Para un país con siete mil años de historia y con una cultura de extraordinaria influencia mundial, decir que para el año 2050 será la primera gran potencia económica mundial, significa creer que el vaticinio ocurrirá pasado mañana. Para entonces, pocos de quienes están leyendo ahora mismo estas palabras seguirán vivos.
La fecha representa un futuro a muy largo plazo. Sin embargo, para los chinos se trata de un pasado mañana a la vuelta de la esquina. En septiembre pasado, en ocasión del viaje que hice a
China, me decía uno de los principales escritores de ese país: "Sabemos que nuestra economía seguirá creciendo de manera sostenida hasta 2040, por lo tanto, hasta ese año podemos planear
actividades sin que haya ninguna dificultad para obtener los fondos".
La creencia en ese presente dorado, y en ese futuro aún más brillante, es precisamente lo que proyecta el presidente chino Xi Jinping, quien va camino a convertirse en el líder político más amado en la historia de su país, superando incluso en popularidad al reformista Deng Xiaoping y al "jefe de jefes", Mao Tse Tung, el cual es visto por muchos chinos como un criminal, aunque los disidentes del pasado hoy prefieren mantenerse callados.
En gestos y comentarios, Xi hace pensar en líderes políticos estadounidenses que exaltan las virtudes del éxito individual y la prosperidad asociados al capitalismo. Xi demuestra tener gran fascinación y respeto por la palabra "éxito", a la cual emplea cada vez que hay algo importante para destacar en la historia actual de China.
Ayer jueves a mediodía se refirió a la visita de Donald Trump a su país como un "éxito", vocablo que alegró mucho a su par estadounidense, quien, ante las
cámaras de la televisión mundial mostró su satisfacción por haber encontrado a alguien en altas esferas con quien sintonizar.
A Trump le quedan más de tres años de gobierno y Xi estará al frente de China por varios años más. Si ambos logran lo que hoy parece imposible, como es desnuclearizar a Corea del Norte, habrá que hablar de una relación realmente efectiva y poderosa entre ambos mandatarios, quienes en las fotos tomadas esta semana sonríen como si fueran amigos de toda la vida y el aprecio mutuo que exhiben fuese realmente cierto.