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Embarazadas y deprimidas

Un estudio mostró que el maltrato infantil es la principal causa de la depresión de madres durante el parto, patología que puede provocar abortos o daños neuronales
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28 de septiembre de 2015 a las 05:00
Palabras hirientes, insultos, maltrato físico, una madre que le dice a su hijo que hubiera deseado no tenerlo. Esas situaciones, que una niña puede vivir en su infancia y adolescencia, se pueden convertir luego en una potencial causa para que ella –que tal vez algún día será madre – sufra de depresión durante el embarazo. A esa conclusión llegó el investigador de la Facultad de Medicina Daniel Olazábal tras estudiar, durante dos años, a mujeres embarazadas del Hospital de Clínicas y del Casmu.

Se trata de la primera vez que se investiga este trastorno de forma sistemática y con herramientas validadas a nivel internacional para encontrar las causas y los factores que inciden en el desarrollo de este trastorno durante el embarazo, explicó Olazábal. Desde hace dos años, el investigador ha estudiado a más de 100 mujeres desde el momento en que consultan por embarazo hasta los primeros tres meses de vida de sus hijos para enfocarse en el vínculo entre la madre y el hijo.

La depresión durante el embarazo es un trastorno que está eclipsado por otro mucho más conocido: la depresión posparto. En el mundo se estima que la depresión durante el embarazo afecta a entre el 15% y 20% de las mujeres. En Uruguay, se encontró que esta cifra ronda el 16,5% (ver página 3).

Si no se trata, el trastorno puede llegar a tener varias consecuencias en el desarrollo del bebé, que pueden afectar no solo el futuro vínculo entre madre e hijo sino también el neurodesarrollo del feto e incluso provocar abortos, partos prematuros y bajo peso al nacer. Las consecuencias son conocidas, no así las causas.

Por primera vez

Si a las tres de la mañana a Daniel Olazábal le suena el celular porque una mujer va a dar a luz, el investigador tiene que prepararse para estar allí. Olazábal no es el médico, es especialista en neurociencias y ciencias del comportamiento y su preocupación es la salud mental de las madres e hijos.

Lo especial del trabajo de Olazábal es que pretende ser un seguimiento prolongado en los casos, y además vinculará las etapas por las que pasen las madres con una hormona cuyo nombre se escucha cada vez más y que se usa en algunos tratamientos, pero sin el resultados científicos que compruebe su verdadera eficiencia: la oxitocina.

Esta hormona es la que prepara a la madre para el parto y la lactancia. Se cree que podría ser liberada durante la etapa del embarazo para reducir el estrés y mejorar el bienestar de la madre.
Por eso, el equipo de investigadores utilizará muestras de las pacientes para realizar un análisis de las variantes genéticas que pueden hacer que este sistema funcione de forma diferente en una y otra mujer.

La pista que persiguen está fundada en estudios que indican que esa hormona tiene influencia directa en la conducta de la madre. La idea es ver qué tan importante es y comprobar si es cierto que niveles bajos de oxitocina se traducen en madres con mayor riesgo de deprimirse.

De afuera

"Es recién en las últimas décadas que las personas empiezan a interesarse por el comportamiento social de la madre", explicó Alison Fleming, profesora del departamento de psicología de la Universidad de Toronto Mississauga, Canadá, que estudia el tema desde hace 30 años. Hay un mayor interés sobre el funcionamiento del cerebro y las resonancias magnéticas permiten profundizar más. Sin embargo, la especialista considera que en el mundo la salud mental recibe muy poco financiamiento. La depresión posparto también existe en los padres, indicó, pero está muy poco estudiada.

Para Fleming los estudios previos de Olazábal en animales y el foco en el aspecto fisiológico pueden aportar un punto de vista diferente a un tema que cada vez se estudia más en todo el mundo.

La docente investiga la relación entre madres e hijos con pacientes a quienes viene siguiendo desde hace nueve años para responder a la pregunta de por qué las madres tienen el impulso de cuidar a sus hijos. Fleming asesora tanto a Olazábal como a Daniella Agrati, doctora en ciencias biológicas de la Facultad de Ciencias, que también estudia la ansiedad en la maternidad y la influencia de las experiencias en la vida temprana de una mujer durante el posparto y que se está realizando de forma simultánea al trabajo de Facultad de Medicina.

Tratamiento

Desde el momento en que tienen su primera consulta, las madres que aceptan participar del estudio deben completar varios cuestionarios que van desde los datos demográficos de cada una de ellas hasta su situación laboral, sus proyecciones a futuro sobre el hijo, cuál es su red de apoyo o su situación de pareja. Hay cuestionarios que pueden llevar incluso dos horas. Además, las pacientes acceden a destinar parte de la sangre que se les extraiga durante el proceso para este estudio.
El equipo, que sumando colaboradores en los hospitales es de alrededor de 20 personas, estudió a 55 madres cuando publicó los primeros adelantos de resultados.

De esas 55, alrededor de 20% mostró síntomas de depresión. El maltrato o abuso en los primeros años de vida de la mujer y los bajos cuidados maternos fueron los factores con más incidencia sobre la aparición de esos síntomas, incluso más que factores socioeconómicos o etarios.
Por ahora, el estudio ha acumulado pacientes y entre ellas se ha abarcado todas las etapas del embarazo. Lo que esperan es poder llegar a las 200 madres para que los resultados tengan un poder estadístico más fuerte.

Pero además de servir de diagnóstico de la situación actual, el estudio busca detectar tempranamente casos de depresión durante el embarazo para tratarlos antes de que impliquen un daño a la madre y al hijo. Parte de los objetivos de la investigación también tienen que ver con generar un sistema de tratamiento adecuado y así diagnosticar y tratar.

"Queremos saber si la depresión prenatal predice la posnatal y si son los mismos factores los que afectan a la madre cuando se deprime en el postparto", explicó Olazábal.

Para ello, pretenden seguir a las pacientes hasta tres meses luego del parto. Y lo más importante, se proponen buscar y evaluar tratamientos que puedan llegar a tiempo a las madres, antes de que el daño este hecho. "Si sabemos que todo esto genera efectos a largo plazo, entonces estamos hipotecando el futuro", concluyó el investigador.

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