El mar estaba muy bravo. Eran las cuatro de la tarde del martes 10 de enero y los guardavidas del balneario Santa Ana de Canelones vigilaban atentos a los bañistas de esa playa ubicada a la altura del kilómetro 74 de la ruta Interbalnearia. La situación parecía estar controlada hasta que una joven llegó corriendo desesperada y, con el poco aire que le quedaba, trajo la mala noticia: "¡Se está ahogando mucha gente en la otra playa!", gritó.
Sin pensarlo, los guardavidas Marcelo Pisano y Carlos Ramos comenzaron a correr a la mayor velocidad posible esperando que aquella historia tuviese un final feliz. Cuando llegaron, agitados por la carrera, encontraron un panorama crítico.
Ramos se encargó de la primera bañista, la que estaba más cerca de la costa. Pisano, por su parte, tomó aire y empezó a nadar hacia las otras tres personas: Paola, una mujer de 34 años, y sus dos hijos de 8 y 14 años. "Agarrá a mis hijos. Me muero. Me muero. No me quiero morir. Devolveme la vida, por favor, por favor. Sacame, sacame", gritaba desesperada la mujer. Como reacción típica, hundía al guardavidas para intentar tomar algo de aire.
Afuera, muchas familias abandonaban la playa porque creían que los bañistas se ahogarían y no querían que los niños tuviesen que presenciar una escena tan triste.
"En un momento yo pensé descartar a la madre y sacar a los dos niños primero", contó Pisano a El Observador. Pero, al mismo tiempo, sabía que si la dejaba allí, la mujer moriría, porque las olas eran enormes. Entonces, con un estilo de nado similar al de pecho, el guardavidas cargó a dos de las tres personas sobre su espalda, tomó a la otra del brazo y empezó a patalear con toda su fuerza, ayudado por el brazo que le quedaba libre.
Hubo un final feliz y las cuatro personas se salvaron. Cuando salieron del agua, los dos guardavidas se abrazaron emocionados. "Le salvamos la vida a una familia", le decía uno al otro, y destacaban el trabajo en equipo que habían realizado. Mientras caminaban de vuelta a la casilla, las familias que disfrutaban de la tarde de playa se ponían de pie para aplaudirlos.
Pisano relató que se trata de una zona donde no hay servicio de guardavidas y, de hecho, un cartel así lo anuncia. Sin embargo, dado que hay una escalera que oficia como bajada, es una playa a la que concurren muchas personas.
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