Francisco Verde y Karin Cadenas junto a dos jóvenes refugiados

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Francisco Verde, el uruguayo que se fue de vacaciones a Málaga y terminó ayudando a los refugiados en España

Fundó Los Faros, una organización que asiste a inmigrantes a los que el estado español no ofrece asilo ni atención
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04 de junio de 2018 a las 05:00

Por Federica Chiarino
Francisco Verde estaba en Inglaterra con su primo cuando surgió la idea de ir diez días de vacaciones a Málaga.Era 2017 y la decisión resultó ser algo más que una simple vacación. Al octavo día, Francisco sintió que era allí donde se tenía que quedar. Algo adentro suyo le decía que no se volviera a Inglaterra. Escuchó su voz interna y como persona seguidora de la fe cristina rezó con fuerza. Impulsivo, le dijo a su primo que se quedaba. "¿Cómo? ¿Solo?", reaccionó su primo al planteo. "Sí, me quedo", le contestó Francisco con decisión.

Entonces le pidió a Dios una señal para que le mostrara el motivo por el que debía quedarse en Málaga. Su primo se volvió y Francisco fue en busca de la capilla más cercana donde confesarse.

Allí se encontró con Karin Cadenas, una hermana religiosa, oriunda de Madrid, que estaba al lado de la casa del sacerdote, junto a tres jóvenes, un palestino, una argelina y una gitana, a quienes había rescatado de su situación de calle. Esa imagen –que llamó la atención de Francisco– fue una de las tantas con las que Francisco se encontró y que lo condujeron a la creación del proyecto Los Faros.

Karin integraba misiones cristianas con jóvenes desde hacía años y soñaba con un centro pastoral o pedagógico que recibiera a refugiados. La cantidad de personas que llegaban a su país desde Asia y África en busca de oportunidades le preocupaba, y sospechaba que era un problema al que no se le estaba dando la atención que merecía.

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Sus sospechas eran ciertas, ya que, según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), en 2017 España solo atendió una de cada tres solicitudes que recibió, lo que situó al país por debajo de la media europea (35% frente a 45%) en el reconocimiento del derecho de asilo. Los datos de CEAR de 2017 indican que, ese año, llegaron a España 17.965 hombres y 13.155 mujeres en calidad de refugiados.

En 2017, España experimentó un incremento del 100% de refugiados con respecto a 2016, con 28.000 nuevas llegadas, según datos recogidos por Acnur –la agencia de la ONU para los refugiados. Los primeros meses de 2018 mostraron una tendencia similar, con un aumento del 13% frente al año anterior.

El encuentro con Francisco fue para Karin el puntapié inicial para transformar su sueño en realidad, y poder brindar así ayuda a todos los refugiados a los que España no ofreciera asilo y atención. En él descubrió a un joven que había estudiado Gestión de Centros Educativos y que, además, se entusiasmó con su proyecto. Francisco, por su parte, encontró en Karin la señal divina que esperaba; allí estaba, entonces, su misión en Málaga.

En octubre de 2017 nació el proyecto Los Faros, con el objetivo de ser un espacio donde los refugiados tuvieran asilo, alimentos, diálogo y atención. En poco tiempo, Francisco y Karin se vieron rodeados de 12 jóvenes marroquíes, con quienes se mudaron a Almería. Al plantear Los Faros como un proyecto eclesiástico, Karin y Francisco necesitaban el aval de un obispo, respuesta que no encontraron en Málaga. El obispo de Almería, en cambio, los recibió de brazos abiertos y les brindó el lugar para dar vida a su proyecto en conjunto.

Estos 12 marroquíes no llegaron a España en cómodos asientos de avión, ni en ferrys, ni en ningún medio tradicional. Algunos cruzaron el Mar Mediterráneo en pateras, unas lanchas rudimentarias que tardan mucho tiempo en navegar, y en donde sus pasajeros no cuentan con protección alguna. Muchas pateras, incluso, nunca llegan a destino. Acnur estima que más de 3100 personas murieron el año pasado en el intento de llegar a Europa por mar. Otras 489 personas han muerto o desaparecido en aguas del Mediterráneo desde principios de este 2018.

Otros jóvenes llegaron escondidos entre las ruedas de camiones que transportan los barcos de carga, para evitar ser vistos por la policía y someterse a estrictos controles que les impedirían dejar su país.

Los Faros facilita, además, el acceso a la educación. "Acá en España sin la ESO no sos nadie", explicó Francisco a El Observador. La ESO es la Escuela Secundaria Obligatoria, requisito mínimo del gobierno español para acceder a casi cualquier tipo de trabajo u oportunidad. El gobierno le otorga suma importancia a esta formación que muchos jóvenes refugiados no tienen cuando llegan al país.

Daniel, ex Nassereddin

Hasta hace poco, todos lo conocían como Nassereddin. Nació en Palestina, en una familia musulmana. Quinto de seis hermanos, era practicante del Islam. Pero le contó a Karin y a Francisco que, desde sus 14 años, el cristianismo ya había despertado curiosidad en él, y tenía sueños en los que aparecía Jesucristo.

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Un día Nassereddin decidió emigrar y se fue como refugiado a España, donde trabajó en negro en huertas agrícolas. En la ciudad de Sigüenza conoció Accem, una ONG que ayuda a refugiados y migrantes a conseguir sus papeles para legalizarse en España.

Allí conoció a Karin que, en ese entonces, realizaba trabajos voluntarios con un grupo de misioneras. Ella pasó a ser su consejera, y así fue que Nassereddin se integró a Los Faros.

Hace poco tiempo, Nassereddin, ahora Daniel, se bautizó con Karin y Francisco como madrina y padrino.

Pero Francisco fue enfático en que Los Faros no busca que los refugiados se conviertan. "No pretendemos que ellos se hagan cristianos", dijo. El proyecto promueve el diálogo y el respeto mutuo entre las religiones, culturas y países.

De los 12 refugiados iniciales, hoy en Los Faros quedan seis. Algunos lograron su independencia, otros simplemente decidieron irse. Pero lo que comenzó como un proyecto, está muy cerca de convertirse en asociación civil.

Por estos días Los Faros busca conseguir el aval oficial de la Hacienda de Almería. Con ello esperan recibir más donaciones, así como alguna subvención de la Junta de Andalucía y otras asociaciones. Hasta ahora, todo fue financiado por Karin, Francisco, y algunos amigos y familiares que les ofrecieron donaciones.

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