Opinión > OPINIÓN / A. DIEZ DE MEDINA

Extraviados en un laberinto socialista

Cuanto antes despierten los ciudadanos ante el hecho de que el muerto en este sepelio lo están poniendo ellos y no los epígonos del régimen, antes podremos salvar algo de este inconducente naufragio
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09 de diciembre de 2017 a las 05:00
En apenas dos años, el régimen frenteamplista ha puesto en marcha tres inútiles ajustes fiscales. Ahora, va camino a un cuarto el 1º de enero próximo. ¿Por qué fracasa en su intento por equilibrar las cuentas públicas? A causa, en primer lugar, de la comprobada inepcia del elenco gubernamental que el país padece desde 2005.

De las ensoñaciones, además, de ese universo de ideas que cree estar consagrando "derechos" aunque apenas tropieza con insensatas reglamentaciones. De sus desencaminados planes de redistribución económica. De inflar, en suma, una desbocada burbuja clientelar, destructiva del orden de las familias, del mínimo formativo de las aulas, del decoro del trabajo, de la seguridad de las calles y hogares.

Esta ponzoña declamatoria ya ha hecho todo el mal que podía esperarse. Sembró, además, miles de funcionarios en un Estado de aspiraciones aniquiladoras e inadecuado a la hora de cumplir sus cometidos esenciales. Hizo lo propio con el sistema previsional, cuyos fundamentos premeditadamente horadara en 2008. Sofocó la innovación en el sector productivo al que le tocara en suerte la década más auspiciosa de su historia. Y sigue devorando empleos.

Ese comité de base a cielo abierto, Juan Lacaze, del que expurgara el ánimo pujante de su fundador Juan L. Lacaze a fin de ahogarlo en envenenadas consignas socialistas, espera por un porvenir que no le llegará ya. Se arrojan millones de dólares que no existen en proyectos sin cabeza: aumentar beneficios previsionales que no hay, o procurar una demencial reserva de mercado para los sonoros fracasos cooperativos del MPP. Crear nuevos ministerios y reparticiones.

Analizando la situación esta semana, el Ec. Ernesto Talvi formuló una propuesta sopesada, creativa y concreta de estímulos económicos que, en el marco de dos años, hagan extensivas a todos los emprendimientos nacionales los que se vienen discutiendo a favor de UPM: alivio tributario, bonificación tarifaria, mecanismos de resolución de controversias laborales.

Pero ... ¿sería eso suficiente? El horizonte de reformas indispensables asomará recién en la próxima administración. La actual, nacida sin ideas ni tono, tan gris en su desempeño como en su comunicación, no luce ya en condiciones de impulsar nada ajeno a la mediocridad.

La siguiente, de optar el votante por no darle un cuarto mandato al Frente Amplio, dispondría de apenas 260 semanas a fin de ejecutar un programa de reformas impostergables, forzosamente acordadas con el arco partidario extra-frenteamplista.

No será ya, según propone Talvi, aumentando las exoneraciones al IRAE que daríamos en el clavo, sino considerando una profunda reforma tributaria que incluya ya la rebaja de impuestos, la neutralidad fiscal, el rediseño de la tributación a la renta personal, la adecuación de contribuciones y tarifas a los principios constitucionales y, en general, suponga un alivio económico y regulatorio inmediato para el contribuyente y un atractivo para el inversor o el inmigrante.

De igual modo, no queda ya espacio para las encíclicas a favor de la prevención de conflictos laborales como lo es el Acuerdo Marco suscrito el 12 de setiembre pasado entre UPM, el PIT-CNT, el gobierno y las cámaras empresariales afectadas. Quienes no tienen hoy trabajo, y quienes seguirán sin tenerlo, o lo habrán perdido, en 2020, merecen respuesta más urgente y radical.

Argentina y Brasil ya están embarcados en la reforma de sus perniciosas legislaciones laborales, adaptándolas a los rigores de la tecnología y en procura de poner fin a los abusos regulatorios. Está claro que Uruguay no podrá permanecer ajeno al proceso. Todo aquí ha sido diseñado por una oligarquía burocrático-sindical a fin de hacer repulsiva la contratación de mano de obra: eso debe revertirse, hoy antes que mañana.

Los recientes debates en torno a la reforma previsional, el aumento de las tarifas públicas, y el asombroso acuerdo firmado por las autoridades con UPM han dejado en evidencia que ya no hay donde esconderse de la realidad.

Un lunes, el cada día más desconectado presidente de la República anuncia el quiebre del sistema previsional; el viernes siguiente se embandera en una multimillonaria solución que asustaría a una economía próspera.

Un mes ese mismo presidente asegura estar analizando rebajas tarifarias; al siguiente su ministro de Industria declama que "gracias a un desarrollo eficiente de UTE" deberíamos hoy estar festejando que el aumento que se anuncia sea menor que el índice inflacionario... que claramente fogonea el gobierno.
El acuerdo con UPM, en fin y como lo explicaran Talvi y otras voces igualmente autorizadas, es apenas un guión de todos los fracasos políticos frenteamplistas.

A dos años y medio de su culminación, esta administración ya ha escrito su epitafio. Déficit que se suma a déficit fiscal. Sostenida presión tributaria. Despliegue de inoperancia y avidez, cuando no quiebra, en las mal llamadas "empresas" públicas, a las que el petróleo barato, el dólar contenido y el sostenido aumento de sus ventas en unidades físicas no frenan en sus exacciones.

El carácter fantasioso de los prometidos planes de infraestructura pública que no llegan ni a mantener la existente. Una insondable incapacidad para incluir al país en algún flujo de comercio e inversión internacional, por modesto que sea. Un palmario deterioro de servicios que lucen canijos y vergonzosos ya no comparados con los europeos, sino con los de otros países gobernados por similares extravíos socialistas, como Bolivia o Ecuador.

¡Y el galopante endeudamiento público: esa droga de la que el gobierno no puede ya prescindir, y bajo cuyos efectos creemos seguir creciendo! Cuanto antes despierten los ciudadanos ante el hecho de que el muerto en este sepelio lo están poniendo ellos y no, por cierto, los epígonos del régimen, antes podremos salvar algo de este inconducente naufragio, por el bien de las futuras generaciones.

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