Eduardo Espina
Felices y prosperos
Una canción ya clásica invita a celebrar la Navidad cantando
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22 de diciembre de 2017 a las 05:00
La historia de la música navideña comenzó en el año 300, durante el imperio romano. Desde entonces se han escrito miles de canciones alusivas a la época anual más cristiana. Las de mayor popularidad fueron escritas en el siglo XX, auspiciadas por el auge de la industria discográfica, en la década de 1940. Precisamente, la canción más vendida de todos los tiempos es una de Navidad: White Christmas, grabada en 1942 y cantada por Bing Crosby, la cual estuvo 11 semanas en la primera posición del ranking de Billboard y comercializó más de 100 millones de copias, récord de ventas que difícilmente vaya a ser superado.
Según mi rastreo, realizado a través del tiempo, superan el centenar las canciones navideñas que han mantenido su popularidad a lo largo de las décadas, habiéndose transformado en clásicos que actualizan su vigencia en esta hermosa época de natividad.
Sin embargo, no creo que haya canción navideña que supere en popularidad mundial a Feliz Navidad, de José Feliciano. La Navidad no sería la misma sin la voz del cantante puertorriqueño, anunciando de bilingüe manera que llegó la Navidad y que un año nuevo se acerca. La canción con tan escueta letra nunca perdió vigencia, y su estribillo invita a ser tarareado: "Feliz Navidad/Feliz Navidad/Feliz Navidad/Prospero año/Y felicidad".
En lugar de "próspero", Feliciano canta "prospero", ya que el ritmo así lo requiere. La canción fue estrenada en 1970, y desde entonces regresa puntualmente cada diciembre como compañía obligatoria de Navidad y Año Nuevo. Su popularidad radica en la increíble simpleza de la letra. Cualquiera puede cantarla, así esté sobrio, etílico, triste, alegre, nostálgico, o feliz, es decir, padeciendo alguno de esos estados anímicos asociados con la temporada navideña.
Para componer la letra, Feliciano, quien nunca dijo en qué condición física y emocional la escribió, recurrió a dos de los idiomas con mayor cantidad de hablantes en el mundo, inglés y español, siendo un caso de perfecta simbiosis de dos lenguas con distinto origen. Quien la escucha siente antes que nada que el poderoso espíritu navideño trasciende barreras lingüísticas e invita a ser celebrado con alegría, sin andar preocupándose de la pronunciación. Cantemos, pues.
