Cada vez que miraba por la ventana, veía policías en la puerta del liceo 59, que queda en frente a su casa. El viernes por la tarde no fue la excepción. La Policía estaba apostada a la entrada del centro educativo y, al verla, puso el plan en acción.
El estrés sumado a la enfermedad de un ser querido lo llevó a idear un supuesto atentado cuyo único objetivo era que fuera abatido por la Policía. Su intención era quitarse la vida. Llamó a su psicólogo para avisarle que era una decisión tomada, pero no lo atendió. Tampoco tuvo éxito con un amigo, con el que quiso comunicarse para pedirle un arma que le sirviera para suicidarse.
Al ver que no le quedaba otra opción y que los policías estaban en la puerta del liceo 59, el hombre fue a un almacén, se compró un litro de vino que bebió prácticamente de un trago y entró a la institución con un arma sin balas, vieja y oxidada que había conseguido tiempo atrás en un campo de Treinta y Tres –donde llegó a pelear Aparicio Saravia– gracias a un permiso que tiene por pertenecer a un grupo de rescate de elementos históricos.
¿Cuál era el plan entonces? Ingresar al liceo simulando que el arma estaba cargada, apuntar a estudiantes, funcionarios y profesores para que creyeran que los iba a matar y que la Policía lo abatiera a tiros.
"¿Dónde está la Policía?", preguntó mientras apuntaba con su arma herrumbrada. "En la Seccional. ¿Qué es lo que querés?", le respondió un profesor de Idioma Español. "Quiero que venga la Policía y que me cosa a balas", dijo según relató, consultado por El Observador, el sociólogo Gustavo Leal, director del área de Seguridad y Convivencia del Ministerio del Interior.
"A la Policía la encontrás en la Seccional. Aquí es un liceo", le dijo el profesor mientras le bajaba el arma con la mano. El hombre regresó a su casa y minutos después llegó un patrullero que lo trasladó a la seccional octava, donde hasta anoche permanecía detenido bajo estrictas medidas de seguridad porque le comunicó a policías que tenía "ocho maneras de quitarse la vida dentro del calabozo". El hombre será conducido hoy ante el juzgado de cuarto turno para declarar. También declarararán como testigos su esposa y el profesor que logró disuadirlo.
Apenas enterado de lo ocurrido, el Ministerio del Interior envió a Leal a la Seccional 8ª. El sociólogo tiene a su cargo un equipo de vinculación entre el Ministerio del Interior y organizaciones sociales.
Leal explicó a El Observador que una vez que estuvieron en conocimiento de toda la situación activaron "un protocolo de actuación" existente para eventos de ese tipo. "Nos vinculamos directamente con los organismos (en este caso Secundaria y el Ministerio de Desarrollo Social). Trabajamos para confirmar toda la información con referentes sociales y autoridades y elaboramos un informe de apreciación de la situación. Establecemos mecanismos de diálogo", sostuvo Leal, quien le tomó testimonio al hombre una vez detenido.
El objetivo del Ministerio del Interior para este caso particular fue "identificar con precisión la amenaza". "En definitiva fue una situación que no encuadra con un evento de amenaza delictiva. Esto se encuadra en un evento crítico producido por una persona psiquiátrica", indicó el sociólogo.
Ante los hechos, los docentes del liceo 59 decidieron suspender el turno vespertino.
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