El encanto de Provenza

Sol y lavanda, puentes sobre ríos, viñedos, pueblos medievales y paisajes de ensueño que inspiraron a los pintores impresionistas, quienes plasmaron la belleza del campo francés en sus lienzos.

La muy afamada Provenza, tierras de inspiración de pintores impresionistas, es una región de Francia que posee una gran belleza natural por su ubicación geográfica. Limita con Italia, el Mediterráneo y hoy, además, es parte de la llamada región Provenza-Alpes-Costa Azul, de enorme atractivo turístico, que rodea a Mónaco.
En Aviñón se deben concoer sus cinco obras nombradas Patrimonio de la Humanidad
Recorrerla en coche desde París, detenerse en sus pintorescos pueblitos y quedarse a dormir donde más plazca, hasta llegar a Italia, es una maravillosa opción. La primavera europea (nuestro otoño) es de las épocas más recomendables; el verano es la época más populosa, con un enorme movimiento turístico que abruma.

A continuación, pinceladas sobre algunos de sus pueblos imperdibles, aunque es recomendable que, además de esta guía, el viajero se deje sorprender por esta generosa región.

Aviñón

Famoso por el puente de la canción infantil, esta ciudad inspiró a Pablo Picasso, quien pintó varias de sus obras aquí. Este pueblo de arquitectura gótica es hermoso para caminarlo y, por supuesto, conocer sus cinco obras imprescindibles, nombradas Patrimonio de la Humanidad: el palacio de los papas, obra impresionante; la catedral de Notre-Dame-des-Doms; –por supuesto– el puente de Avignon; el PetitPalais y las murallas.

Merece la pena también dedicar un tiempo a perderse por sus calles adoquinadas, disfrutar de sus animadas plazas o pasear en busca de los mejores lugares para fotos panorámicas. El lugar de encuentro es la plaza de l'Horloge, donde se encuentran los lugareños, y donde ir a tomar un café o un aperitivo –la costumbre del lugar–.

Saint-Rémy

Para los fanáticos de Van Gogh, este es el lugar donde conocer su lugar de descanso: el monasterio de Saint Paul de Mausole; durante su estadía se inspiró en la naturaleza circundante, tanto fue así que pintó dos de sus famosísimas obras: Los girasoles y Trigal con cipreses. Pero Saint-Rémy posee varios encantos: el pequeño café, la callecita de piedra, las flores de colores..., es realmente una postal mediterránea.

Posee también riqueza arqueológica romana; en las afueras se encuentra la meseta de Antiques, y en ella se pueden admirar restos romanos, como el mausoleo, el arco municipal, el foro, las termas y otros templos de esa época.

Les Baux-de-Provence

Es un lugar soñado, a más de 200 metros de altura y con arquitectura medieval; con castillo, palacetes, museos... , en cuyas callecitas los comerciantes locales venden ramos de lavanda. ¿Puede haber algo más perfecto? Atractivo adicional veraniego son las Canteras de las Luces, un espectáculo proyectado en las rocas al aire libre.

Aix-en-Provence

Imposible visitar la capital de la Provenza sin pensar en su hijo más famoso: el pintor Paul Cézanne, siguiendo sus pasos por los lugares que frecuentó y los barrios donde vivió. También, debe tenerse en cuenta el Museo Granet, donde pasar un buen rato admirando obras de los grandes artistas impresionistas y posimpresionistas del siglo XX. El encanto barroco de este pueblo y sus arboladas avenidas y plazas, sus campos de lavanda en verano, su gente y su belleza relajada, forman un conjunto perfecto para el disfrute.

Arlés

Lugar donde Vincent Van Gogh tuvo su período más prolífico. Esta ciudad a orillas del río Ródano posee una gran riqueza arqueológica del período romano. En Arlés, el conjunto de las ruinas romanas y el casco antiguo son Patrimonio de la Humanidad. El coliseo, el teatro, las galerías subterráneas y las termas de Constantino son algunos de sus atractivos del antiguo imperio romano. Pero no solo Roma está presente en Arlés, la ciudad posee aires hispánicos, con bailes flamencos y otras expresiones culturales.

Gordes

Puede haber más de una opinión acerca de si es el más bello de la campiña francesa pero nadie duda de que es uno de los más hermosos. En la altura, sobre una colina, posee todos los ingredientes para lucir como una postal. Sus casas de piedra y tejados color terracota, sus calles adoquinadas, el castillo. Y todo ello rodeado de campos de lavanda y amapola. Es un lugar de ensueño, que inspiró a muchos artistas, como a Marc Chagall.

Roussillon

Colorido y pequeño, donde viven unas 1.000 personas, es muy bello ver cómo se va iluminando en los diferentes momentos del día, y sus casas cambiando la tonalidad. Sentier des Ocres (sendero del Ocre) es un camino para recorrer donde la naturaleza sorprende a cada paso con sus formaciones rocosas de diferentes colores, entre las que se encontraba la antigua mina de donde se extraía ocre.

L'Isle sur la Sorgue

Ser atravesado por el río Sorgue marca su impronta marítima, con buena comida de productos de mar y el disfrute de la costa; al punto que también lo llaman la Venecia de la Provenza. L'Isle sur la Sorgue seduce con sus cafecitos a la orilla del río, las ferias de antigüedades, los paseos en barco y los botecitos superlivianos llamados nego-chin.

Cassis

Este hermoso pueblito marinero, que dio nombre a un famosísimo licor, es uno de los más visitados. El castillo de Cassis, construido en lo alto de un promontorio rocoso, es hoy un hotel de lujo. El pueblo posee un puerto pesquero encantador donde admirar un cielo increíble y las luces y colores de la Provenza.

Bonnieux

Sobre el norte de la región se encuentra la cadena montañosa Luberon. Uno de los pueblos de ensueño 'colgado del Luberon', como se suele decir, es Bonnieux. Calles empinadas, una iglesia a más de 400 metros de altura que sí o sí hay que visitar –pese a sus más de 80 escalones– y de una belleza tal que es de los lugares a tomar en cuenta para alojarse. Además, Bonnieux está rodeado de viñedos y valles que deslumbran en belleza y paz.

La ruta de los pintores

Una de las maneras de recorrer la Provenza es marcarse rutas: una de ellas podría ser la de los Pintores de la Luz o, simplemente, la de los pintores.

En la ruta de los impresionistas y posimpresionistas se puede reconocer los lugares que dieron lugar a los magníficos cuadros de estos pintores revolucionarios, a lo largo de múltiples circuitos. Y visitar los museos regionales dedicados a sus obras, como el Granet, en Aix-en-Provence, con nombres como Renoir, Monet, Van Gogh, Degas y muchos más sobre sus paredes.

Desde mitad del siglo XIX, esta región de Provenza y Costa Azul se convirtió en fuente incesante de inspiración para estas escuelas pictóricas, por lo diferente de su luz y sus paisajes de colores únicos. Algunos de esos artistas incluso son oriundos de la zona, como Paul Cézanne (de Aix-en-Provence), quien pintó Las grandes bañistas.