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Consejos para elegir y tomar vino todos los días

En qué hay que fijarse a la hora e comprar sin demasiadas pretensiones o preocupaciones
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14 de abril de 2018 a las 05:00
Eric Asimov
New York Times News Service

Se han escrito libros sobre las maravillas del Montrachet, las complejidades del Domaine de la Romanée-Conti y los asombrosos lujos de un Yquem, vinos destacables que la gran mayoría de las personas apenas si pueden soñar en costear.

La verdad es que dedicamos mucha atención a las botellas únicas o sumamente especiales que estimulan la imaginación y ponemos muy poca atención en los tipos de vinos que la gente en verdad puede consumir en cualquier cena entre semana. Y estos son los más importantes de nuestras vidas.

Esas botellas especiales, si es que tenemos la suerte de beber una, ocupan un lugar exaltado porque establecen referentes. Sin embargo, los placeres más simples de los vinos cotidianos dan forma a nuestras actitudes y deseos, alimentan la curiosidad y estimulan la imaginación. Son estas botellas las que forjan nuestra relación con el vino y terminan por definir su papel en nuestras vidas.

Piense en el vino como si fuera comida. Si para usted es importante de dónde viene la comida, cómo se cría, se cultiva o se hace, y también sus consecuencias éticas y nutricionales, aplique esa misma lógica al vino.

Baje al vino de su pedestal. Es solo una bebida, un trago placentero. Deberíamos considerarlo un pilar de la mesa, como el pan o el aceite de oliva. No solo es para las ocasiones especiales, no requiere herramientas especiales para disfrutarlo ni poderes especiales de gusto u olfato para saber qué es bueno y qué no lo es. Es solo cuestión de gusto, no un juicio de nuestra personalidad o carácter.

Piense en la ocasión. No tome en cuenta lo que está en la cima de una escala universal de grandeza.

Muchos podrían estar de acuerdo con que un Grand Cru de Borgoña o un Premier Cru de Burdeos están entre los mejores vinos del mundo. Sin embargo, quizá esos no son los mejores vinos para una cena entre semana, cuando está cansado y quiere comer algo rápido con un vino sencillo.

Encuentre una buena vinatería. Eso aumenta en gran medida las probabilidades de encontrar buenas botellas porque los comerciantes meticulosos descartan la mayor parte de la paja. Evite los supermercados y otras tiendas no especializadas. Aunque podría encontrar una que otra botella decente, están llenas de vinos procesados y marcas insustanciales.

Confíe en los comerciantes y sumilleres. Nadie conoce los productos mejor que los comerciantes que los compran. En las tiendas reconocidas, pida ayuda. Diga cuál es su presupuesto, quizá lo que va a cocinar o los tipos de alimentos que le gusta comer. Este enfoque directo es mucho más útil que buscar aplicaciones que tienen puntajes para botellas o pretenden discernir sus gustos. Los comerciantes quieren que los clientes regresen, por lo que forjar una buena relación rendirá frutos antes de lo que cree.

Lo mismo sucede con los restaurantes, donde a los buenos sumilleres les preocupa más que disfrute el vino que vender todas sus botellas más costosas. Quieren que regrese.

Gaste un poco más. Puede encontrar muchas botellas decentes por alrededor de unos US$ 10, pero el potencial de calidad aumenta exponencialmente al comprar vinos de entre US$ 15 y US$ 20. Para muchas personas eso es mucho dinero para el vino cotidiano. Si es demasiado, quizá puedes probarlo una vez a la semana.

Comprométase con la diversidad. Hay tantos vinos grandiosos disponibles en la actualidad que resulta una pena elegir solamente entre tinto y blanco. Eso no quiere decir que deba evitar los vinos que se venden por caja. Es un gran placer beber las mismas botellas a lo largo de su periodo de existencia, para ver cómo evolucionan. Eso es muy distinto a beber los mismos vinos cada noche.

Hay otras sugerencias útiles, como comprar copas de vino de calidad, pero nada es tan importante como el vino en sí. El buen vino lo seguirá siendo aunque lo beba en un vaso.

Durante mucho tiempo hemos calificado a los grandes vinos en términos de su potencial para añejar, evolucionar, ser profundos y complejos. Todos esos son atributos maravillosos y definen el vino en su mejor nivel. No obstante, quizá debemos pensar en la grandeza del vino según su capacidad para cumplir con su objetivo. Ciertas botellas son suficientemente asequibles para ser vinos cotidianos, además de ser suficientemente interesantes para captar nuestra atención mientras nos refrescan y deleitan. ¿Acaso eso no es grandioso también? Yo creo que sí.

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