El lago del Parque Rodó escondía "desde un condón hasta el Corán"

El lago del Parque Rodó guardaba todo tipo de secretos antes de su vaciamiento en noviembre del año pasado. Entre esos secretos estaban cientos de objetos insólitos que encontraban en esa agua turbia su destino final.

El fotógrafo Guillermo Giansanti, que se crió en el barrio y sentía al Parque Rodó como su jardín, no pudo contener las ganas de revolver en el lodo para descubrir qué misterios escondía el espejo de agua.

"Desde un condón hasta el Corán", según las propias palabras de Giansanti, quien encontró y fotografió cerca de 170 objetos. De ellos seleccionó 81 para mostrar en la Fotogalería a Cielo Abierto, ubicada justo en frente al lago.

Giansanti, de 33 años, regresó el año pasado de Río de Janeiro, donde vivió por siete años y trabajó para uno de los estudios de fotografía publicitaria más importantes de Brasil: Fotonauta.

En ese lugar aprendió a retratar objetos, un arte diferente a la de fotografiar personas. "Me encanta dislocar los objetos de su hábitat natural y resignificar la historia", dijo a El Observador. "Soy medio duchampiano", agregó, en referencia al artista francés Marcel Duchamp, que revolucionó la historia del arte al poner un urinario en un museo y elevarlo al estatus de obra de arte.

Los bizarros objetos encontrados en el fondo del lago del Parque Rodó no podían ser menos. Por eso, Giansanti los rescató del olvido con el mismo gancho que utilizaba el hombre que acomodaba las tradicionales lanchitas a pedal que ya no están, y los fotografió en un improvisado estudio en el ex parador del lago.

El fotógrafo colocó los hallazgos sobre un fondo blanco, calibró iluminación artificial y natural, y los retrató con el fin de mostrar el conflicto de la naturaleza contra esos intrusos fabricados por el ser humano.

"Hay dos fuerzas, como una resistencia de la naturaleza hacia esos nuevos intrusos que entraron en ese ecosistema y crearon uno nuevo", dijo el fotógrafo.

En ese conflicto y adaptación a lo nuevo, Giansanti encontró, por ejemplo, una botella con diminutos huevos de caracol en su interior. Y la puja es entre dos partes. "Al mismo tiempo los objetos resisten al deterioro del agua y los químicos", explicó Giansanti.

Una bombacha, remeras de fútbol, documentos, lentes y electrodomésticos de todo tipo –planchas, un radiograbador, aspiradoras, una caja registradora– yacían en el fondo del lago. Esta semana estarán luciéndose en fotografías de 80x100 centímetros.

Giansanti también retrató restos de naturaleza: un pez muerto, ramitas y hojas de cactus, entre otras cosas.

"¿Y cómo llegó eso ahí?" era la pregunta ante cada objeto artificial encontrado en el lago. Historias de robos, delincuentes que quieren deshacerse de pruebas como documentos o billeteras, encuentros sexuales, y montevideanos que resolvieron que el lago era un basurero que iba a tragarse lo que ellos no supieron dónde depositar, son algunas de las alternativas.

"Yo me armé mis propias historias en la cabeza. Y cada uno va a armar la suya", dijo el fotógrafo. "Es lo que más me gusta, cuando la obra se te va de las manos y toma vida propia", agregó.

Pero esas historias detrás de los objetos no fueron el motor de este "arqueólogo visual", sino lo atractivo de la exploración a la que dedicó diez días con las botas hundidas en el barro. Para eso debió solicitar autorización de la Intendencia de Montevideo. "Lo que más me gusta es estar con las manos sucias en ese trabajo de campo. Me encanta", dijo Giansanti.

En trabajos anteriores, Giansanti se adentró en la selva brasileña para fotografiar indígenas de la tribu Guajajara en Maranhão, el estado más pobre de ese país. Llamó a ese trabajo El aire que falta, y fue expuesto en la Fotogalería de la Ciudad Vieja.

La nueva muestra de Giansanti, a la que llamó Caos Subacuático, estará en la Fotogalería del Parque Rodó a partir de este viernes y hasta el 8 de enero. La muestra fue seleccionada por el Festival de Fotografía Montevideo Uruguay (MUFF).