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Cuatro años después, las favelas volvieron a ser de los narcos

Recrudecen enfrentamientos entre narcotraficantes, que también afectan a barrios acomodados
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01 de octubre de 2017 a las 05:00
Por Pascale Trouillaud y Marie Hospital, AFP

Cuando los tiroteos se intensificaron hace una semana en Rocinha, la vida en la mayor favela de Rio de Janeiro se paralizó. Pero los disparos se escuchaban a la perfección en los barrios ricos vecinos, donde la Escuela Americana y la Universidad Católica, entre otras, tuvieron que cerrar.

Quienes viven, estudian o trabajan en los vecindarios acomodados de Gávea o São Conrado, al alcance de cualquier disparo que salga de Rocinha, conviven con una mezcla de ansiedad y resignación con la violencia desatada la semana pasada en la favela.

El Ejército acudió al lugar para contener las pugnas entre bandas de narcotraficantes, después que la Policía reconociera que era incapaz de controlar la situación.

Los enfrentamientos llegaron a provocar entonces el cierre de una importante avenida y una estación de metro, en el camino de decenas de miles de personas que asistían a los conciertos del Rock in Rio.

Y aunque la peor parte la llevó la favela, la Universidad Católica, la Escola Americana y las prestigiosas Escola Parque y Escola Teresiana, cerraron sus puertas, donde estudian 20 mil alumnos.

Aunque la situación pareció estabilizarse en los últimos días, Leonardo Ferreira, un empresario de 48 años de São Conrado, va al trabajo preocupado por sus hijos de 2 y 9 años, que asisten a una escuela muy próxima a Rocinha.

"Seguimos con aprehensión las noticias para saber si aquello vuelve a repetirse o empeora y si tenemos que salir corriendo a recoger a los niños en la escuela para llevarlos a casa, donde nuestro condominio es como un bunker", dice.

"Es una situación muy mala, que afecta nuestra capacidad de concentración en el trabajo y nuestra productividad", asegura.

Sobrevuelo prohibido

Mauro Sacramento, instructor de parapente, acaba de aterrizar con un turista en la arena blanca de la hermosa playa de São Conrado. Ese día, por orden del Ejército, no sobrevoló Rocinha.

Los tiroteos de los últimos días "sin duda tuvieron un gran impacto aquí", asegura Mauro. "Somos vecinos de Rocinha y a veces, según la dirección del viento, volamos por encima de ella. Estos días, cuando las personas agendan un vuelo por email o teléfono preguntan: ¿cómo está el trayecto? ¿está tranquilo?", relata.

"Es muy triste porque este es un lugar lindo, que podría ser uno de los mejores del mundo para vivir", lamenta.

Ventas caen

Frente a la playa tropical, Miguel Eduardo explica, dentro de su quiosco-bar, que las ventas de tortas y jugos de fruta tuvieron una importante caída en los últimos días, al punto tal que su facturación se redujo una cuarta parte. "La gente tenía miedo de venir", afirma.

"Ya hubo situaciones así en la época de Nem", el traficante que dominaba Rocinha y que hoy está en prisión. Esto "siempre ocurrió y ocurrirá nuevamente", cree.

Los traficantes y el miedo

La misma resignación embarga a René Hasenclever, presidente de la Asociación de vecinos de Gávea, para quien "esta no es ni la primera ni será la última vez" que deben padecer algo así.

Pero "en los últimos días, las escuelas han cerrado, se ven menos autos en la calle, la gente tiene miedo de salir", asegura.

La zona sur de Rio, donde se ubican los barrios acomodados, está rodeada de favelas.

Pero "no son las favelas las que nos molestan, sino el tráfico de drogas. Tengo que convivir con eso y, a veces, me da miedo", remarca Hasenclever.

En ningún otro lugar de Brasil ricos y pobres conviven tan cerca unos de otros como en Rio de Janeiro, donde las barriadas pobres se desarrollarron entramadas en la ciudad y no en las afueras, como en Brasilia o San Pablo.

De ese modo, los ricos, que se distribuyen principalmente a lo largo de la costa, están al alcance de los disparos que atormentan el día a día de los 1,5 millones de cariocas, un cuarto de la población de la ciudad, que viven en las empobrecidas laderas de los morros.

Con los niveles actuales de violencia, la presencia de militares en las calles es la que a menudo tranquiliza a vecinos como el informático Romulo Silva.

Mientras recorre con su bicicleta el camino rodeado de selva que une Gávea y Rocinha, militares fuertemente armados le paran e interrogan cerca de un punto de control de vehículos.

"Aquí nos hemos acostumbrado a mirar aplicaciones del celular (sobre tiroteos), intercambiamos información del tipo 'está ocurriendo una operación en Rocinha', 'dicen que hay criminales escondidos en el bosque'...", explica.

"El sentido común me mandaría a quedarme en casa, pero yo he decidido no dejarme vencer por el miedo", dice.

¿Pacificación?

Controlada por la organización de narcotraficantes Amigos dos Amigos (ADA), la violencia recrudeció en los últimos meses en Rocinha, igual que en otras favelas que estaban oficialmente "pacificadas" luego de la intervención de la Policía ya el Ejército en 2013, como preparación para el Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016.

A finales de julio, el gobierno había asignado a 8.500 militares al control de las calles y favelas de Rio de Janeiro.

Los soldados participaron en algunos operativos contra traficantes, pero luego disminuyeron sus acciones.

Diversos expertos aseguran que la "guerra" declarada contra los traficantes' no funciona, como lo demuestran los más de 100 policías muertos en la ciudad en lo que va de este año.

"Los grupos criminales nunca serán derrotados por el uso de la fuerza bruta. Ellos siempre ganan a la policía en eso. ¿Vamos a seguir insistiendo en eso? No puede haber ninguna victoria si no se apuesta por inteligencia e investigación", dijo Silva Ramos, del Centro de Estudios sobre la Seguridad y la Ciudadanía.

En 2008, la primera favela de Rio en ser "pacificada" fue Santa Marta, conocida por haber sido escenario de un videoclip de Michael Jackson a finales de los años 1990.

Rápidamente se convirtió en un modelo: la comunidad que abría sus puertas incluso a turistas extranjeros.

Pero las cosas han cambiado y los narcos volvieron a mandar.

Las cifras oficiales ponen los pelos de punta: en el primer trimestre de 2017, hubo 623 enfrentamientos en favelas "pacificadas", siete por día.

Incluso en las que rodean las ricas Ipanema, Copacabana o Leblon, como la propia Rocinha.

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