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El padrino de superdotados que logró un plan estatal para apoyar a niños con altas capacidades

El MEC se decidió a trabajar en el diseño de políticas públicas para atenderlos
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01 de julio de 2018 a las 05:00

La oportunidad es una diosa de pelo corto y pies ligeros. Es una de las frases de cabecera de Óscar Quiñones, cirujano cardíaco, acostumbrado por profesión a salvar vidas. Pero como si su labor en el quirófano no fuera suficiente, el médico también ha dedicado su vida a salvar talentos.

La primera vez que Quiñones se cruzó con una persona dotada de un talento especial fue en 1966, cuando tenía tan solo ocho años. Después de las vacaciones de julio, llegaron a la escuela N° 3 de Bella Unión los mellizos Morales. "Uno de ellos lo único que hacía era dibujar. Dibujaba hermoso", comentó Quiñones a El Observador. "Pero así como llegaron, un día los mellizos dejaron de ir a la escuela", agregó. De ese niño y su capacidad para dibujar, Quiñones no se olvidó más.

Tuvieron que pasar muchos años y cruzar el Río de la Plata para que otro niño "muy inteligente" se atravesara en el camino de Quiñones. Esta vez fue Romina, la amiga de su hija de cuatro años, quien ya con esa edad sabía perfectamente la hora, además de escribir. Cuando la familia Quiñones regresó a Uruguay, intentó adoptar a la niña, cuyos padres estaban enfermos, pero por temas legales no fue posible. "En otro país y con apoyo, Romina hubiera llegado lejos", se lamentó el cirujano.

Para entonces ya empezaba a sospechar que tanto Romina como los hermanos Morales tenían algo especial. Eran seres dotados de alguna alta habilidad que no todo ser humano solía tener. Así empezó a interesarse e investigar las altas capacidades.

Las personas con altas capacidades son aquellas que tienen un coeficiente intelecutal elevado en alguna disciplina, no necesariamente en todas. Es decir, tienen una inteligencia superior a la media y, por esta razón, otra manera de entender la realidad.

Quiñones no sospechaba que la vida le tenía preparada otras oportunidades para ayudar a estas personas. Hace ocho años, conoció a Mauricio, un chico de 13 años, ávido para la lectura, que en su corta edad había leído tanta literatura como él en 50 años. "No solo conocía a los autores, sus obras, sino que además sabía interpretarlas perfectamente", expresó. "Pero como las otras veces, la oportunidad pasó y no lo pude ayudar", agregó.

En 2014 a través de su esposa, el cirujano conoció la historia de Agustín, un niño de 12 años, que tras competir con 21 mil escolares ganó la Olimpíada de Matemática. Además, había recibido otros reconocimientos en distintos certámenes. El médico enseguida se interesó por él y ofreció a sus padres conseguir algún profesional que lo evaluara para conocer a ciencia cierta sus capacidades.


Luego de mover varios contactos y de toparse con varias negativas –aludiendo falta de experiencia en tratar chicos con altas capacidades– encontró un grupo de profesionales que accedió a evaluarlo. Tal como sospechaba Quiñones, Agustín tenía elevadas habilidades en el área científica.

Si bien el hallazgo lo dejó contento, la falta de herramientas en Uruguay para atender a estas personas le generó preocupación y lo llevó a buscar otro tipo de soluciones.

En 2016 el chico ingresaba al liceo y el cirujano quería darle la oportunidad de cursarlo en un instituto que diera prioridad al área científica. Averiguó en la Universidad de la República de qué colegios provenían los alumnos con mejores niveles en matemática y se puso como meta conseguir una beca en alguno de ellos. Finalmente lo logró.

Sin embargo, como sus padres no podían costear esa cuota, Quiñones decidió contribuir de su parte y se puso en campaña entre amigos y conocidos para que se comprometieran a donar un dólar al mes para pagar el resto de la cuota. Desde entonces hay unas 30 personas comprometidas con la causa. Mes a mes, el médico les recuerda el aporte y lleva prolijamente la contabilidad en un cuaderno, que enseñó a El Observador.

Hoy Agustín asiste también a talleres de matemática en la Universidad de Montevideo y continúa entrenándose para las Olimpíadas de Matemática.

"La oportunidad es una diosa de pelo corto y pies ligeros. Fueron varias las veces en mi vida que me crucé con estas personas y siempre tuve la sensación de que había que hacer algo", dijo Quiñones, al terminar de relatar la historia de su apadrinado.

