. En los peores meses (de diciembre a marzo) es difícil realizar una larga caminata aún con el mejor de los abrigos. El otoño es una época especialmente agradable porque la ciudad y sus alrededores se pintan de todos los tonos del ocre al naranja en el follaje de los árboles. Se pueden hacer recorridos en las inmediaciones de Boston para ver esa maravilla denominada Fall Foliage. Los bosques de Vermont son de los lugares más recomendados.

Tour de universidades

Del otro lado del río Charles, en la zona de Cambridge, se levanta el imponente campus de la Universidad de Harvard; esta zona merece en sí misma al menos un día para disfrutarla, entender su cultura juvenil pero repleta de tradición y deleitarse con historias, edificios, parques y hasta una comida al lado de un foodtruck de una de las facultades. Cambridge en sí mismo es un pueblito (o barrio, a esta altura) primoroso y fácil de caminar, repleto de restaurantes, cafés y tiendas. Su epicentro es Harvard Square, donde se ubica la famosa estatua de John Harvard y unos cuantos de los edificios claves de la universidad, incluyendo alguno de los llamados dorms (alojamientos de los estudiantes). Puede cruzar a Cambridge en el T o animarse a hacerlo a pie a través de uno de los puentes que cruzan el río en diferentes puntos; uno de ellos lo llevará cerca del MIT (Massachusetts Institute of Technology), otras de las prestigiosas universidades. Si tiene tiempo, pero del lado de Boston, visite el edificio de la Harvard Business School, imponente en su arquitectura y jardines perfectamente mantenidos.

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