Miguel Arregui

Miguel Arregui

Milongas y Obsesiones > Personaje de la semana/ MIGUEL ARREGUI

Carles el breve

El conductor del independentismo catalán, el hombre elegido por la historia, se pegó el piro dejando a los suyos colgados del pincel
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04 de noviembre de 2017 a las 05:00
No está claro qué cosa ha sorprendido más al mundo: si la persistencia del independentismo catalán o la liviandad aparente de algunos de sus principales líderes. La historia está para desmentir a los profetas; pero parece que la república catalana, proclamada el viernes 27 de octubre, nació muerta, por la poca sustancia y valentía de quienes dieron manija y tiraron del carro.

El gobierno central de España, representado por Mariano Rajoy, intervino la región separatista, cesó a su gobierno y convocó a elecciones anticipadas para el 21 de diciembre. Entonces el novel presidente Carles Puigdemont corrió a refugiarse en Bélgica con una parte de su fugaz gobierno republicano. Ni un atisbo de resistencia, aunque fuese simbólica; ni un gesto heroico, como hacerse meter preso para convertirse en víctima y guía moral de los secesionistas.

"Se nos han llevado la república a Bélgica y aquí nos hemos quedado con una virreina", resumió con ironía una desconcertada independentista catalana citada por la agencia AFP. La "virreina" –o representante del rey y de la monarquía constitucional española– es la vicepresidenta del gobierno central, Soraya Sáenz de Santamaría, quien asumió las funciones del destituido presidente de la Generalitat, hasta que las urnas señalen un nuevo gobierno.

El mapa del mundo no es necesariamente justo ni tiene por qué perdurar. Ahora mismo está repleto de absurdos, accidentes y arbitrariedades. Cualquier día de estos Cataluña puede convertirse en un Estado independiente. Pero no dejará de resultar anacrónico: el fervor secesionista de una parte de su sociedad llega a la cima justo cuando goza de las más amplias libertades y autonomía de su historia. El rápido desarrollo moderno de Cataluña, una de las regiones más prósperas de España, se debió, precisamente, a estar metida en una Europa cada vez más integrada y menos nacionalista y, a la vez, nunca tan respetuosa de la diversidad.

Los secesionistas catalanes parecen haber confiado en una aventura de poco coste y bajo palio. Sin embargo, el mundo los mira entre el asombro y la vergüenza ajena, en tanto unas 2.000 empresas, la mayoría pequeñas pero también de las grandes, han dejado la región en el último mes, lo que parece el preámbulo de una depresión.

Y sorprende que sus líderes, un arco inverosímil que va desde la derecha nacionalista hasta la ultra izquierda, hayan subestimado las reacciones contrarias, entre los suyos y en Madrid, la vieja capital imperial, que difícilmente permita el desmembramiento del Estado sin dar pelea.

Mucha gente no puede creer que todo el asunto sea tan pueril como el flequillo de Puigdemont. "El procés" independentista parece teñido de imprevisión, ingenuidad política, falta de planificación, personalismo y, por qué no, mesianismo, según resumió una nota de El Observador del 1º de noviembre.

El independentista republicano Lluís Companys, quien presidió la Generalitat durante la guerra civil española, fue apresado en su exilio francés por los nazis y entregado a los franquistas, que lo fusilaron en 1940. Pero Puigdemont debió confiar que los tiempos son otros: otros los costos y otras las garantías. De hecho, una parte de los miembros de su gobierno, incluido el exvicepresidente Oriol Junqueras, enfrentaron a los jueces y están en la cárcel para ser juzgados por rebelión y sedición, delitos graves.
¿Quién es Carles Puigdemont, el líder que cuando la realidad se le cayó encima tomó sus cosas y se pegó el piro, dejando a los suyos colgados del pincel?

Este experiodista de 54 años, casado con una rumana y padre de dos hijas pequeñas, fue alcalde de Gerona, una ciudad de 100 mil habitantes, entre 2011 y 2016. También era diputado en el Parlamento de Cataluña por Convergencia Democrática, un partido conservador y nacionalista.

En enero de 2016, después de que los independentistas cosecharan el 47,7% de los sufragios en las elecciones regionales, pasó a liderar una coalición secesionista en sustitución de Artur Mas, quien no era aceptado por los socios de extrema izquierda.

Se lo ha descrito como una persona sin gran bagaje intelectual aunque tozuda; un independentista radical y de toda la vida. Preconiza una lucha no violenta, paciente y larga, según las enseñanzas del líder nacionalista indio Mahatma Gandhi.

A veces Puigdemont actuó como el hombre de la historia conduciendo al pueblo elegido. Representa (o representó, vaya a saberse su suerte política), a media Cataluña, mientras niega a la otra mitad.

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