Opinión > COLUMNA/EDUARDO ESPINA

El largo goodbye de Peter Pan

Después de 55 años de actividad, Elton John dice adiós a los escenarios
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11 de marzo de 2018 a las 05:00

La semana pasada en uno de los shows que viene presentando en Las Vegas, Elton John dejó abruptamente de tocar la canción que estaba interpretando, Saturday Night's Alright For Fighting, enojado porque varios fanáticos se habían subido al escenario a bailar, incluso más, uno de los desaforados quiso abrazarlo y se acercó al piano con la intención de tocarlo. Lo insólito de la situación fue que el propio cantante había invitado a algunos miembros de la audiencia a subir al escenario, desconociendo tal vez que no toda la gente se comporta como lord inglés y que los tiempos cambiaron tanto que los buenos modales y los mínimos signos de respeto y educación están en vías de extinción.

Luego que la seguridad sacó a los revoltosos del escenario y de que sus asistentes lo calmaran, el cantante regresó para terminar el show y todo volvió a la normalidad, por lo menos a la normalidad que se puede esperar para este tipo de cosas.

Los tiempos han cambiado –nunca dejan de hacerlo- y el tiempo de Elton John se ha llenado de años. Ya pasó los 70 y el cantante considera que es buen momento para retirarse. Aunque ya no es la misma, algo muy esperable en cualquier septuagenario, porque perdió fuerza y le cuesta alcanzar los agudos característicos, la voz del cantante todavía es rendidora y le permite terminar con elegancia y glamour cada uno de sus shows de alrededor de dos horas de duración.

La gran mayoría del público que asiste a sus conciertos se retira satisfecha por los resultados desde el punto de vista artístico y nadie, o muy pocos, hacen referencia a la posible decrepitud de la estrella. Por eso, por haber llegado a una plenitud que después será seguida por la decadencia física, es que Elton John ha tomado la decisión de iniciar la cuenta regresiva y comenzar la última gira mundial, que será algo así como el canto del cisne, de un cisne que fue el rey del lago.


Como pasa en las buenas fiestas, en las cuales la gente se despide pero después se queda dos horas más, la gira de despedida durará tres años. Comenzará en Pennsylvania en setiembre próximo, y llevará a John por cinco continentes interpretando sus canciones, no todas, porque sería imposible. Cuesta encontrar en la historia de la música moderna otro compositor con un repertorio tan excelente y extenso. ¿Cuántos otros compositores se le aproximan? ¿Paul McCartney, Paul Simon, Bruce Springsteen, Billy Joel, tal vez los únicos?

Si John decidiera tocar cada noche todas sus mejores canciones, cada recital duraría no menos de cinco horas. Eso es lo que muchos de los asistentes a los conciertos finales van a lamentarse: que infinidad de canciones fabulosas quedarán fuera del repertorio por la sencilla razón de que el cantante ya no tiene la fuerza física como para resistir más de un par de horas encima del escenario trabajando a toda máquina y exigiéndole a su voz un esfuerzo sobre humano en más de 300 conciertos, que son la cantidad aproximada que piensa brindar. Quizá –y habría que proponérselo al propio cantante- en su último concierto, en el más último de todos, podría interpretar todos sus hits en una sola misma noche, más no sea para recordarle al mundo que su genio es una excepción a la norma y que pocas veces en la historia de la humanidad se ha visto una coincidencia tan perfecta entre prodigalidad y excelencia, además de durabilidad. Hace ya 55 años que esta gira mágica y misteriosa comenzó.

La gira tendrá el mismo nombre del álbum y de la canción de 1973, Goodbye Yellow Brick Road, la cual en uno de sus pasajes dice: "You know you can´t hold me forever [...] Maybe you´ll get a replacement / There´s plenty like me to be found (Sabes que no puedes tenerme para siempre/ Tal vez consigas un reemplazante / Hay bastantes como yo para encontrar). La letra contiene dos certezas irrefutables: a John no lo tendremos para siempre y para él no hay reemplazante. El cantante inglés nacido en Pinner, noreste de Londres, hincha del Watford, y que el 25 de este mes cumplirá 71 años de edad, es 'uno en un millón', por lo tanto habrá que disfrutar esta posdata según las circunstancias lo exigen, como si fuera la parte final de una bacanal gastronómica fabulosa en que ningún plato ha sido mediocre pues todos fueron magníficos.

