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Cuadrado, de la violencia a la Copa del Mundo

El colombiano, quien vio morir a su padre en una balacera, tiene una historia de película
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23 de junio de 2018 a las 05:00

La banda sonora en la ciudad de Necoclí era una balacera sin fin. A fines de los años 80 y principios de los 90, la población ubicada en Urabá, en el noroeste del departamento de Antioquia, en Colombia, se acostumbró a vivir en el epicentro de las múltiples masacres causadas por la guerrilla de la FARC y autodefensas de extrema derecha.

Marcos Lacaze
twitter.com/Mlacaze

Durante 1988 murieron en las fincas bananeras de La Negra y Honduras, 21 campesinos acusados de ser auxiliadores y activistas de la guerrilla. Con tal panorama era difícil trascender en ese lugar. Y la imagen pintada era opuesta a la que se veía en los jóvenes, que trataban de escaparse de la cruel realidad, corriendo detrás de la pelota o moviéndose al compás de un bullerengue.

En ese mismo año y en la misma ciudad se vivió el nacimiento de un individuo que iba a cumplir con todos estos puntos típicos de Necoclí: Juan Guillermo Cuadrado. El jugador de Juventus. El colombiano que tuvo que salir en el primer tiempo frente a Japón por la expulsión de un compañero. El que convierte un golazo y requiebra su cuerpo con el "ras tas tas". El que una noche, a sus cuatro años, tuvo que ver a su padre morir.

En la familia de Juan eran trabajadores de clase baja que trataban de darle todo a su hijo para que pudiera crecer lo más aislado posible de la verdadera ciudad en la que vivían. Guillermo, el padre, era un humilde repartidor de refrescos y Marcela Bello, su madre, se revolvía en una bananera.

Si había algo que no sobraba era dinero en la casa del actual jugador de la Juve, pero algo que no faltaba era creatividad y eso también era un tesoro.

El juego que le salvó la vida

Acostumbrados a las lluvias de balas, los padres del deportista se las ingeniaron para inventar un momento lúdico con su hijo y de esa forma resguardarlo de las noches crueles para que no fuera asesinado.

El juego consistía en que Juan tenía que esconderse debajo de la cama cada vez que escuchara comenzar un tiroteo. El niño lo hizo en reiteradas oportunidades, pero una vez no terminó como todos esperaban. Al salirse del escondite encontró a su padre inmóvil tirado en el suelo, muerto por una banda de delincuentes. Esa pesadilla le marcó la vida.

Las manos de su madre

Fue Marcela Bello quien tuvo que ponerle el hombro a la situación y sacar adelante la vida de su pequeño hijo. Con un trabajo no alcanzaba y además de la empresa bananera llegó el día a día en una heladería, que le sumaban para pagar los ocho mil pesos colombianos que le costaba mensualmente la escuela de fútbol Mingo de Necoclí.

La madre de Juan, además, pudo retomar sus estudios y pudo hacerse lugar entre las balas. Sin embargo, la violenta situación no mermó y se tuvieron que mudar al municipio de Apartadó, donde el atacante continuó su carrera entrenando en el Manchester FC local.

El profesionalismo

A los 12 años de edad, Cuadrado dejó el violento Urabá para llegar a Cali, gracias a Nelson Gallego, quien fue autorizado por la madre del jugador para llevárselo con él. De todas formas, no fue ahí donde debutó en primera división. La vida, sorprendente y caprichosa, lo hizo comenzar en 2008 el profesionalismo en el equipo antioqueño Deportivo Independiente Medellín, por lo que pudo devolverle algo a su querida ciudad que tanto le dio y le quitó en su infancia.

El gran pase

En el año 2009 llegó el gran momento para su carrera. El hecho que le cambió la vida y que no va a poder olvidar nunca jamás. El pase a Europa. Udinese, fue el equipo que lo eligió para ocupar un lugar de extracomunitario. Pero previo al viaje, el futbolista siguió tratando de crecer sin descuidar los estudios y se graduó de bachiller.

Luego de llegar a Udinese pasó a préstamo por Lecce, Fiorentina, Chelsea, que compró su pase, y Juventus, equipo en el que juega actualmente.

Madre e hijo

"Estamos recuperando todo el tiempo que perdimos cuando él era niño. Tratamos de estar lo más que podemos juntos. Aprovechando todo el tiempo que no pudimos compartir. Yo tenía que ser fuerte y darle las posibilidades para alcanzar su objetivo y ahora ver su sueño hecho realidad me hace la mamá más feliz del mundo", aseguró Marcela, la mamá de Juan Cuadrado, el niño que transformó la tragedia de las balas en goles para su país.

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