Fernando Filgueira y Juan Pedro Mir

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Eduy21: nada indica que se pueda llegar a 2020 con meta de 75% de egreso en educación media

Actualmente termina bachillerato el 40% de los jóvenes; en los últimos 30 años solo aumentó 9 puntos este indicador
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12 de febrero de 2018 a las 05:00

Al año de renunciar a la subsecretaría de Educación, Fernando Filgueira - ideólogo de la reforma que prometió Tabaré Vázquez- lanzó Eduy21, una iniciativa ciudadana tendiente a comprometer al sistema político con la transformación educativa. A casi más de un año de su fundación, la iniciativa que también lideró Juan Pedro Mir, exdirector nacional de Educación, entre otros expertos, se ha convertido en un referente en la materia. El Observador consultó a la organización y sus técnicos dieron a conocer su visión sobre las metas que se ha planteado el gobierno. Para esto les hizo llegar unas preguntas por mail, que fueron contestadas en conjunto por varios de sus integrantes.

El presidente Vázquez ha afirmado en varias ocasiones que "el cambio de ADN" educativo ya comenzó. ¿Eduy21 opina lo mismo?

Esta frase utilizada en la campaña electoral, no fue precisa en su significado, tampoco en el tiempo, en los contenidos ni en la forma en que se implementaría, por tanto, no es medible u objetivable.

¿Qué falta para concretar una reforma educativa?

Faltan muchos elementos. El primero es precisamente salirse del concepto más tradicional de "reforma educativa". Es necesario definir los lineamientos de todo el sistema educativo, de acuerdo al tipo de ciudadano y sociedad que queremos para el futuro, para luego permitir que la adecuación sea realizada por los profesionales de la educación. Por ejemplo, hay diferentes maneras de aprender las figuras geométricas: la tradicional, o en un proyecto de jardinería, o realizando un mural o construyendo una maqueta. Si desde la educación no se asume decididamente a formar para abordar los desafíos que derivan de la cuarta revolución industrial, estamos hipotecando el desarrollo del país y dejando sin herramientas a los sectores más vulnerables.

¿Concretamente qué elementos son los que faltan?

Se necesita una secuencia de cambios estructurados que interactúen en pos de los objetivos de inclusión, excelencia e innovación, con plazos temporales claros y que abordaran al menos cinco dimensiones. En primer lugar, un cambio de modelo curricular contenidista, prescriptivo y fragmentado a un marco curricular orientado por competencias. Luego, un cambio en las orientaciones pedagógicas y didácticas, superando el modelo de clase magistral y colocando al estudiante como productor de conocimientos. En tercer lugar, un cambio en los modelos de evaluación, buscando que estos muten de un modelo repetitivo y de pruebas rutinarias y punitivas a modelos de evaluación formativa y acreditación de saberes. Por último, un cambio en el modelo de gestión de centros y otro en el modelo de gobernanza del sistema educativo, fortaleciendo la capacidad rectora y liderazgo político del Ministerio de Educación.

¿Cuál es la transformación más importante que realizó este gobierno en materia educativa?

Más que transformación, han existido diversas iniciativas que son compartibles: la disminución del tamaño de grupo, la creación de los laboratorios tecnológicos, la creación de los primeros liceos de tiempo completo, la extensión de contra-turnos con talleres extracurriculares, los avances hacia un primer marco curricular de referencia nacional, la definición de perfiles y progresiones en primaria y la apuesta a ciclos sin o con muy baja repetición, la red de aprendizajes profundos y otras iniciativas positivas. Pero son cambios que están operando en los márgenes del sistema y no afectan sustancialmente su cerno y funcionamiento.

A fines de 2017, el Codicen presentó un marco curricular común. ¿Cómo evalúan la propuesta?

Valoramos como positivo avanzar en este sentido. Para hacerlo (realidad) debe existir una agenda clara de procesos, tiempos y aprobaciones, así como un plan para su apropiación y despliegue en el sistema. Un marco curricular no es un documento sino una serie de etapas y procesos que llevan a que los diferentes niveles – primaria y educación media – alineen sus propuestas educativas en lo que se refiere, a planes de estudio, maneras de enseñar y aprender, evaluación de aprendizajes, perfiles docentes, condiciones de trabajo e infraestructuras. Si renuncia a ello, no es un marco curricular, sino un documento genérico de intencionalidades sin anclaje efectivo en los centros educativos.

Lea también: ¿En qué están las promesas educativas del gobierno de Tabaré Vázquez?

El Poder Ejecutivo envió al Parlamento un nuevo proyecto de ley para crear la Universidad de la Educación. ¿Creen que es necesaria una universidad para docentes?

Es un tema complejo y de matices en el cual Eduy21 no tiene una postura única. La formación de los docentes también necesita transformaciones profundas. Más que el status universitario de la formación docente, que puede ser válido, lo que realmente tiene relevancia es el grado de transformación que implique para las carreras docentes, los planteles de formadores y la producción de conocimiento pedagógico. En este sentido nos inclinamos por un sistema universitario de formación docente antes que una sola universidad de la educación. Los países progresan mejor cuando disponen de un abanico de ofertas de formación.

¿Creen viable que el gobierno cumpla la promesa de llegar a 2020 con el 100% de los jóvenes de hasta 17 años en el sistema educativo?

Parecería poco viable. Las evidencias indican que tenemos problemas estructurales en el sistema que son los que determinan que los avances logrados, en cuanto a acceso, permanencia, logros de aprendizajes y egresos en el sistema educativo, sean muy lentos a lo largo de las dos últimas décadas. Las metas de asistencia a la educación a los tres años (73% al 2016 contra 86% de meta de ANEP) y 15 años se estarían cumpliendo (90.4% al 2016 contra 96% de meta). Probablemente respecto a 16 años también se cumpla (85% al 2016 contra 94% de meta). No obstante, ni en 15 ni en 16 años ANEP se plantea universalizar la asistencia. Por otro lado, no se lograría la meta de asistencia a los 17 años ya que estamos en 76.7% de cobertura al 2016 y se aspira llegar a 91%. Por último, llama poderosamente la atención y preocupa que no haya meta alguna respecto a logros de aprendizaje.

¿Es viable que al 2020 egrese el 75% de educación media?

Actualmente han finalizado la educación obligatoria (bachillerato) alrededor del 40 % de los jóvenes que cuentan con 21 a 23 años. El informe de Ineed indica que ese porcentaje de finalización, a lo largo de los últimos 30 años sólo aumentó en 9 puntos, o sea que se incrementó de 30 a 39%. El 2020 está cercano y nada parece indicar que pueda darse un incremento de esa envergadura, en un sistema que no ha tenido grandes cambios.

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