Opinión > ANÁLISIS / EDUARDO BLASINA

Entre el machismo y el derecho al trabajo

Una trabajadora reclamando sus derechos refuerza razones para ser optimistas respecto al futuro de Uruguay
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19 de mayo de 2018 a las 05:00

SINDICALISTA ATROPELLA LA LIBERTAD DE TRABAJO EN SALTO

Trabajadores ejemplares frente a la prepotencia sindical.

-Queremos entrar a trabajar y Ud. no nos deja. ¿Quién es Ud?

-Soy el presidente del PitCnt de Salto.

-Ud. tiene sueldo seguro. Nosotros queremos entrar a trabajar. pic.twitter.com/E9Q1zOrS0h

Uno de mis grandes amigos suele apuntarme que mis análisis tienen un sesgo hacia el optimismo. Lo relaciona –un poco en broma, un poco en serio– con mi gusto por la música de la banda Yes, tan crítica como optimista, que supimos compartir en nuestros años de amistad y rebeldía liceal. Su análisis de la realidad lo lleva a concluir que la situación del país no amerita optimismo alguno. Evalúa emigrar o al menos sugerirle a sus hijos que busquen nuevos horizontes.
Entiende, por ejemplo, que en la medida que los sindicatos traban cualquier cambio en la enseñanza, es inviable el futuro de este país. Nadie podrá evitar nuestro mediocre posicionamiento en las pruebas PISA, y el 80% de estudiantes de Secundaria que quedan por el camino convertirán a este país en algo parecido a los países de América del Sur que han quedado presos del subdesarrollo. Me lo dice desde hace tiempo, muchísimo antes de que Layera sacudiera al país diciendo que vamos rumbo a Guatemala y tal vez de allí a Guatepeor.

Opina también que el PIT-CNT le aseguran el poder al partido de gobierno y viceversa y que esa dinámica perversa es inquebrantable, porque la oposición no ofrece nada atractivo. No future.
Él opina que yo soy muy hippie. Yo opino que el es muy punk.

Cuando el objetivo es analizar la realidad uno no debe dejar lugar a sentimentalismos. El optimismo que uno pueda tener no debe sesgar la mirada. "¡Ve a los hechos! Proponía en una de sus entrevistas póstumas Bertrand Russell. "No a lo que te conviene que sea, no a lo que tú quieres que sea. Ve a los hechos, ve a la búsqueda de la verdad."

En honor a sus críticas intento moderar mi optimismo. Pero esta semana no lo logro.

Es que viendo la discusión que ocurrió en la puerta del pequeño frigorífico de Salto Somicar, no puedo dejar de creer que este país es maravilloso y que logrará encauzar un futuro venturoso.

No puedo evitar emocionarme y renovar la esperanza cuando veo hablar a una trabajadora uruguaya con un nivel de dignidad tamaño Everest. En épocas en que tanto se habla de feminismo, ¡qué lección de agallas y que talla de dignidad! ¡Qué firmeza manteniendo el respeto que hace a su postura no solamente engalanada de verdad sino de auténtica educación!

La rodean otros trabajadores y trabajadoras. Con una notoria mayoría femenina. Ella con su mochila a la espalda –¡justo celeste!– quiere trabajar simplemente, y no es la única. Pero hay un obstáculo: la voluntad de un macho de manos en los bolsillos tan displicente como desprovisto de argumentos. Un burócrata del PIT-CNT que cobra un sueldo seguro en las termas.

"Nosotros tenemos un derecho y lo queremos utilizar. Es simplemente eso. No queremos tener un conflicto. Ustedes tienen todo el derecho a reclamar lo que quieran. Pero nosotros como ciudadanos tenemos el derecho de trabajar. La empresa nos citó y nosotras queremos trabajar. Usted no nos puede obligar a quedarnos acá afuera".

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Tan inapelable es la intervención que el burócrata debe mentir, lisa y llanamente. "No... no las estamos obligando..." pero ella insiste "¿Cómo que no? ¿Y entonces esto qué es? El burócrata asume entonces una posición bien machista y arranca: lo que pasa que vos no sabés....
Su interlocutora, lo mira a los ojos y le dice con lógica pura "usted no me va a decir a mí lo que yo sé y lo que yo no sé, es así de simple". "Lo único que le quiero decir es que acá, la mayoría de los trabajadores quiere trabajar, y usted lo tiene que respetar porque eso es un derecho civil". Qué lección de democracia y civilidad. ¿Cómo puede uno perder la esperanza viendo trabajadoras uruguayas con una postura tan sólida? Por supuesto, mi amigo pesimista opinará que el burócrata terminará ganando. Puedo sentir a Bob Marley diciendo No woman no cry, nada de llantos mujer, "Get up stand up, stand up for your rights". Levantate y anda, ve por tus derechos. Muy hippie dirá él. Pero igualmente esperanzador.

Tal vez mi optimismo derive en parte de que una buena parte de la Federación de Obreros de la Industria de la Carne se opuso a ese paro vergonzoso y al cerrar la semana el pequeño frigorífico ha vuelto a funcionar.

Porque hay que ver la causa del problema. Resulta que el "líder" sindical de esta pyme de Salto, salió a decir a la prensa el infundio de que la industria estaba pagando a los productores con cheques sin fondos. Para un frigorífico no cumplir con un productor es como para un banco no cumplir con un ahorrista. La corrida está asegurada. Es decir, ese trabajador tiene una mala lealtad flagrante con el equipo del que forma parte. Miente con la peor mentira para hacer el mayor daño posible.

No es solo que hay una mayoría de trabajadores que deciden rebelarse contra la injusticia, no es sólo que si alguien creía que las mujeres se dejaban amedrentar por un hombre de cargo rimbombante, es bueno ver ese feminismo de una trabajadora, es esperanzador pensar en un sindicalismo puede ser algo diferente a defender lo que está obviamente mal.

Hay razones para el optimismo. El encuentro por la reforma educativa en el Palacio Legislativo, viendo gente de todos los partidos interesada en conocer, evaluar y debatir el proyecto de Eduy21 también abre espacios para el optimismo. Buscar soluciones que trasciendan las fronteras de los partidos, en educación, en seguridad, en competitividad. Merece una chance la idea de que empiece una lógica política no partidaria de búsqueda de acuerdos en base a la racionalidad. Gente de todos los partidos quiere una cultura del diálogo, de la paz y del conocimiento. Y van surgiendo ejemplos de que eso es posible. La trabajadora ha demostrado además, con la educación con la que hizo sus planteos, que hay buena madera en todas partes.

Entre el jefe de policía que se ha animado por fin a decir la verdad sobre el tema seguridad, los intentos de destituirlo por decir la verdad que fracasan, el embrión de una revolución educativa que tal vez se esté gestando con técnicos de todos los partidos, la mochila del atraso cambiario que parece que se aliviana y la constatación de que hay trabajadores y trabajadoras que empiezan a decir basta al patoterismo burocrático, me siento con fuerza para argumentar en defensa de mi optimismo.

Aunque, por optimista que sea, tengo claro que es posible que la burocracia gane. El tiempo dirá.

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