El caos anterior a la pasarela

Esto es un caos, ¿no?”, pregunta Rosario San Juan, leyendo con claridad la situación. Percheros van y vienen llenos de ropa. Hay valijas llenas de zapatos negros con un taco de miedo y un sinfín de bolsas y cajas hacen fila para ser vaciadas. Muchas de esas prendas tienen aún las grifas colgando. Otras todavía dependen de alfileres para mantenerse unidas.

Los asistentes persiguen a las modelos y les indican adónde ir. Aunque sus caras revelen cierto estrés, se mueven con soltura entre el caos, acostumbrados.

En un rincón, a varias modelos les toman medidas. Otras caras más conocidas pasan directo a probarse los nuevos diseños. Este es un ejercicio que se repite perchero a perchero y marca a marca. Hay vestidos, diseño de autor y ropa de calle. Materiales nacionales como lana y cuero y telas sintéticas de países más lejanos.

La ropa sigue entrando y llenando cada espacio libre del enorme galpón. No hay forma de transitar sin encontrarse en el camino de una modelo y su pasarela imaginaria.

En la trastienda de la Itaú MoWeek, el espejo de cuerpo entero es uno de los lugares más visitados, así como también una pared blanca hacia el fondo del salón, donde se construyó un improvisado estudio de fotografía.

Se podría decir que es un caos con cierto orden natural. Es un pequeño y efímero vistazo de lo que será este fin de semana cada minuto de la Itaú MoWeek.

Pero la prueba descripta líneas arriba fue el miércoles, cuando la organización de la semana de la moda hizo la prueba de vestuario, bajo la mirada directiva de la estilista San Juan. Desde ayer, la pasarela construida en el Centro de Reuniones y Eventos del LATU está siendo recorrida por esas mismas modelos. La entrada es gratuita, pero para participar hay que inscribirse en la web: moweek.com.uy.

Este año, el tema de la campaña y el evento en sí se centró en dos palabras claves: trayectoria y permanencia. Aunque el comunicado de la Itaú MoWeek no lo incluía, San Juan representa esos valores. Hace más de 10 años que trabaja como estilista y no hay una producción de moda local en la que ella no participe. Es una especie de voz comandante en esta evolución de la moda nacional, una consecuencia de la ya famosa “profesionalización del sector”.

La prueba de vestuario (fitting en la jerga fashionista), es una etapa previa y necesaria. Sin embargo, según afirmó San Juan, no todas las marcas participan de esta instancia. “Hay marcas que ya tienen el talle indicado y prefieren evitar esto que es tan engorroso”, sostuvo.

Pero antes de que las prendas lleguen a las modelos, el equipo de producción presidido por San Juan tiene mucho trabajo que hacer. “Una marca entra a la Itaú MoWeek y nosotros nos encargamos de revisar la colección. Muchas veces ellos ya tienen el concepto de la campaña armado y a veces no. En esos casos nosotros empezamos a trabajar desde cero una idea. Hacemos un brainstorming, nos inspiramos. Y es muy divertido”.

Ese concepto se construye con hilos conductores que pueden ser la paleta de color, el estilo de uso o incluso la mujer en la que se inspira. “El perchero tiene que ser una unidad, tener una coherencia estética y armónica”, explica la experta.

Este es un trabajo que MoWeek hace en colaboración con la marca. Y, aquí, lo primordial es poder cumplir su objetivo: comunicar un mensaje a su público. “Funciona como una campaña gráfica, pero es mucho más complejo por la cantidad de detalles que tiene”, afirmó la estilista.

Lo nuevo y lo persistente

La Itaú MoWeek ya está en su sexta edición y se realiza desde sus comienzos bajo la dirección estilística de San Juan. Y ella no podría sentirse más orgullosa.

San Juan trabaja en la moda desde 2000, por eso hay que hacerle caso cuando afirma que la moda ha crecido mucho. “Antes, el trabajo era puramente intuitivo. Hoy en día hay una formación académica”, afirmó. Si antes las marcas locales no hacían producciones gráficas, ahora la gran mayoría cuenta con un equipo de producción, y emplea diseñadores egresados de escuelas. “Eso me llena de orgullo. Me encanta”, dijo.

Ella misma es una autodidacta y trabajó golpeándose con los errores. Y en eso su trayectoria se asemeja a la de la Itaú MoWeek. “En las primeras ediciones cometimos muchos errores. Pero lo que hemos aprendido en todo ese camino es impagable. Ha sido un gran aprendizaje para todos”.

En ese camino han logrado forjar al evento como uno de los más importantes en la agenda fashionista montevideana, al mismo tiempo que ayudan a cimentar el mercado de la moda local exponiendo a los diseñadores emergentes y marcas ya consolidadas a mayores públicos.

Por eso en esta sexta edición decidieron celebrar el trabajo y la persistencia –valores que en la moda uruguaya son ya una característica– al mismo tiempo que se da lugar a los nuevos talentos.

“Me encanta darles la oportunidad a chicas nuevas. Por ahí no serán las que mejor caminan, pero sí las que se van a esforzar más. Y con trabajo podrán ser lo que es Karin Gallmann hoy, nuestra modelo internacional con proyección”.

En este sentido, los ejemplos de éxito son importantes para destacar. Y este año la MoWeek dio la bienvenida a la diseñadora Gabriela Perezutti, cuya grifa Candela ha sido presentada en la semana de la moda neoyorquina desde hace dos años.

“Lo de Candela para mí fue un logro”, dijo San Juan con felicidad. “Conozco a Gabriela Perezutti por amigos en común y siempre admiré su trabajo”, contó. “Desde que empezamos con MoWeek le escribía para invitarla, porque es un gran ejemplo para nosotros”, explicó. “Cierra bien con el concepto de la campaña y lo que queremos comunicar: que con esfuerzo, aprendizaje y tenacidad se puede”.