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El verano y los precios: un balance delicado y un desafío más allá de éxitos puntuales

Los flujos turísticos son muy sensibles a la evolución de los precios relativos
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09 de enero de 2018 a las 19:30
La temporada turística es un éxito. La percepción de los operadores permiten afirmarlo y algunos datos muy preliminares lo confirman. No es aventurado pensar que Uruguay va a alcanzar un nuevo récord en el ingreso de turistas al país que pone al sector en su mejor momento histórico.

Los altos niveles de ocupación son solo uno de los datos que permiten hablar de una temporada exitosa. Si se consulta en Booking –el principal portal especializado en reservas de alojamiento– los niveles de ocupación de los principales balnearios, los números son bastante auspiciosos. Para la última semana de enero, hay reservado 94% de la disponibilidad en Piriápolis, 83% en Punta del Este y 75% en La Pedrera, por elegir algunos ejemplos. Para Carnaval esas tasas son de 83% y 79% en los principales destinos de Maldonado, respectivamente; y de 73% en La Pedrera.

Las proyecciones del instituto Cinve prevén un incremento de 5,2% en el número de turistas durante la presente temporada, principalmente de la mano de un mayor número de argentinos que cruzan el charco a veranear en la costa uruguaya. Si bien es un crecimiento menor al del año pasado, cuando se alcanzó una expansión extraordinaria de 25,6%, implica que se sigue avanzando sobre lo que fue la mejor temporada turística de la historia uruguaya.

Cuando llega un momento como este, en que un sector logra una expansión tan importante y sostenida, siempre surgen las voces de quienes quieren atribuirse el mérito de esa hazaña. Que los incentivos fiscales a los turistas extranjeros, que la promoción internacional, que los nuevos emprendimientos, que la tecnología y el cambio cultural de los turistas a la hora reservas. Desde el gobierno y el sector privado se disputan un reconocimiento que nunca llega.

Si bien todos esos elementos ayudan, la historia reciente muestra que más allá de las políticas públicas y de la iniciativa privada el principal elemento detrás de la evolución del turismo receptivo en Uruguay es el precio de la moneda uruguaya respecto a los distintos países de los que provienen los visitantes.

Los flujos turísticos son muy sensibles a la evolución de los precios relativos. Y conforme la tecnología permite al usuario acceder rápidamente a la información sobre los costos de los servicios turísticos en todas partes del mundo, el usuario se ve empoderado con la posibilidad de sopesar todas las alternativas posibles en virtud de los beneficios que ofrece y su precio.

Para competir con otros destinos turísticos hay dos posibilidades: ganar con precios más bajos ante ofertas similares, o mejorar las prestaciones respecto a otros destinos para justificar precios más altos.

El escenario cambiario actual lleva a que los nuevos turistas caigan por sí solos. Uruguay se abarató significativamente en comparación con Argentina y Brasil, los dos principales orígenes de los turistas uruguayos del exterior, y los principales destinos que compiten por los uruguayos que planifican sus vacaciones y sopesan la posibilidad de veranear fuera del país.

El tipo de cambio real de Uruguay –el principal indicador para medir la competitividad en precios de las economías– respecto a los países vecinos se encuentra 10% por debajo del promedio de los últimos 22 años y viene acortando progresivamente esa brecha. Esa diferencia alcanza a ser compensada con algunas políticas que reducen los impuestos a los turistas y de esa manera, abaratan la plaza uruguaya.
Sin embargo, respecto a los países de extrarregión la brecha de competitividad en precios alcanza el 21% y salvo en los últimos meses, ha tendido a agravarse. Uruguay se ha encarecido para estadounidenses, europeos y asiáticos, que son los que más dinero están dispuestos a gastar en sus vacaciones.

Esa pérdida de competitividad con los países más alejados se refleja en los números. Las proyecciones de Cinve prevén para la actual temporada un incremento de 7,3% en el número de argentinos que visiten Uruguay y de 1,2% en la cantidad de brasileños. Sin embargo, anticipa una caída de 5,4% en el resto de las nacionalidades en su conjunto.

De esta manera, el turismo uruguayo se vuelve más dependiente de una región muy volátil. Si bien no forma parte del escenario más probable, un escenario de devaluación brusca en Argentina o Brasil no está fuera del radar de los economistas y eso implica un riesgo latente para el sector.

Los uruguayos se quejan de lo caro que está el este. Mientras la coyuntura de precios permita sostener los actuales precios porque hay turistas –extranjeros y uruguayos– que están dispuestos a pagarlos, el sector va a gozar de una salud excepcional. Sin embargo, es muy arriesgado jugarse a que el actual atraso cambiario de Argentina y Brasil sea una situación sostenible en el tiempo.

Una vez que acabe la fiesta y el sector turístico haga un balance de la actual temporada, deberá enfrentarse a los mismos problemas de siempre. Deberá ser capaz de ofrecer mucho más de lo que hoy le está ofreciendo a los turistas para sostener los precios actuales y recibir el mismo caudal de demanda. Ese es el gran desafío que tiene por delante.

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