Políticas públicas

Sin embargo, el interés del médico en ayudar a las personas con altas capacidades fue más allá. Varias veces se presentó ante la ministra de Educación, María Julia Muñoz, para plantearle el caso de Agustín y pedirle apoyo. Al principio sus intentos fueron infructíferos, pero en 2016 recibió una llamada inesperada. Lo citaban a una reunión con la ministra.

Allí recibió la noticia de que las autoridades del ministerio habían resuelto comenzar a trabajar en ese sentido. De hecho, de la reunión participaron también profesionales entendidos en el tema. Ese día se conformó un grupo de trabajo, que bajo el liderazgo de la subsecretaria de Educación, Edith Moraes, tenía como propósito comenzar a delinear políticas para atender a este sector de la población.

"Las políticas educativas en Uruguay tienen una larga trayectoria en educación especial para niños que presentan discapacidades, pero no las tiene para niños con altas capacidades", dijo Moraes a El Observador. "Hoy se atienden casos particulares, pero la educación pública debe ser para todos", agregó.


El primer propósito que se puso este grupo de trabajo fue determinar la cantidad de uruguayos con altas capacidades, una cifra desconocida hasta el momento.

Mundialmente el porcentaje de población con estas características supone el 3%, por lo que es de esperar que Uruguay se ajuste a este parámetro, expresó a El Observador el neuropsicólogo de niños, Horacio Paiva.

Para sacarse las dudas se solicitó el apoyo de la Dirección de Investigación, Evaluación y Estadística (DIEE) del Codicen y al Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) y se definió una muestra de 84 escuelas y colegios para evaluar a los niños de ocho años –estén en el año que estén– y determinar cuántos de ellos tienen altas capacidades. En total son unos 2.000 escolares. Dicha investigación comenzó la primera semana de junio y se espera tener los resultados para fin de año.

La directora general del CEIP, Irupé Buzzetti, explicó a El Observador que se resolvió estudiar a los niños de ocho años porque se considera que a esa edad el desarrollo cognitivo es tal que se puede tener una clara definición sobre si el niño presenta alta capacidades o no. A su vez, la edad no es tan avanzada y permite intervenir para fomentar el desarrollo de la habilidad.

Una vez que se tenga el resultado, la idea es comenzar a trabajar en un plan piloto con los niños que denoten altas capacidades, de manera de darles la atención pedagógica que favorezca su desarrollo. "La idea no es separarlos, sino que continúen en el mismo centro educativo, pero con algunos apoyos", dijo Buzzetti.

Por su parte, Moraes manifestó que en el mundo existen distintos caminos para hacerlo. Algunos trabajan con la aceleración, es decir adelantan al niño algunos años en la escuela para colocarlo a un nivel que lo desafíe. Sin embargo, la subsecretaria advirtió que esto no siempre funciona.

Adelantó que lo que se está pensando es en ofrecerle a estos niños actividades extracurriculares y entornos de aprendizaje según sus necesidades, así como también ofrecerles atención con especialistas, de forma que puedan ser evaluados y apoyados correctamente. A su vez, se buscará formar a los docentes, dijo la jerarca.

"No estamos separando talentos, estamos promoviendo talentos", dijo Buzzetti. En este sentido, Paiva manifestó: "Hay que dar las condiciones para que las altas capacidades emerjan. Estoy seguro que en los barrios más vulnerables del país se encuentran muchos músicos que no están teniendo la oportunidad para detectarla y desarrollarla. Son talentos uruguayos que se pierden", advirtió.



Constancia y creatividad

El neuropsicólogo Horacio Paiva dijo a El Observador que el coeficiente intelectual no es lo único que cuenta para determinar una alta habilidad. Otro factor importante es contar con un grado de compromiso y de motivación para desarrollarla. "Suárez y Cavani nunca hubieran desarrollado esa capacidad de élite, si no hubieran tenido la constancia y la renuncia para desarrollar esa capacidad", explicó. Otra condición necesaria es la creatividad. "Las personas con altas capacidades tienen creatividad para resolver de manera peculiar los problemas que se les presentan", comentó. "Einstein necesitó un alto grado de creatividad para tener ideas para investigar", señaló. Manifestó que para atender a estos niños se van a necesitar más recursos, pero más que nada se deberán utilizar bien los recursos que el país ya tiene.





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