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Esperanza de pacificación coreana

El mundo entero necesita que las cumbres de los dos presidentes coreanos primero y de Trump con Kim después tengan resultados positivos y no se queden en otro intento frustrado de pacificación
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12 de marzo de 2018 a las 05:00
El aparente giro pacifista de Corea del Norte abre la perspectiva de que se enfríe el peor caldero hirviente de belicismo que amenaza el mundo. El sorpresivo anuncio de una reunión de Donald Trump con Kim Jong-un, luego de meses de intercambiar virulentos ataques personales y amenazas nucleares, sigue al acuerdo del dictador norcoreano de encontrarse en abril con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y a la previa distensión entre sus países durante los recientes Juegos Olímpicos de Invierno. Nada se ha informado públicamente sobre las razones de este giro del belicoso Kim, cuyo inescrutable régimen cerrado alardeaba hasta hace poco de que su programa de misiles y armas nucleares le permitiría atacar el territorio continental de Estados Unidos.
Es una presunción razonable, sin embargo, adjudicar el cambio norcoreano de actitud a presión de China, único país en condiciones de apretarle el torniquete a Kim. Corea del Norte no solo debe su creación al masivo apoyo militar chino durante la guerra de secesión de la península hace más de 60 años. China le compra el 90% de sus exportaciones, fuente única de divisas, y le presta ayuda en otros campos. A los planes del gigante asiático de expansión económica y política en todo el mundo, por otra parte, no le conviene la convulsión bélica generada en la región en los últimos años por Corea del Norte.
La gran incógnita es lo que pueda surgir de la reunión Trump-Kim, si se mantiene su realización, debido a posiciones divergentes. Como condición para rever su programa nuclear, Corea del Norte quiere que se levanten las sanciones impuestas por Estados Unidos y la ONU, se le otorguen garantías de seguridad y que se formalice la división de la península en dos países, que existe de hecho desde la década de 1950 del siglo pasado, a contrapelo de quienes quieren la reunificación. Pero Estados Unidos ha adelantado que mantendrá las sanciones mientras los norcoreanos no concreten un desarme nuclear. La cumbre, prevista para mayo, será precedida por reuniones de alto nivel de ambos países para tratar de limar diferencias antes de que Trump y Kim se vean las caras, De que se avance por esa ruta, meta aún más que incierta, depende el deseable resultado de restablecer la calma en el sureste asiático, vital para países como Corea del Sur y Japón, que se sienten amenazados por el armamentismo nuclear norcoreano.
Es un avance, de todos modos, que los presidentes de las dos Coreas se reúnan el mes próximo y que se concrete el encuentro sin precedentes de un presidente de Estados Unidos con el más reciente de los tres dictadores de la dinastía familiar que ha regido el norte de la península desde el siglo pasado. El mundo entero necesita que estas cumbres de los dos presidentes coreanos primero y de Trump con Kim después tengan resultados positivos y no se queden en otro intento frustrado de pacificación. Pero habrá que esperar a las próximas semanas para saber si se atenúa la terrible perspectiva de una guerra nuclear que involucraría no solo a las dos Coreas sino también a grandes potencias como Estados Unidos y China.

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