Eduardo Espina

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¿Con o sin kétchup?

Las muchas calorías de un presidente adicto a los fritos
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06 de diciembre de 2017 a las 05:00
Que yo sepa, ningún periodista le ha preguntado todavía al presidente Tabaré Vázquez cuál es su dieta diaria, dónde come, quién prepara la comida, y si se preocupa en seguir una dieta balanceada y sana. Tampoco se sabe qué comen a diario Mauricio Macri y Michelle Bachelet, por mencionar solo a dos mandatarios de la región, ni creo que algún periodista haya hecho una investigación a fondo para demostrar en qué se cuidan y en qué no cuando tienen un plato de comida delante.

Vaya uno a saber por qué, pero la dieta presidencial es algo casi tabú, o bien que genera timidez a la hora de preguntar cada vez que tienen al mandatario a mano. Ni siquiera en Estados Unidos, país donde se conoce hasta el nombre del cocinero de la Casa Blanca, los periodistas suelen preguntar en conferencia de prensa, ¿presidente, podría informarnos sobre su plan de comidas de este mes?

Todos dan por un hecho que lleva una dieta saludable y que tiene un médico personal que monitorea sus hábitos alimenticios. No en vano, los mandatarios de ese país de los últimos 30 años se han caracterizado por su buen estado de salud, salvo el quebranto físico que sufrió Bill Clinton y que obligó a realizarle de apuro una operación al corazón.

George H. W. Bush tiene 93 años de edad y es el expresidente que más ha vivido. Donald Trump, sin embargo, no tiene buenos hábitos alimenticios, aunque luce muy saludable a los 71 años de edad. No ha tenido empacho en confesar que es un adicto a la comida chatarra, la cual es capaz de hacerse servir incluso cuando viaja en el Air Force One.

En entrevista que le hicieron el año pasado, dijo que le encanta McDonald's, especialmente el pescado frito. Lo insólito fue que lo que destacó fue la limpieza de la cadena de hamburgueserías. Un libro reciente, Let Trump Be Trump (Deja que Trump sea Trump), de Corey Lewandowski y Dave Bossie, revela que una cena ideal para el presidente estadounidense consiste de dos Big Macs, dos filetes fritos de pescado, y una malteada de chocolate. Otra alternativa deliciosa para él sería aquella que incluya papas chips, pollo frito, y pizza. Por lo visto, Trump tiene en su dieta a un enemigo más peligroso que Kim Jong-un.

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