Las estadísticas y los números respaldan que la semana que estamos viviendo, es la Semana Santa. Ayer nomás, después de pasar por unos estudios clínicos entré a un bar para tomar un café. Entraba y salía gente y, desde el mostrador, un muchacho bien plantado, despedía a todos con un "Felices Pascuas". Aclaro que no ocurrió en el Sanatorio San Juan Pablo II sino en un local cercano al Palacio Salvo.
Efectivamente estamos en plena Semana Santa que concluirá con el domingo de Pascua. Los comercios anuncian las ofertas más variadas. Entre ellas están los huevos de chocolate y las roscas de Pascua. Originariamente era costumbre conservar a lo largo del tiempo que precede a la Semana Santa, las cáscaras de huevos de gallina. Se sabía extraer con destreza la yema y la clara. En los hogares se consumían muchos huevos porque no se comía carne como expresión de penitencia durante un tiempo de preparación. Más adelante, las carnes fueron incorporándose a la dieta alimenticia con su exclusión en determinados días.
En algunos países era costumbre pintar con variados colores las cáscaras de los huevos y se los rellenaban con chocolate. De esta manera, en el domingo de Pascua se organizaban verdaderos juegos especialmente para los niños. Ellos debían encontrar los huevos que sus mayores habían escondido en el jardín de la casa. La compra actual en los comercios de huevos manufacturados totalmente en chocolate y con algunas sorpresas en su interior, evoca un poco todo lo que encerraba aquella cuidada tradición.
Por otra parte, está la rosca de Pascua. En países de nuestra misma lengua se la suele llamar "roscón". Es un postre sencillo que admite variantes en su confección. Está también la llamada "mona de Pascua", especialmente en Cataluña. Esa "mona" difiere de nuestra "rosca" en su elaboración y es costumbre que los padrinos de bautismo no olviden regalar a sus ahijados una "mona". Quizás la diferencia entre la rosca y la mona está en que la primera podía ser enviada por paquete encomienda. En cambio, "la mona" no admitía manipulaciones por su delicada composición. Los conejos de chocolate recuerdan la fertilidad de esos animalitos. Junto con la rosca y los huevos nos llevan a la celebración de Pascua.
En el Derecho Internacional se conoce la llamada "paz de Dios" o también "tregua de Dios". No es algo de los siglos primeros de nuestra era. Es la suspensión temporal de las hostilidades en determinados períodos del año. Rige y ha sido ratificado en numerosas declaraciones. Se da precisamente en el tiempo de Pascua.
Pascua es Pascua. Por eso desde un punto a otro de nuestra tierra, se escucharán los buenos deseos de una "Feliz Pascua". Con roscas y chocolates o sin ellos, el domingo de Pascua se celebrará a lo grande en la intimidad de los corazones.
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