En los últimos 10 años la variedad blanca sauvignon blanc creció tanto en Uruguay que desplazó a la reina chardonnay. De 103 hectáreas en 2007, pasó a tener 148 en 2016, según los registros del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi). Si bien es poco en extensión (2,20% del total), el crecimiento marca una atención especial sobre el cepaje. La tendencia se debe fundamentalmente a la demanda del mercado internacional y, en buena medida también, a la preferencia de consumidores locales que descubren y valoran los vinos blancos con ese perfil.
Frescos, expresivos, cítricos, tropicales, vegetales, ácidos y compañeros de platos ligeros, los vinos sauvignon blanc se ganaron la consideración de muchos y ahora necesitan mostrar su verdadero potencial.
Se trata de una variedad nada sencilla de manejar y elaborar. Requiere de tecnología y cuidado si se busca obtener un producto de buen nivel. Tiene muchos secretos. Por eso (y por suerte para los consumidores), enólogos uruguayos se obsesionaron en los últimos tiempos por mejorar cada vez más sus sauvignon blanc.
La Asociación de Enólogos del Uruguay organiza cada año una degustación técnica, con formato de taller, para evaluar los nuevos vinos de esa variedad. Por ser los que están prontos para consumir antes que otros, se prestan para adelantar una evaluación.
Esta vez fue invitado el enólogo chileno Cristián Aliaga, experto en la elaboración de ese tipo de vino. La idea consistió en catar a ciegas una decena de vinos de bodegas nacionales, con los productores presentes.
En tandas de a tres, los vinos fueron degustados y luego comentados por Aliaga y los presentes. Al final de las apreciaciones, que estuvieron centradas en estilos y perfiles, el técnico responsable de la bebida en cuestión tomaba la palabra para contar detalles de la elaboración y responder preguntas. Así, se probaron 12 sauvignon blanc de la cosecha 2017, la mayoría de los cuales están en tanque a la espera de los últimos tratamientos para ser envasados.
El experto chileno se sorprendió por algunos exponentes y por las diferencias en estilos. Observó que por un lado hay sauvignon blanc uruguayos con aromas a frutas blancas maduras, como ananá, mientras que otros se destacan por notas minerales o cítricas. Llegó a decir –en el buen sentido– que algunos eran "atrevidos", y en las cuatro tandas de degustaciones tuvo palabras elogiosas para varios. Entre comentario y comentario, aportó consejos para mejorar la elaboración y se empapó de cómo los uruguayos aplican sus conocimientos en la elaboración.
Sin embargo, lo más destacado se generó al final, cuando Aliaga pidió la palabra para agradecer la oportunidad de participar del taller. "Tienen que hacer su propio camino, no pierdan su identidad", dijo. Y recordó que antes los chilenos se la pasaban buscando un espejo en Nueva Zelanda, quizá la referencia mundial en sauvignon blanc, para medir los vinos que hacen del otro lado de la cordillera. Pero después de años dándolos a probar en el exterior, se dieron cuenta de que Chile tenía algo particular para dar en la materia, y no debían necesariamente remitirse a otros estilos. Tenían que buscar y defender uno propio, y en eso está Uruguay.
Al término de la actividad, el presidente de la Asociación de Enólogos del Uruguay, Fernando Pettenuzzo, dijo a Sacacorchos que rescataba la reflexión del invitado en cuanto a "buscar una identidad" y no compararse con otros.
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