Cuenta la historia que la eterna rivalidad entre Uruguay y Argentina nació desde el primer partido. Pero allá por 1924 hubo un punto de quiebre. Fue en un partido plagado de hechos inéditos como el gol olímpico, una batalla campal y la salida de los uruguayos abriéndose paso a trompada limpia.
De aquel partido quedaron cosas tan inéditas como desconocidas de una rivalidad que se mantiene inalterable al paso del tiempo.
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El 28 de setiembre de 1924 se fijó un partido entre argentinos y uruguayos en cancha de Sportivo Barracas. Pero el encuentro no se pudo jugar por incidentes. ¿Qué pasó? La visión argentina, publicada por la revista argentina El Gráfico, dice: "Hay quienes acusan a las autoridades de la Asociación (AFA) de vender un número excesivo de localidades dando rienda suelta al deseo de lucrar. Otros atribuyen a la policía falta de vigilancia en la tarea de contener al público ubicado en las proximidades del estadio y que, en un momento dado, atropelló las puertas y escaló las paredes". Fue un verdadero escándalo, con combates a pedradas que dejaron varios heridos, público dentro del campo de juego y partido suspendido antes de que los futbolistas pisaran la cancha". El partido finalmente se jugó el 2 de octubre.
El denominado gol olímpico fue en homenaje a Uruguay pero lo anotó Argentina contra el elenco celeste. Ocurrió aquel 2 de octubre de 1924 donde los albicelestes vencieron 2-1 con un gol de Tarascone y otro de Cesáreo Onzari, que la metió directo desde un tiro de esquina. Fue el primer gol convertido de ese modo. Antes no era reglamentario. El detalle de haber sido convertido contra los campeones olímpicos le valió el mote para siempre de "gol olímpico". Una denominación que se mantiene al día de hoy como homenaje a los uruguayos.
El partido suspendido se fijó para el 2 de octubre. Y fue una batalla campal. El Gráfico señalaba en sus páginas: "Pocas veces hemos experimentado en un campo de juego la impresión dolorosa, de desconcierto, que sufrimos ante el epílogo que tuvo el encuentro. Las escenas de guerrillas entre los campeones olímpicos y el público, aquella otra de Scarone luchando a brazo partido con los agentes de policía, procurando impedirle que abandonase el field, no tienen precedente en las luchas internacionales rioplatenses. De cómo se pudo llegar a esa exaltación y falta de buen tino, es lo que no nos explicamos, y si buscamos su origen debemos decir en honor a la verdad, que lo encontraríamos por igual en la conducta de ambas partes (...)".
Volvamos al relato de aquel tiempo porque la historia no terminó ahí. El partido finalmente no concluyó. Uruguay se retiró del campo de juego a piñazo limpio contra los hinchas argentinos a dos minutos del final. "La nota máxima de la locura dieron la casi totalidad de los campeones olímpicos dejando de jugar para entregarse a una verdadera batalla con el público (...) Cuando los uruguayos abandonaron la cancha, los hombres del team argentino fueron detrás de ellos a fin de pedirles que cambiaran de actitud. No habiendo obtenido resultado su intervención, volvieron para cumplir con el reglamento que obliga a permanecer en el field hasta expirado el tiempo de juego". Sí: el público invadió la cancha, se agarró a trompadas con los jugadores y el partido no llegó a terminarse".
Luego de aquel problema los futbolistas argentinos tenían miedo de que jugar con Uruguay en Montevideo por temor a que hubiera revancha luego de las agresiones en Barracas.
La final del Mundial de 1930 marcó otro punto de destaque que aumentó la rivalidad entre ambos equipos. Los argentinos se quejaron del trato recibido por los celestes que, sobre todo en el segundo tiempo, salieron a meter pata.
El diario Crítica escribió: "Los uruguayos tenían que ganar y ganaron. El árbitro jugó para Uruguay. Casi todos los jugadores quedaron lesionados. Es inminente la ruptura de relaciones con la Liga Uruguaya de Fútbol". La Razón fue más lejos: "Ninguno de nuestros hijos irá a jugar a Uruguay". Ambas Asociaciones rompieron relaciones.
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