El regreso del año

Journey, que ha vendido 75 millones de álbumes y que a principios de la década de 1980 llenaba estadios enormes en todo el mundo, sigue haciendo giras, pero no es la formación original, en la cual falta el sello distintivo de la banda, la voz inconfundible de Steve Perry (1949), al cual algunos de sus colegas, como Bon Jovi, lo han considerado la mejor voz en la historia del rock and roll.

Perry se ha caracterizado por su misterio y por no dar casi entrevistas. De la posible reunión con el grupo no ha dicho nada, ni siquiera el año pasado, en la ceremonia de inclusión de Journey en el Rock and Roll Hall of Fame, en la que el cantante estuvo presente, pero decidió no cantar para no ocupar el lugar del actual vocalista, el filipino Arnel Pineda.

Desde 1991 que Perry no toca con la banda. Y no se trata de que haya dejado Journey, con el cual grabó nueve álbumes, por llevarse mal con los otros integrantes ni para embarcarse en una carrera solista, la cual desarrolló en paralelo a su actividad con el grupo. Se han manejado varias razones para tratar de entender su blindado silencio respecto a las causas que lo llevaron a dejar el grupo, pero el cantante nunca ha salido a desmentirlas o confirmarlas.

Se dijo que años atrás tuvo una seria lesión en la cadera que lo dejó casi postrado, y que al poco tiempo se le diagnosticó una condición ósea degenerativa por lo que su presencia en los escenarios era algo casi imposible. La realidad viene a dar respuestas, pues antes de ayer se anunció que tras 20 años de silencio, Perry va a editar un nuevo disco la primera semana de octubre. Para los atentos, esta seguramente es la noticia musical del año. El disco se llama Traces e incluye 10 canciones, varias de ellas inspiradas en su novia, quien murió de cáncer de mama en 2012, después de una batalla durísima contra la enfermedad y en la cual la única que salió ganando fue la música.