Renato Opertti y Fernando Filgueira en la presentación del miércoles

Opinión > Análisis / Nelson Fernández

El impulso removedor y el pícaro intento de freno

Ni en la Conapro, que se usa de ejemplo de consensos, se había llegado a un acuerdo amplio sobre enseñanza
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19 de mayo de 2018 a las 05:00
No es fácil hallar un antecedente similar: no fue solo una presencia en un acto o una demostración de espíritu cívico, sino que fue la expresión de un soporte amplio como base de una propuesta de reforma trascendente.

Hay ejemplos, aunque con otro tono, de coincidencias programáticas de base amplia, como la reforma previsional de 1995, o la estrategia de política comercial con el Mercosur, pero el acto del Salón de los Pasos Perdidos del jueves 16 de mayo, fue reflejo de un arcoíris imposible de imaginar hace algunos años.

Ni la histórica "Concertación Nacional Programática" (Conapro de 1984) pudo incluir a la Educación en sus bases de acuerdo: la reforma educativa y el alcance de la amnistía fueron los puntos que quedaron afuera del consenso logrado entre los partidos Colorado, Nacional, Frente Amplio y Unión Cívica.

Lo que no se logró en aquel tiempo de unidad (porque la polémica era por la Ley de Educación) asoma ahora con fuerza y un sacudón al tablero político.

Socialistas, socialdemócratas, socialcristianos, liberales, estatistas; izquierdistas, centristas y derechistas; blancos, colorados, frenteamplistas e independientes, empresarios y trabajadores; todos en una coincidencia inusual: la educación está mal, hay que reformarla, hay un camino para hacerlo y herramientas que lo permiten. Comparten, en líneas generales, el diagnóstico y la solución.
Uno de los principales redactores fue viceministro de Educación en este gobierno.

En una semana con hechos políticos relevantes, como los vaivenes sobre el combate al delito y las conmovedoras declaraciones del director nacional de Policía, Mario Layera, las reuniones de gabinete por el Presupuesto en medio de turbulencias financieras, el frustrado impuesto a pasividades militares con un déficit insostenible de esa Caja, y otros asuntos, el lanzamiento del plan de Eduy21 tuvo un significado que trasciende el tiempo presente.

Estaban todos los precandidatos presidenciales de la oposición y otras figuras claves de ese arco partidario: los nacionalistas Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga; los colorados Ernesto Talvi y José Amorín Batlle, el del Partido Independiente, Pablo Mieres, el del Partido de la Gente, Edgardo Novick, el expresidente Julio María Sanguinetti, entre muchos otros.

Y en primera fila, el ministro de Economía, exvicepresidente de la República, y referente histórico de la esencia del Frente Amplio, Danilo Astori: el hombre político y técnico que ha sido clave en tres períodos de gobierno, y al que Líber Seregni entregó simbólicamente la posta en 1989.

También estaba el viceministro de Economía, Pablo Ferreri, de la nueva camada de dirigentes frentistas, y el diputado José Carlos Mahía, docente y hasta hace pocas semanas presidente de la Cámara de Representantes. Estaba el intendente de Canelones, Yamandú Orsi. Y Richard Read, el único dirigente sindical de los fundadores el PIT en 1983 que sigue vigente hoy al frente de gremios obreros.

El acto tuvo lecturas rápidas que subestimaron el alcance del impulso reformista y de su presentación en sociedad. El lanzamiento de Eduy21 no sólo dejó su plan, sino además exhibió el acercamiento de una franja partidaria que ya no sólo coincide en criticar al gobierno, sino que también lo hace en propuestas programáticas.

La izquierda de la izquierda (UP, PT) seguirá en circuito propio, pero todo lo que no es Frente, va conformando un arco común, sin que el oficialismo haga algo para impedirlo.
Es evidente que blancos y colorados estarían en sintonía como lo han estado desde 1999 (o incluso antes), pero el Partido Independiente (PI) podría estar con unos u otros, según las condiciones.
El PI se define como "representante de la izquierda democrática", lo que lo ubicaba en principio más cerca de un posible acuerdo con el Frente para una alianza en 2020-25.

Sin embargo, el Frente ha generado varios factores de expulsión para el PI; en unos casos por tratamiento de desvíos de ética (ANCAP, Alur) y en otros, por convicciones democráticas (caso Venezuela por ejemplo). Y no hay intentos ni gestos para acercar al PI, o al menos para dividirlo.

En 1988, cuando Seregni entendió que el alejamiento del PGP-99 y el PDC era casi inevitable, trazó una estrategia con alternativas; la primera opción era ganar la batalla (y lograr que esos dos sectores muy importantes en votos se quedaran en la coalición), la segunda era desgastarlos, para que cuando se fueran, lo hicieran menos fuertes, y la tercera era dividirlos, para que una parte se quedara en el Frente.

El PGP-99 se fue, pero una parte se quedó y fundó el "Movimiento 20 de Mayo" (con la fecha del crimen de Zelmar Michelini). El PDC también se fue, pero una parte se quedó y fundó "Artiguismo y Unidad".
Y Seregni también se preocupó de que el Frente recreara una corriente que fuera "puerta de entrada" a la izquierda, un ala moderada para facilitar el voto de uruguayos que no eran ni comunistas, ni tupamaros, socialistas. Nació la Vertiente Artiguista, con la ex IDI, los escindidos del Partido Nacional (CP) y del PDC (AyU).

Ahí no hubo descuidos, ni se subestimó: se trabajó con objetivos y estrategia.

Hoy el Frente parece el principal impulsor de una "alianza" del resto; deja que un posible aliado se sume a un adversario ampliado y permite que "lo amplio" no sea su patrimonio partidario, sino que se corra al otro eje.

La propuesta de Eduy21 es un trabajo profesional, serio y que entusiasma, que podrá ser corregible, pero que consiste en un impulso inédito. Y que ya ha encontrado un intento de "freno" (parafraseando al ensayo de Carlos Real de Azúa de 1964).

La reacción contra Eduy21 desnudó una carencia en el oficialismo: acorrala en la vereda de enfrente a todo lo que no es propio. Salieron al cruce de la propuesta, a decir que ya se está haciendo, y que lo que no se está haciendo es por falta de dinero, y que no podría financiarse. O a cuestionar la foto y a estar un día entero hablando sobre los varoncitos.

Hubo tiempo para pensar cómo salir frente a esta movida, pero se recurrió al tweet ligero, a una reacción infantil, como cuando el niño que cumple años se dispone a celebrar el sueño del corte de la torta y piensa sus deseos, pero aparece un pícaro que juega a soplarle la vela antes.

Esa picardía sólo sirve para demorar el festejo, pero no a impedirlo.

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