Nacional > Opinión - Leonardo Pereyra

El Kiki escapó a la Policía pero terminó abatido por la presión popular

El asesino cayó gracias a la conmoción pública, reconoció Layera
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22 de febrero de 2018 a las 05:00
Cuando algún político propone medidas punitivas al ritmo del pataleo de la opinión pública en las redes sociales o en los medios de comunicación, se lo suele acusar, no sin razón, de demagogo, de cobrar al grito, de legislar para la tribuna. ¿Qué decir entonces de una Policía que reacciona a golpe de conmociones sociales generadas por videos providenciales y morbosos que muestran la violencia en forma descarnada?

Porque, sin ir más lejos, esto fue lo que reconoció por estas horas –con palabras menos tajantes- el director nacional de Policía, Mario Layera, cuando le tocó explicar por qué el por dos veces asesino Christian Damián "Kiki" Pastorino siguió con sus andanzas sangrientas hasta que una cámara lo filmó disparándole por la espalda innecesariamente –si es que algún balazo es necesario- a una cajera de un supermercado del barrio La Blanqueada.
Es más, a partir del asesinato y de su profusa difusión, la Policía incorporó a un equipo de élite a la investigación y aumentó la cantidad de efectivos dedicados a la búsqueda.
. Conviene que la gente se distraiga de sus asuntos diarios para elegir en los medios de comunicación aquel delito que más lo conmueva, y luego presione de la manera que mejor le parezca.
"(El asesinato de Florencia Cabrera) conmovió a la opinión pública e hizo que comenzaran a surgir informaciones que permitieron a la Policía desarrollar mucho más rápido su trabajo para obtener el resultado. Eso sucedió siempre. Además, la presión social hace que el delincuente cometa errores, quede en una situación de aislamiento y se exponga", explicó Layera este miércoles al informativo Sarandí.

Es decir,según Layera, conviene que la gente se distraiga de sus asuntos diarios para elegir en los medios de comunicación aquel delito que más lo conmueva, y luego presione de la manera que mejor le parezca –un tuit, un posteo en Facebook, alguna marcha callejera-, para que, entonces sí, la Policía aproveche y haga lo que tiene que hacer. ¿Qué no podrían lograr nuestras fuerzas del órden si fueran sometidas a una presión constante?

Lo cierto es que el Kiki tenía orden de captura desde el 9 de diciembre pasado por el asesinato de su pareja. Sin embargo, este delincuente nada sofisticado pudo escapar de la Policía durante más de dos meses.
Las conmociones populares,, al parecer, alimentan la eficacia de los uniformados cuando la presa les resulta esquiva.
Hasta que el sábado 17 el Kiki mató a una trabajadora por puro gusto, quedó grabado en una imagen que fue replicada en miles de whatsapp y, entonces sí, la "conmoción" popular apuró a la Policía. En menos de 72 horas, los uniformados rodearon al asesino y este eligió pegarse un tiro antes que ir a parar a la cárcel.

Un día antes de que el Kiki le disparara por la espalda a la cajera de 26 años, a 120 kilómetros de Montevideo otra bala se incrustó en la columna vertebral de Martín Acuña y lo dejó paralítico. Ocurrió durante un desfile de Carnaval en la ciudad de Minas (Lavalleja) y el disparo fue uno más de los tantos que, desde hace años, segaron vidas entre los integrantes de dos bandas de narcotraficantes que tienen al barrio La Filarmónica como centro de operaciones. Este domingo dos jóvenes de 25 y 26 años fueron asesinados en un nuevo ajuste de cuentas.

Este miércoles El Observador dio cuenta de esos hechos y de las dificultades que tiene la Policía para poner fin a un enfrentamiento ya añejo. Tal vez a los habitantes de Minas les convenga estar atentos para ver si pueden filmar alguno de esos asesinatos para difundirlo luego en el fervor de las redes sociales.

Así, como le sucedió al Kiki, seguramente los delincuentes minuanos se verán rodeados por una fuerza policial atenta a esas conmociones populares que, al parecer, alimentan la eficacia de los uniformados cuando la presa les resulta esquiva.

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