Haciendo marcha atrás, encontramos una carrera extraordinaria, que mantuvo sintonía con los cambios de gusto y variaciones estéticas de las épocas

Haciendo marcha atrás, encontramos una carrera extraordinaria, que mantuvo sintonía con los cambios de gusto y variaciones estéticas de las épocas. Sin perder nunca su inconfundible estilo, Elton John demostró ser una especie de camaleón que se ha ido reinventando, aceptando incluso una de las más difíciles transformaciones que un artista en su categoría puede soportar, como es pasar de estrella de rock and roll a figura estelar del entretenimiento en Las Vegas, ciudad a la cual la gente va primero a ejercitar sus ansias lúdicas y luego a ver el primer espectáculo que se encuentre en cartelera. En otras palabras, John ha sabido preparar con maestría su retirada, cosa de que la decadencia nunca llegue a notarse, como suele pasarle a quienes no aceptan el trabajo brutal del paso del tiempo y terminan de forma patética encima de un escenario, exhibiendo sin pudor la derrota definitiva de la juventud.

En una carrera que podría ser eterna si la vida humana no fuera tan breve, Elton John ha interrogado en sus canciones la sensibilidad de las emociones cuando en determinado momento se sienten completas sin exigir explicaciones. Tal como su obra lo destaca, es un inspirado enemigo de la música entendida como ruido o monotonía, habiendo demostrado que se puede hacer música nueva sin pertenecer a ningún movimiento de contracultura ni subir a los escenarios impostando una fachada de revolucionario. La música no cambia el mundo, pero cambia el estado de ánimo de los individuos. Así como lo vemos, con una magnífica carrera en el espejo retrovisor, Elton John ha sido el soundtrack de una época que se hizo larga y que ha llegado, eso parece, a su fin. Los Rolling Stones serán los encargados de bajar el telón.

Días atrás, en un programa nocturno de la televisión estadounidense, le preguntaron a Elton John cuál era su mejor canción, y sin dudarlo respondió: Your Song. Dijo que creía que la canción, de 1970, había resistido muy bien la prueba del tiempo y que cada vez que la oye le sigue pareciendo muy buena. Pero no es la excepción, mejor dicho, el cancionero de John está hecho de excepciones, pues son infinidad los temas que han pasado la prueba del tiempo y que, todavía más, hoy parecen mejor que en el año cuando fueron grabados. Hasta canciones que en su momento parecieron un divertimento creado por John para acoplarse a las nuevas tendencias musicales de la época, como I´m Still Standing y Sad Songs (Say So Much), pertenecientes ambas a la primera parte de la década de 1980, hoy siguen sonando tal cual son, dos joyas pop que exhiben la capacidad de su autor para generar melodía y ritmo.

La primera de las mencionadas pertenece a Too Low for Zero, álbum número 17 en la discografía del cantante, en el cual todas las letras fueron escritas por Bernie Taupin, su alma siamesa, y que es uno de los tres mejores discos que ha grabado. En I´m Still Standing, himno para quienes viven la vida desde una intransigible juventud, canta en el estribillo: "Don´t you know / I´m still standing better than I ever did /Looking like a true survivor, / Feeling like a little kid [...] I´m still standing yeah yeah yeah / I´m still standing yeah yeah yeah" (¿No sabes qué / Sigo de pie, mejor que nunca / Parezco un verdadero sobreviviente, / Sintiéndome como un niño? [...] Sigo de pie, sí, sí, sí / Sigo de pie, sí, sí, sí"). Demostrando que seguía de pie, que nunca, como todo artista verdadero, iba a dejar de sentirse eternamente joven, después de Too Low for Zero Sir Elton John grabó otros 13 álbumes, el más reciente en 2016. Qué mejor forma de despedirse del público que con ese mensaje, diciendo a los cuatro vientos que este hombre septuagenario se retira para poder seguir siendo un niño, para no dejar nunca de serlo.

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