Dos sociedades de capitales argentinos se dividen la inversión. Vía Rosina S.A construirá el parking de cuatro subsuelos, y Silvermoon S.A el edificio que se llamará Tempo. Todo el proyecto, que implica una inversión de U$S 30.000.000 y cuenta con exoneraciones impositivas, es desarrollado por la empresa Advance. Todo el proyecto tendrá en obra a un cuarto de la manzana céntrica por los próximos cinco años. Sin embargo, el estacionamiento estará abierto dentro de dos años.
El parking funcionará todo el día como un estacionamiento privado abierto al público y a los habitantes de la torre. Sin embargo, los ocupantes del edificio y vecinos de la zona que sólo guarden el auto durante la noche y dejen libre la plaza en el día abonarán un precio bonificado por el lugar. "Ese uso mixto genera mas rentabilidad y baja el costo del que lo usa de noche, explicó a El Observador Mariano Frascheri integrante del grupo desarrollador Advance.
Lea también Intendencia frena llamados para estacionamientos subterráneos
El parking funcionará de forma similar al de un shopping, con indicadores y pantallas de lugares libres. Los desarrolladores planean desarrollar incluso una aplicación para el pago y la reserva de lugar o que la plaza puede ser abonada con telepeaje.
El proyecto viene a aumentar el espacio para estacionar en ese punto céntrico de la ciudad por lo que tuvo el visto bueno de la Intendencia de Montevideo y del Municipio B. La falta de lugares de estacionamientos es un problema que la Intendencia ha intentado solucionar con la construcción de estacionamientos subterráneos, entre otras medidas.
En 2017, la comuna lanzó siete licitaciones para construir estos parkings pero ninguno de los llamados fue adjudicado. El director de Desarrollo Económico de la Intendencia, Óscar Curutchet dijo en abril a El Observador que los llamados fallaron porque la tasa de ocupación proyectada en los pliegos no les asegura rentabilidad a los privados.
Lea también Mil días en la gestión de Daniel Martínez: qué cumplió y qué tiene pendiente
Los inversores del proyecto en el Cordón sin embargo, lograron mejorar la rentabilidad proyectada del parking al asociarlo a un proyecto de vivienda. Por un lado, el valor del terreno quedó dividió y compartido entre dos sociedades anónimas diferentes lo que abarata el costo para los inversores. Por otro lado, la construcción de un edificio de viviendas hace que haya "un núcleo cautivo de potenciales clientes que se suman al local comercial y las oficinas", explicó Frascheri. Además la esquina está frente a un banco sin estacionamiento, cerca de la Galería del Notariado, lo que genera un flujo de oficinas interesante y la da rentabilidad al parking", agregó. "Es el primer parking subterráneo que se construye con este modelo de negocio que esperamos que se replique en otros puntos", dijo.
Por encima del estacionamiento, se elevará una torre de 10 pisos y 192 apartamentos con unidades de 1 y 2 dormitorios. En planta baja habrá un espacio para coworking (que dará a un patio interno del convento que será preservado y reacondicionado), y un local comercial de 550m2. En el primer piso habrá hasta 10 locales de oficina y luego las viviendas con barbacoas en la terraza y servicio de lavandería y hasta de bicicletas.
Venia del Vaticano
El convento y capilla de las Hermanas Capuchinas fue un legado de Sofía Jackson de Buxareo, miembro de una familia patricia que a fines del Siglo XIX realizó varias donaciones a la Iglesia Católica y a distintas obras sociales. La piedra fundamental de la casona fue colocada en 1900 en un acto apadrinado entre otros por Elena Heber de Jackson y el Juan Zorrilla de San Martín. Dos años después la casona fue inaugurada con la presencia del estanciero Alejandro Gallinal, según recoge el sitio web Montevideo Antiguo.
El convento alojó dos hogares estudiantiles pero como cada vez había menos monjas viviendo en la casona, el lugar se volvió muy difícil de administrar y mantener por parte de la congregación de las Hermanas Capuchinas. Por eso, en 2016 las hermanas pidieron la venia del Vaticano para poder vender la propiedad a los inversores argentinos por U$$2.500.000 dólares. El edificio no contaba con ninguna declaración patrimonial, explicó a El Observador el alcalde del municipio B, Carlos Varela.
En 2016, Frascheri abrió el lugar para que un amigo artista diera clases de plástica. A través del boca a boca, fueron llegando cada vez más artistas hasta que el convento se transformó en un "lienzo gigantesco" para muralistas y pintores. Hasta hoy y por pocos días más, en la Capilla que da sobre la calle Guayabo se puede ver dos murales en las paredes laterales: uno que recoge varias escenas cotidianas y otro con figuras humanas. Los artistas pintaron los murales a sabiendas que el lugar iba a desaparecer. De hecho, la demolición es parte de una obra que busca mostrar "lo efímero del arte", explicó Frascheri. Algunos restos de la casona serán conservados una vez que termine la demolición para crear un rincón recordatorio de la Capilla de las Capuchinas en el nuevo edificio.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá