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De pichón de cura a cura pichón

Juan Andrés Verde, que en las redes se hizo conocido como el Gordo, llegó al sacerdocio
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06 de diciembre de 2017 a las 05:00
"A que no te animás a sacarle el velo a la monja", le dijo su hermano mayor, Pablo, a los 10 años mientras sus padres conversaban con una hermana benedictina. En pocos segundos y luego de un salto, revoleaba el velo por el aire y sus tres hermanos festejaban aquel triunfo nada feliz para sus padres; el rezongo posterior se lo acuerdan hasta el día de hoy. Quien saltó aquel día acaba de pegar un salto más arriesgado: Juan Andrés "Gordo" Verde fue ordenado sacerdote el pasado domingo en la Catedral de Montevideo llenándola "como pocas veces", en palabras del cardenal Daniel Sturla.

Con 37.044 seguidores en Facebook y 4.000 en Twitter, el Gordo Verde transmite a través de sus redes anécdotas cotidianas para difundir valores que cree imprescindibles. Para Sturla, su popularidad tiene que ver con su capacidad de comunicar: "Así como es capaz de convocar a mucha gente también se preocupa por situaciones personales puntuales".

Como ejemplo, el cardenal recordó a una familia que se acercó durante la consagración del Gordo como diácono a contarle lo agradecidos que estaban con él. "Uno de los hijos de la familia estaba atravesando una depresión y decidieron contactarlo por Facebook. Un mensaje bastó para que el Gordo tocara timbre en la casa y hablara con el chiquilín. Lo invitó a distintas actividades y así lo fue sacando de esa depresión", narró el cardenal.

Verde nació el 24 de mayo de 1989 en Montevideo. Aunque ahora entiende especial haber nacido el día en que se celebra la fiesta de la advocación de María Auxiliadora, según su hermano menor, la santidad no era algo que lo caracterizara en su infancia. "Éramos pequeños demonios", contó José y recordó varias anécdotas junto a sus tres hermanos varones que dan fe de ello. Otro de sus hermanos, Francisco, tampoco lo recuerda como santo de chico. El domingo, durante la ordenación, Sturla leyó parte de una carta que este envío desde España –donde vive– en la que menciona: "Nadie hubiera imaginado que el gordo iba a ser cura, yo hubiera puesto todas las fichas en Pablo (hermano mayor)".

Gordo Verde
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En la carta, Francisco también hace referencia a la influencia de sus padres en la educación en la fe. "Mi viejo de chico iba a ser monje, cosa que yo no hubiera aguantado ni un día", dice el Gordo entre risas en referencia a la soledad que caracteriza este tipo de opción de vida. Sin embargo, reconoce que aunque su padre decidió no seguir ese camino sí eligió educarlos en la fe con mucha fuerza.

El ahora cura asistió al colegio Monte VI durante la primaria y cursó dos años en el colegio Pío. Pero no fue hasta ingresar al Juan XXIII que sintió que en su vida "faltaba algo". Había comenzado a estudiar veterinaria, estaba de novio desde hacía tres años con una chica que quería muchísimo y jugaba al rugby en la selección juvenil uruguaya. Fue al volver de un día de misión con el colegio en que manifestó a su exnovia: "Me dedicaría a eso toda la vida". Desde allí, su relación no fue la misma y comenzó a cuestionarse qué era eso que le faltaba. Entonces, decidió irse de misión un año a una obra salesiana que trabaja con jóvenes del medio rural para orientarlos en la educación. Fue allí donde terminó de decidirse por el sacerdocio.

Verde sintió temor varias veces en su vida y se cuestionó la fe a fondo: "Me cuestioné elegir una vida como sacerdote, elegir renunciar a una familia, a la sexualidad como cualquier ser humano. Pero yo creo que el tesoro es mucho mayor e intentar poner a Dios en el centro de mi corazón puede servir de evidencia para otras personas. Si me lo guardara solo para mí sería muy egoísta". De hecho, el novel sacerdote dijo que eso es algo que le gusta de Uruguay.
"Me encanta que la gente uruguaya no se coma la pastilla y se cuestione la fe hasta lo más profundo. Yo estoy acá porque estoy convencido de esto", dijo el Gordo Verde.
De estatura baja y sencillez para hablar, el Gordo se reconoce impulsivo pero manifiesta que intenta siempre ser cercano y ponerse en el lugar del otro. Su hermano lo describe como un tipo apasionado por lo que hace y que vive su vida como si fuese un partido de rugby, ya que entiende que transmite los valores que este deporte impulsa. De hecho, toda su vida estuvo vinculada al rugby.

Además de jugar en la selección y en Carrasco Polo Club, de más grande fundó el club Ceibos Rugby. Francisco Curone fue uno de los cofundadores y describe al Gordo como incondicional, aunque reconoce que dentro de la cancha era bravo. "Yo lo que siempre notaba era que era un loco que todo lo que se proponía lo lograba. Por eso no me sorprendió que Dios lo eligiera y él lo haya logrado".

Al igual que Francisco, su hermano José también lo describe como perseverante y sacrificado. "Cuando vivíamos en Villa Colón se tomaba dos bondis que demoraban alrededor de dos horas para ir a Carrasco a entrenar un rato", recordó. Aunque hoy extraña el rugby, se acerca a través de Pelota al Medio a la Esperanza, el programa del Ministerio del Interior mediante el cual se lleva este deporte a las cárceles. "Una vez me tocó vestir la celeste, que es muy emocionante, pero creo que poder vestir la de Cristo lo supera todo", dijo.

El Gordo ha ganado popularidad en las redes sociales con esos mensajes a través de los que intenta compartir su experiencia. Hace poco salió a tomar un café con su padre, y una señora se acercó a pedirle una foto. "A veces siento que estoy regalado", confesó entre risas.

Gordo Verde
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Esa popularidad pudo verse tanto en la concurrencia a su ordenación como a la primera misa que celebró este lunes en la Parroquia Stella Maris, lugar en el que permanecerá por al menos dos años.
Antes de empezar su primera misa, Verde se acercó al primer banco a saludar a su abuelo, que cumplía ese día 93 años. Unos bancos más atrás estaba el expresidente Luis Alberto Lacalle, quien también había estado en la catedral junto al senador colorado Pedro Bordaberry y la cocinera argentina Maru Botana, quien llegó especialmente para participar de la ordenación de su amigo.

En su primera homilía, el padre Verde dijo que simplemente pasó de ser "pichón de cura a cura pichón" y aseguró que intentará llevar su tarea de la mejor manera y con confianza en Dios. Al finalizar la celebración, la parroquia organizó un brindis pero el homenajeado "tiró la bomba de humo" y se fue al barrio Santa Eugenia como todos los lunes a repartir comida a gente que vive en la calle con el Movimiento Luceros, grupo del que también es fundador.

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