El rey de las tinieblas (baratas) llegó a las siete décadas

A John Carpenter no le gusta ver sus películas. Tampoco le gustaban las noches que pasaba desvelado trabajando en un sus locos proyectos, cuando el presupuesto era mínimo y tenía que arreglarse con lo que había. Él dice que solo le interesa la plata, que solo por eso le interesa que sus títulos más legendarios sean readaptados nuevamente. "Si me pagan, está todo bien. Si no me pagan, no me importa. Pero creo que no es justo que no me paguen. Todos deberían pagarme. ¿Por qué? Porque soy un viejo y necesito plata".

La frase, extraída de una entrevista con el medio The Guardian, no debería dejar dudas de que las inquietudes de Carpenter son meramente comerciales. Pero lo cierto es que, conociendo un poco su obra y el alcance e influencia que esta tuvo, uno no puede más que dudar de sus cínicas palabras.

¿Cómo pensar que solo le importó el dinero cuando creó, a pulmón, un subgénero tan importante dentro del terror como el slasher? ¿Cómo se puede pensar que Carpenter guió sus decisiones artísticas sobre la base del dinero cuando sus proyectos e ideas fueron bombeados por los estudios pero aún así llegó a estrenarlos? John Carpenter es un autor fiel a sí mismo que marcó una época en el cine barato, el llamado serie B (que hoy, con los presupuestos que se manejan, sería considerado como serie J), que conquistó las salas en la década de 1980 y que hoy, sin que tal vez no mucha gente sepa, está siendo consumido en productos masivos, como Stranger Things.

Su relevancia hoy es tanta como en aquellas décadas en los que sorprendía a todos con títulos como El enigma de otro mundo (La cosa, para los amigos), La niebla o Christine. Incluso se dio el lujo de crear a unos de los asesinos más implacables y célebres del cine, como Michael Myers en la fundamental Halloween (que en Uruguay se estrenó como Noche de brujas).

A Carpenter nunca le importó si tenía US$ 1.000 o US$ 10 millones para producir una película, si tenía actores conocidos (aunque su preferido siempre fue Kurt Russell) o si sus películas las protagonizaban sus vecinos, si tenía el apoyo de los estudios o si sus películas iban directamente al videoclub.

Carpenter marcó el terror y la ciencia ficción de las últimas décadas del siglo y se consolidó como un autor de culto cuyos títulos están destinados a verse ad infinitum.

Hoy, con 70 años recién cumplidos (los cumplió el pasado martes) es una lástima que paulatinamente se haya alejado de las pantallas. Su última película (Atrapada, 2010) fue una apuesta bastante mediocre que no dejó contenta a mucha gente y que tampoco recaudó mucho dinero. Un retiro tácito del cine parece haberlo golpeado de manera sorpresiva, aunque hay alguna esperanza en el futuro para sus seguidores. Una nueva versión de Halloween se está gestando bajo su mirada como productor, y hace muy poco se lanzó una antología de sus mejores composiciones musicales para el cine. Porque si algo deja como herencia este director además de sus películas son sus bandas sonoras. Son varios los soundtracks que hoy no existirían de no ser por los sintetizadores que popularizó en sus épocas de oro (Stranger Things, te miro a vos).

En sus películas, Carpenter demuestra, sobre todo, un gran amor por el cine y por su propio estilo, que defendió a capa y espada y que en este cine cargado de millones de dólares se mantiene como un reducto de calidad barata que no debería ser olvidado.

Su película definitiva llegó bastante temprano en su carrera. Con Halloween, Carpenter inauguró el denominado género slasher (en el que un asesino persigue adolescentes) y creó uno de los monstruos más temibles del cine: el psicópata Michael Myers.

Una misteriosa niebla llega hasta un pueblo costero de California y con ella llegan los fantasmas de unos marineros muertos hace mucho tiempo. En esta película Carpenter volvería a dirigir a la protagonista de Halloween, Jamie Lee Curtis.

Conocida mayoritariamente como Escape de Nueva York, fue uno de sus coqueteos con la ciencia ficción. Es el año 1997 y Nueva York es una cárcel en la que los presos toman como rehén al presidente de EEUU. El gobierno contrata a Kurt Russel para salvar el día. Fue un gran éxito de taquilla.

Uno de los títulos claves del terror y del cine de la década de 1980. En una base científica en la Antártida, científicos estadounidenses deben enfrentar a un ser extraterrestre que imita otras formas de vida. El bicho todavía causa repulsión.